El Diccionario de la Real Academia Española define el honor como la «cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo». Esta definición es clara, pero los cristianos necesitamos conocer con mayor profundidad cómo luce un creyente que promueve el honor a la luz de la Palabra en los diferentes contextos donde se desenvuelve.
Por eso me llena de gozo hablarte del libro Código de honor: Cuando la virtud, el aprecio y el coraje marcan la diferencia en el liderazgo (B&H Español, 2024), del profesor, escritor y conferencista Jesús Sampedro, con quien pude conversar y tuvo la gentileza de responder a las siguientes preguntas.
¿Cómo fue el proceso de escribir Código de honor y cuál es su propósito?
Escribí el libro en un periodo de ocho meses, pero su contenido es producto de años de aprendizajes, investigación y experiencias en el contexto organizacional y ministerial. Durante este tiempo noté que hay una necesidad cada vez más urgente de crear culturas organizacionales donde la gente florezca integralmente y para facilitar la construcción de un legado relacional que sea lo más cristocéntrico posible.
El propósito del libro conlleva varias dimensiones, quizás la más esencial es comprender mejor el término bíblico «honor» y su aplicación práctica en los sistemas organizacionales de hoy. En este sentido, se busca al menos tres cosas:
- Llevar la valoración humana al plano práctico y optimizar la convivencia horizontal al crear vínculos personales más profundos y genuinos.
- Incrementar la conexión entre generaciones y culturas, y proveer instrucciones prácticas sobre cómo honrar a otros. Para eso, es crucial abordar la importancia de reconfigurar infraestructuras mentales y conversacionales (cp. Ro 12:2).
- Construir culturas de liderazgo basadas en el honor según la Biblia, que es el centro del libro.
¿Cómo la Biblia nos habla del honor y cómo este nos revela el carácter crucial del evangelio para una cultura de honor en la que Cristo reine?
La palabra griega para honor (timé) aparece unas cuarenta y tres veces en el Nuevo Testamento, mientras que el término hebreo para honor (kāḇaḏ) aparece 313 veces en el Antiguo Testamento. Es sorprendente ver cómo Dios enfatizó tanto el tema y esto nos anima a conocer bien su significado y las implicaciones para nosotros.
El término, en ambos testamentos, implica una valoración por la cual se fija el precio por una cosa comprada o vendida. La palabra se refiere al honor que le pertenece o que se le muestra a una persona según el rango y oficio que posee. La palabra honor es fundamental para la cultura y la teología de la Biblia, ya que aquello a lo que se refiere otorga respeto, valor, importancia e incluso autoridad en nuestras vidas.
Un significado que es también bastante común de kabód es referido a «gloria». Este sentido de la palabra, aun en conexión con el anterior, también puede describir la majestuosidad y el esplendor de los objetos inanimados y humanos (Éx 28:2; Pr 20:3); pero el uso abrumador de kabód se refiere a la gloria de Dios. Él posee gloria de forma innata (Sal 113:4), y esta funciona en relación con la manifestación del poder, la autoridad y el honor de Dios. La suma de Sus atributos virtuosos, que posee y despliega en forma de gloria única, le otorga un peso muy particular y le hace digno de recibir todo el honor.
Vivir en un contexto o cultura de honor implica el reconocimiento, restablecimiento o ubicación apropiada, continua e intencional de aquello o aquel que tiene peso. Dar honor es dar a alguien o algo su lugar adecuado. Cuando algo es reconocido por lo que es, está en su sitio correcto y es bien ponderado, no solo se ve bien, sino que también trae un sentido de plenitud, tranquilidad y paz alrededor. Esto solo se puede comprender adecuadamente a la luz del evangelio transformador de Cristo.
¿Cuáles son los enemigos más comunes que destruyen el honor en las relaciones humanas y cómo tratar con ellos?
Una de las misiones de un embajador de la fe es la de promover la transformación en el poder del Espíritu Santo. Esa transformación se da en el contexto o en la cultura que el líder forja o permite. Pero como fundamento para esa transformación está la decisión de funcionar desde dos premisas básicas:
1) «Confiamos en las personas con las que interactuamos». Con respecto a esta premisa, los enemigos más comunes son: primero, ignorar cómo alguien tiene un diseño único e individual, según su personalidad y temperamento; segundo, ignorar los deseos únicos que impulsan a las personas con energía y pasión, principalmente descubiertas en la clarificación de valores centrales; tercero, no prestar atención a los sueños únicos que han captado la imaginación de alguien a lo largo de los años.
