Para otras perspectivas sobre la psicología y más reflexiones sobre la consejería bíblica, te invitamos a explorar nuestros recursos al respecto (ver enlaces).
«¡La psicología cristiana no existe!», escuché decir a un orador durante una conferencia sobre consejería bíblica varios años atrás. Recuerdo que con mis amigos y compañeros de la carrera de psicología quedamos asombrados por lo que estábamos escuchando. Estudiar psicología se había convertido en mi propósito. Creía que, si a mi conocimiento bíblico le agregaba aprendizaje sobre cómo funciona la mente humana, entonces podría ayudar mejor a los demás. En ese momento no me daba cuenta de que, aunque mi intención era buena, yo tenía varios conceptos equivocados.
Aquel primer encuentro con la consejería bíblica fue desafiante para mí. Mi primera reacción fue de enojo; el orador atacaba la profesión que había escogido, ¡mi identidad! Sentí que la consejería bíblica era opuesta a la psicología y a los avances en materia de salud (estos son algunos de los mitos que quiero abordar en este escrito).
Sin embargo, Dios ha transformado mi manera de pensar desde entonces, al punto que hoy no me desempeño como psicóloga. En cambio, me capacité como consejera bíblica y defiendo la Palabra de Dios como la verdad suficiente para lidiar con cada aspecto de la vida humana.
Así como yo, muchos cristianos han tenido un primer encuentro difícil con la consejería bíblica. Esto se debe en parte a que existen muchos prejuicios al respecto. Pero antes de exponer varios mitos sobre la consejería bíblica, un primer paso es definir de qué se trata. La Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados (ACBC) la define como: «El ministerio de discipulado personal e intensivo del pueblo de Dios, unos a otros, bajo la supervisión de la iglesia, en dependencia de la autoridad y la suficiencia de la Palabra, a través de la obra del Espíritu Santo».
A partir de esta definición, quisiera invitarte a pensar en cuatro mitos acerca de la consejería bíblica y la verdad correspondiente al respecto.
Mito #1: “La consejería bíblica no puede tratar todos los problemas”.
El mito que quizás más he escuchado es que la consejería bíblica no puede tratar todos los problemas de las personas, pues muchos creyentes llegan a esta conclusión cuando creen que la Biblia no aborda la cuestión puntual con la que luchan.
Como el caso de Lohana (nombre ficticio). Ella luchaba con pensamientos intrusivos y sentía la compulsión de lavarse las manos continuamente. Creía que la Biblia no tenía nada para decir respecto a su situación y que solo necesitaba algún medicamento para bajar su ansiedad y controlar un poco sus pensamientos.
Esta idea de que la Biblia no es suficiente está potenciada por la cultura individualista en la que vivimos. Al igual que en la época de los jueces de Israel (Jue 17:6), hoy cada cual hace lo correcto a sus propios ojos y la «sabiduría individual» se ha elevado por encima de toda fuente de verdad.
La consejería bíblica puede abordar todos los problemas humanos porque se fundamenta en la Palabra poderosa del Dios soberano
Ante esta situación, es importante señalar que la consejería bíblica parte de una cosmovisión bíblica, es decir, de una forma de ver toda la vida desde la perspectiva de la Palabra de Dios, pues ella es suficiente para «todo cuanto concierne a la vida y a la piedad» (2 P 1:3). La Biblia es «respirada por Dios» (cp. 2 Ti 3:16) y, por tanto, es la fuente principal de verdad y la más autorizada para abordar los problemas humanos.
La Biblia, al ser la Palabra soberana de Dios, habla de todos los aspectos de la vida, incluso cuando no aborda directamente casos particulares. Lohana, por ejemplo, quien creía que la Biblia no abordaba su problema, necesitaba entender que todas las conductas provienen de lo que hay en el corazón. Aunque la Biblia no utiliza la expresión «trastorno obsesivo compulsivo», con el que la habían diagnosticado, sí habla del corazón que lucha por confiar y descansar en Dios (1 P 5:6-7). Aquella conducta obsesiva provenía de un deseo de tener el control absoluto, así que la Palabra de Dios la ayudó a humillarse ante Él y confiar en Su cuidado.
Verdad #1: La consejería bíblica puede abordar todos los problemas humanos porque se fundamenta en la Palabra poderosa del Dios soberano.
Mito #2: “La consejería bíblica se opone a la atención médica o la ignora”.
Ligado a lo anterior, quizás hayas escuchado decir que «la consejería bíblica no cree que la gente tenga problemas médicos», o alguna frase por el estilo.
