En la Biblia, la palabra “elección” se refiere a que Dios está eligiendo personas para salvación. Él es su Autor porque eligió y predestinó a los creyentes (Ef 1:4-5). Dios escogió en amor a Israel de entre todas las naciones (Dt 7:6–8;10:14–15). También eligió al Mesías (Lc 9:35; 1 P 1:20). Jesús, el Elegido, escogió a sus discípulos para que le pertenecieran a Él en lugar de al mundo (Jn 15:16, 19).
Si recibiéramos lo que merecen nuestros pecados, seríamos condenados. Pero Dios, en gracia, nos eligió a nosotros, quienes no lo buscábamos y nos dio lo que no merecíamos: la vida eterna (Hch 13:48; Ro 3:9-20). Nuestra salvación se basa en la misericordia y la iniciativa de Dios (Ro 9:15-16). La elección se basa en la presciencia de Dios (Ro 8:29; 1 P 1:1-2).
El lenguaje del Nuevo Testamento con respecto a los elegidos es mayormente plural. También enseña la elección individual (Hch 13:48; Ro 9:15), por lo que la elección es tanto colectiva como personal. Pablo combina la elección y la unión con Cristo (Ef 1:4; 2 Ti 1:9). Dios nos eligió para salvación antes de la creación y también planeó los medios para salvarnos: enviar a su Hijo a morir, resucitar y enviar el Espíritu para unir a los creyentes con Cristo en la salvación.
Dios nos eligió para la salvación antes de la creación, ubicando la elección en Dios, no en nosotros (Ef 1:4; 2 Ti 1:9). Pablo remonta nuestra elección al amor, la gracia y la misericordia de Dios, y también a su propósito o voluntad (Ro 9:15-16; Ef 1:4-6, 11). Pablo da las razones negativas y positivas para la elección: no se basa en el deseo o esfuerzo humano, sino en un Dios misericordioso (Ro 9:16). En resumen, la elección tiene su base en el “propósito suyo [de Dios] y la gracia [de Dios]” (2 Ti 1: 9).
La elección tiene propósitos: hacernos santos (Ef 1:4), estimular la seguridad (Jn 10: 27-29), conformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8:29-30), fomentar las misiones (Lc 9:1-5; 10:13-17), y producir alabanza (Ef 1:3, 6, 12, 14), humildad (Ro 9:15-16), servicio renovado (Hch 18:9-10) y evangelismo apasionado. (Ro 9:1-3; 10:1-17). El fin último de la elección no es nuestra salvación, sino la gloria de Dios (Ef 1:6, 12, 14). La elección mantiene la responsabilidad humana por la fe y la necesidad del evangelismo y las misiones.
Este artículo es un fragmento adaptado del libro Diccionario conciso de términos teológicos, escrito por Christopher W. Morgan y Robert A. Peterson. Este recurso será publicado próximamente en nuestro idioma por B&H Español. Te animamos a visitar el sitio web de la editorial para estar atento a su publicación.