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Hay algunas cosas que simplemente son más fáciles de lograr en grupos. Por eso escuchamos frases como «mientras más, mejor», «dos cabezas piensan mejor que una» o «donde caben dos, caben tres». Bueno, tal vez esa última no aplica, pero el punto se entiende: los humanos somos criaturas inherentemente relacionales y hay algunas tareas que podemos realizar de manera más efectiva y fructífera, si las hacemos con otros.
Esto es cierto tanto para la sociedad en general como para la iglesia. Los gobiernos, los hospitales, las empresas y los esfuerzos humanitarios solo son posibles si las personas colaboran, comparten y se sirven mutuamente. En el caso de la iglesia, el apóstol Pablo ilustra este tipo de colaboración interdependiente como «un cuerpo con muchos miembros» (1 Co 12). Cada miembro tiene un don y no todos tendremos los mismos dones. Por lo tanto, cada miembro necesita a los otros para juntos edificarse los unos a los otros.
Leer la Biblia con otros es la manera más sencilla y eficaz de hacer discípulos
Una de las formas más prácticas y preciosas en que podemos aplicar este principio es al leer la Biblia.
¿Acaso no es mi tiempo a solas con Dios?
La lectura y el estudio de la Biblia son disciplinas espirituales esenciales para la vida cristiana. ¿De qué otra manera podríamos saber quién es Dios, sino leyendo Su revelación de Sí mismo? Aunque es totalmente cierto que esta debe ser una disciplina personal para todo cristiano, hay ventajas de hacerlo también con otros cristianos. Esto es cierto para cualquier disciplina espiritual: oramos juntos, cantamos juntos, ayunamos juntos y sí, leemos la Biblia juntos.En mi opinión, leer la Biblia con otros es la manera más sencilla y eficaz de hacer discípulos. De hecho, no veo cómo puedes hacer discípulos sin leer la Biblia con otros. Piensa en esto por un momento. ¿Estás discipulando a alguien? ¿Qué hacen? ¿Toman un café, hablan cosas de la vida, se animan y comparten unos consejos? ¿Tal vez una oración rápida al final? ¿En qué momento es que Dios y Sus palabras entran a la conversación? Si nosotros escuchamos a Dios a través de Su Palabra, no tengas miedo de abrirla con alguien más y dejar que les hable a ambos. El resultado podría sorprenderte.
Sin lugar a dudas, debes pasar tiempo a solas con Dios en Su Palabra. Con todo, algo increíble y precioso sucede cuando compartes ese tiempo con otras personas también. Los autores del libro El Enrejado y la vid lo describen así:
Imagínate cómo sería si todos los cristianos participaran en una red en la que se lee la Biblia con regularidad y como parte normal de su discipulado. Que no solo escudriñaran la Palabra de manera individual, sino que la leyeran con sus hijos antes de irse a dormir, con sus cónyuges mientras desayunan, con un colega no cristiano mientras almuerzan juntos una vez a la semana en el trabajo, con un cristiano recién convertido para animarse mutuamente cada quince días, y con un amigo cristiano maduro en su fe, también para darte aliento mutuo cada quince días.
Sería una complicada y enredada red de relaciones personales, oración y lecturas bíblicas, más parecida a un movimiento que a un programa; aunque, vista desde otra perspectiva, sería profundamente sencilla y estaría al alcance de todos (p. 67-68).
Consejos prácticos para leer la Biblia con otros
Hoy en día hay muchos modelos o métodos de lectura bíblica grupales que se pueden recomendar: las siete flechas, el método inductivo, etc. Sea cual sea el método que elijas, los siguientes pasos —que se describen con más detalle en el libro Uno a uno: Leyendo la Biblia juntos— siempre me han ayudado:
Ora para que Dios te dirija a las personas y ponga en tu camino oportunidades para leer la Biblia con otros
Si deseas leer la Biblia con alguien pero no sabes por dónde empezar, considera hacer lo siguiente:
- Ora. El primer paso para el conocimiento de Dios y crecimiento en santidad es la oración. La oración hace que las personas reconozcan quién es Jesús, aprendan a ser Sus discípulos y sean capacitados para servirle bien. Ora para que Dios te dirija a las personas y ponga en tu camino oportunidades para leer la Biblia con otros.
- Invita. Este paso probablemente es el más simple y a la vez, el más difícil. Cuando la oportunidad se presente (y a veces tendrás que crear la oportunidad tú mismo), debes acercarte a otra persona y preguntarle: «¿Te interesaría leer la Biblia conmigo por unas semanas?». No puedes creer la mentira de que no estás listo para un compromiso como este o que necesitas más entrenamiento teológico para poder aprender con alguien más. No se trata de nosotros o de cuánto conocimiento tenemos, sino de lo que el Espíritu Santo puede hacer por medio de nosotros.
- Planifica. Finalmente, formula un plan para juntarse el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar cada semana (o cada dos semanas) para leer la Biblia juntos. La consistencia es clave.
A la hora de reunirte con alguien para leer la Biblia, así es como pueden pasar el tiempo juntos:
- Escojan un texto, oren que Dios les dé entendimiento y lean el pasaje en voz alta. Asegúrate de escoger un lugar donde puedan leer, conversar y orar sin que hayan interrupciones por todo aquello que genere distracciones. Tomen turnos leyendo los versículos.
- Conversen juntos sobre el texto. Nada mata la discusión más que una persona que monopoliza la conversación y convierte el diálogo en un monólogo. Debes escuchar más de lo que hablas. Lo más importante no es dar todas las respuestas correctas, sino crear un espacio donde puedan hablar libremente sobre el texto y sus vidas.
- Apliquen el pasaje a sus vidas. No nos ayuda escuchar ni conversar sobre la Biblia, si no somos también hacedores (Stg 1:22-25). Recuerda que las aplicaciones siempre deben nacer del texto y no de nuestras ideas.
- Concluyan su tiempo orando nuevamente, dándole gracias a Dios por Su Palabra y por la comunidad que están disfrutando al leerla juntos.
- Antes de salir, comparen calendarios y confirmen su próxima reunión. No olvides considerar el horario de la otra persona (cuánto tiempo pasan juntos, cuánto conoces a la otra persona, dónde trabaja, si tiene hijos, etc.).
Cada reunión se verá diferente… ¡y así debería ser! Nuestro tiempo de lectura con nuestros hijos será distinto a nuestra lectura con un hermano de la iglesia o un amigo no creyente. El punto no es que perfecciones un método o aparentes ser el experto en la Biblia, el punto es que lo hagas con otros. Como dice un viejo proverbio africano, «Si quieres ir rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve acompañado».