Se asume que los consejeros bíblicos piensan que todo problema es un problema solamente espiritual y que se oponen a que los cristianos acudan a un especialista de la salud. Cuando las personas creen que esto es así, piensan que la consejería bíblica puede hacer poco por ellos. Alguien que lucha contra la ansiedad, como Lohana, prefiere tomar algún medicamento antes que ir con un consejero, porque cree que los puros consejos bíblicos no la pueden ayudar realmente.
La consejería bíblica sostiene la convicción de que la sabiduría de Dios revelada en la Escritura es suficiente para ministrar a las personas de un modo transformador en sus problemas relacionados con la consejería, sin necesidad de complementarse con terapias seculares que la psicología ofrece. Pero de ninguna manera niega que la atención médica sea importante, sino todo lo contrario. La verdad bíblica nos impulsa a abrazar la ciencia médica, porque la fe y la ciencia no se contradicen.
La Palabra de Dios enseña con claridad sobre los aspectos material e inmaterial de los seres humanos. Dado que somos seres físicos, la Biblia fomenta el cuidado del cuerpo. De la misma manera, nos anima a no pasar por alto la dimensión espiritual de todos los problemas humanos.
El autor y consejero bíblico Heath Lambert aborda la dinámica entre la consejería bíblica y la atención médica a través de un ejemplo común. La cita es extensa pero valiosa:
Tomemos un problema espiritual, como la ansiedad. Jesús dice que la ansiedad es un pecado [cp. Mt 6:25-34]. Ahora, cuando entiendes lo que enseña la Biblia sobre el hecho de que somos cuerpo y alma, por supuesto, entenderemos que ese problema espiritual de ansiedad se va a manifestar en manifestaciones físicas. Así que no nos sorprende que haya manifestaciones físicas de problemas espirituales. Pero Jesucristo piensa que la ansiedad es, en la raíz, un problema espiritual, y en última instancia no se puede arreglar lo espiritual con lo médico. Esto no quiere decir que nunca sea necesaria una intervención médica para alguien que, por ejemplo, tenga un ataque de pánico y necesite ir a urgencias. Pero sí quiere decir que cuando ofrecemos atención médica no estamos llegando al meollo de la cuestión. Tenemos que ofrecer atención espiritual para los problemas espirituales.1
Entonces, como consejeros bíblicos, debemos tratar a los aconsejados desde una perspectiva bipartita (reconociendo el aspecto físico y el espiritual de las personas). Pero como no somos médicos, ni estamos haciendo un ministerio médico, debemos dejar esa parte del tratamiento en manos de los que saben lo que hacen en esa área, mientras nosotros abordamos el aspecto espiritual del problema.
Verdad #2: No existe una rivalidad entre la consejería bíblica y las ciencias de la salud; más bien, pueden y deben trabajar juntas.
Mito #3: “La consejería bíblica está en contra de toda la psicología”.
No tengo dudas de que este mito es de los más controversiales. Aún recuerdo la noche que escuché al orador decir: «La psicología cristiana no existe». Mi primer pensamiento fue: ¿Acaso los consejeros bíblicos odian la psicología? ¿Acaso creen que la psicología no sirve para nada?
Como consejeros bíblicos, debemos tratar a los aconsejados desde una perspectiva bipartita: reconociendo el aspecto físico y espiritual de las personas
Bueno, voy a ser concreta. La consejería bíblica no está en contra de toda la psicología, sino en contra de su interpretación de los hechos y el tratamiento que deriva de allí. Esto se debe a dos problemas fundamentales de la psicología: su cosmovisión materialista y su desatención a los efectos noéticos del pecado. Déjame explicar estos conceptos.
Respecto a su cosmovisión, la psicología parte de un modelo puramente naturalista y materialista, que no ve a los seres humanos como criaturas con cuerpo y alma. Esta rama de la ciencia se concentra en el cuerpo, y más específicamente en el cerebro, el cual, según su modelo filosófico, es el sistema que recibe, coordina, integra e influye en la actividad de todas las partes del cuerpo. Sin embargo, esta perspectiva deja de lado el aspecto inmaterial y espiritual de las personas.
Los cristianos podemos obtener datos importantes del campo de la psicología que ayuden a la tarea de aconsejar bíblicamente a otros, siempre que se empleen métodos científicos válidos para abordar el funcionamiento del cerebro y los procesos mentales. Sin embargo, recuerda que ese es solo un aspecto de los problemas humanos. Necesitamos más que la información física o química que nos pueda brindar la psicología.
