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¿Silencio es igual a apoyo?

En un artículo de 2012 para la edición digital de la revista Slate, Will Oremus hizo una pregunta provocativa: ¿Jesús era homófobo?

La redacción del artículo fue motivada por una historia sobre un adolescente homosexual en Ohio, quien estaba demandando a su escuela secundaria después de que las autoridades escolares le prohibieran usar una camiseta que decía: «Jesús no es un homófobo».

Oremus estaba menos interesado por los asuntos legales de la historia que por la precisión de la declaración en la camiseta. Oremus sugiere que los puntos de vista de Jesús sobre la homosexualidad eran más inclusivos que los de Pablo. Por eso escribe:

Si bien es razonable suponer que Jesús y sus compañeros judíos en la Palestina del primer siglo habrían desaprobado las prácticas homosexuales, no hay registro de que alguna vez haya mencionado la homosexualidad, y mucho menos expresado una repulsión particular al respecto… Nunca en la Biblia Jesús mismo ofrece una prohibición explícita de la homosexualidad.

Oremus parece sugerir que, dado que Jesús nunca mencionó explícitamente la homosexualidad, no debe haber estado muy preocupado por ese tema.

Hay al menos dos razones por las que deberíamos ser escépticos a este punto de vista.

Dos problemas

Primero, hay muchos temas éticos sobre los que Jesús no hizo ninguna declaración explícita. Esa observación difícilmente significa que Su visión moral no tiene relevancia para esos temas.

Jesús nunca dijo nada explícito sobre el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o el abuso de menores. Pero sería una afirmación inaceptable concluir de ese hecho que la enseñanza de Jesús es irrelevante para nuestra evaluación ética de esos temas.

Jesús afirmó la unión pactada de un hombre y una mujer como la única expresión normativa de la sexualidad humana

Segundo, Jesús habló de manera explícita sobre la inmoralidad sexual en general y la naturaleza del matrimonio. Denunció la primera (p. ej., Mt 5:28; 15:19) y definió la segunda según Génesis 2:24: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (cp. Mt 19:5; Mr 10:7-8).

Jesús afirmó la unión pactada de un hombre y una mujer como la única expresión normativa de la sexualidad humana. Es increíble que haya quienes sugieren que estas palabras de Jesús no tienen nada que ver con la cuestión de la homosexualidad. Seguro que tienen que ver.

Jesús vs. Pablo

Así que Oremus ha malinterpretado la relevancia de la enseñanza de Jesús sobre la cuestión homosexual. Sin embargo, continúa contrastando la actitud de Jesús con la del apóstol Pablo con estas palabras:

Incluso si Jesús consideraba la homosexualidad como un pecado, tenía una inclinación por acercarse a los pecadores en lugar de esquivarlos… Sin embargo, no todos los seguidores de Jesús tenían una opinión tan tierna. En Romanos 1, Pablo denunció las relaciones homosexuales como antinaturales —como un ejemplo atroz de la decadencia pagana— y dijo que traerían la ira de Dios.

Aquí hay otra repetición de la pelea hermenéutica entre dos «enfrentados» que es tan popular hoy en día: la opinión de que Jesús y Pablo están fundamentalmente en desacuerdo sobre una variedad de temas éticos.

En una esquina está Jesús: amante de la paz, perdonador de enemigos, igualitario e inclusivo con respecto a los homosexuales. En la otra esquina está Pablo: belicista, partidario de la pena de muerte, patriarcal y excluyente con respecto a los homosexuales.

Mientras que Jesús era todo amor y tolerancia, el mensaje de Pablo se trataba de «ira» e intolerancia. Así parece reivindicarse el eslogan de aquella camiseta: a pesar de los complejos de personas como Pablo, Jesús no era homófobo.

Una pelea imaginaria

Aquellos que organizan enfrentamientos hermenéuticos entre Pablo y Jesús están promoviendo una contienda que ni Jesús ni Pablo habrían tolerado jamás. Este acercamiento tiende a socavar la afirmación del Nuevo Testamento de ser una base normativa para la ética, al subordinar las letras negras (palabras de otros personajes en la Biblia) a las rojas (palabras de Jesucristo).

Al fin y al cabo, este argumento no se trata del color de las letras en el Nuevo Testamento, sino de la naturaleza de las Escrituras. Aquellos que deseen establecer una autoridad bíblica a largo plazo evitarán el enfoque de enfrentamiento hermenéutico. Quienes en verdad deseen ser cristianos de letras rojas prestarán atención a las palabras de Pablo y a los otros autores apostólicos de las Escrituras como las mismas palabras de Cristo.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por el Equipo Coalición.
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