Las personas a nuestro alrededor han sido dotadas por capacidades únicas de parte de Dios y que son capaces, en Él, de aplicarlas de forma productiva y responsable
Todo esto puede impactar con cuánta facilidad se pueda descubrir su misión personalizada y que resulta en su legado único. Entendemos que las personas a nuestro alrededor han sido dotadas por capacidades únicas de parte de Dios y que son capaces, en Él, de aplicarlas de forma productiva y responsable.
2) «Interactuamos bien con las personas en las que confiamos». Es en las relaciones donde las personas son honradas. No importa cuántos desafíos existan en el sistema organizacional, es importante mantener un trato decoroso, amable y respetuoso (p. ej., Lc 6:31; Ro 12:10).
El líder es responsable de crear un ambiente agradable dentro de la organización que facilite obtener resultados y que esté basado en la interacción confiable, humilde, genuina y respetuosa. También es crucial que promueva la creatividad, colaboración y pasión por el trabajo. La congruencia del líder al hablar (contenido, tono y gestos) se ha de acompañar de un sistema conversacional que distinga y apele al talento y que facilite el sentido de corresponsabilidad en la construcción de un ambiente impregnado de honor y respeto.
¿Cuál es una de las lecciones más importantes que te gustaría que quedara plasmada en los lectores de Código de honor?
Con tanto antagonismo cultural, necesitamos tener coraje para construir un código de honor donde vivimos, trabajamos y adoramos. Si la Biblia enfatiza el tema, es importante aprender bien su significado hasta llegar a ser diestros en la práctica, tanto dando como recibiendo honor para la gloria de Dios.
En la Biblia, Dios nos invita a honrar a nuestros padres, a los ancianos, a los líderes, a los colaboradores, a reconocer los talentos y dones de las personas, a vivir en santidad para Dios. Un código de honor es funcionar en un ecosistema virtuoso que glorifica a Dios y que se nota en el trato con los demás. Construirlo implica intervenir intencionalmente en la forma en que la gente se trata, conversan, construyen un legado, son generosos, se reconocen mutuamente, sirven o invierten en la vida de los demás.
Hay culturas que definen el honor de una manera contraria a la Biblia. ¿Cómo podemos promover una cultura de honor en nuestras iglesias y a nuestro alrededor que dé gloria a Dios?
Los líderes son llamados a construir honor e insuflar honor a otros. No se puede aspirar a recibir honra de otros si no hay méritos construidos y si los demás no te han visto honrar a otros. Por eso el honor construye y edifica, mientras que el deshonor derriba.
Nunca es tarde cuando se tiene la intención de honrar a otros. Las personas pueden ser honradas de diversas maneras. La Biblia nos exhorta a pagar cualquier deuda de honor que tengamos (Ro 13:7). Cualquier forma práctica se alinea a estas dimensiones a través de las cuales las personas pueden ser honradas: por lo que son, por lo que tienen, por lo que creen, por lo que pueden hacer y por lo que ya han hecho.
Lograr el establecimiento de una cultura de honor requiere un esfuerzo colectivo y un compromiso individual continuo. Algunos elementos relevantes e imprescindibles, en el contexto del liderazgo, a la hora de promover y fomentar una cultura de honor implican: establecer un sistema de valores claros, modelar el comportamiento adecuado, promover la responsabilidad personal y fomentar la comunicación abierta.
Pero uno de los que más traerá impacto es celebrar los actos de honor. Se trata de reconocer y celebrar públicamente a aquellos que están demostrando un comportamiento honorable según la Palabra de Dios. Es importante identificar y destacar los logros y las acciones positivas, especialmente en relación y como reflejo del sistema de valores de honor acordado. Esto sin duda puede motivar a otros a seguir el ejemplo, a la vez que fortalece una cultura de honor que dé gloria al Dios de honor.