Pero el mayor problema es que la psicología, una vez que obtiene sus datos sobre los problemas de las personas, los interpreta y ofrece un tratamiento a partir de su interpretación desde una cosmovisión materialista. Este es el punto crítico donde la psicología secular se aleja de la consejería bíblica, debido a un concepto importante: no toma en cuenta los efectos noéticos del pecado.
Cuando hablamos de los efectos noéticos, hablamos de las consecuencias que produjo la caída y el pecado (Gn 3) en la mente y los pensamientos humanos. El pecado distorsiona y afecta negativamente nuestro intelecto y nuestra capacidad de entender las cosas con claridad. La Biblia enseña que los seres humanos no tienen excusa en cuanto al conocimiento de Dios, porque «es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente» (Ro 1:19). Sin embargo, debido al pecado, los seres humanos no quieren ni pueden reconocer la verdad. Por rechazar a Dios, «se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido» (v. 21).
Entonces, debido a la gracia común de Dios hacia nosotros, por la cual Dios restringe el pecado y sus efectos y derrama bendiciones tanto en creyentes como incrédulos, la psicología puede recolectar información valiosa. Pero a medida que los psicólogos seculares comienzan a interpretar los datos de sus estudios sin tomar en cuenta a Dios y descuidando a la humanidad como portadora de la imagen de Dios y quebrantada por su pecado, su interpretación y tratamiento se aleja de la verdad de Dios. Heath Lambert dice al respecto:
La gracia común hace posible que los incrédulos conozcan algunos hechos, pero los efectos noéticos del pecado no les permiten aceptar los hechos más importantes. En la consejería, mientras más se acerquen los incrédulos a los asuntos relacionados con Dios, al significado supremo de la vida y a los problemas que afectan a la humanidad, mayor será el impacto de los efectos noéticos del pecado en su pensamiento y más cautelosos deben ser los cristianos al aceptar la información que de ellos proviene (Teología de la consejería bíblica, p. 47).
Entonces, aunque los datos observables obtenidos por la psicología secular pueden ser útiles, debemos ser cuidadosos con la interpretación de esos datos y el tipo de terapia que se deriva de dicha interpretación. Para la perspectiva psicológica, la psique humana es el resultado de procesos químicos y biológicos, y el objetivo de su tratamiento es alcanzar un grado satisfactorio de autoestima, felicidad y autonomía personal, algo en lo que también hay una separación grande con la consejería bíblica, donde el objetivo es crecer a imagen de Cristo, gozarnos en Él y darle la gloria en todo.
Debemos mantenernos alerta con nuestro propio corazón y razonamiento, pues todavía vivimos en un cuerpo y un mundo caídos
Con esto en mente, es obvio que la ayuda que brinda la psicoterapia no es neutral: nace de una manera de ver la realidad, y del lugar que el ser humano y Dios ocupan en esa visión de la realidad. Pero es una perspectiva que choca con la verdad bíblica.
Al final, los efectos noéticos del pecado son un llamado de atención para los cristianos también. Debemos mantenernos alerta con nuestro propio corazón y razonamiento, pues todavía vivimos en un cuerpo y un mundo caídos. Debemos esforzarnos por renovar nuestras mentes y pensamientos en la Palabra del Señor.
Verdad #3: La consejería bíblica valora los aportes de la psicología en cuanto a los datos científicos sobre el cerebro y los procesos mentales; pero rechaza toda interpretación y tratamiento terapéutico que nacen de una interpretación materialista y contraria a la Palabra de Dios.
Mito #4: “Solo un ‘experto’ puede dar consejería bíblica”.
Imagina que un hermano de tu iglesia se acerca para decirte algo como «Estoy luchando contra la pornagrafia y necesito ayuda» o «Mi matrimonio no va más, estoy pensando en divorciarme» o «Esta semana estuve luchando tanto contra la ansiedad que pensé en quitarme la vida». ¿Qué harías en una situación así? ¿Quién en la iglesia debería ayudar a los hermanos que atraviesan situaciones como estas?
Muchos cristianos tienen la idea equivocada de que no pueden dar ninguna ayuda en estas circunstancias; que se necesita del pastor, un consejero capacitado o un psicólogo en la iglesia. En resumen, pensamos que la consejería bíblica solo puede ser ejercida por expertos y especialistas. Sin embargo, la consejería bíblica es un ministerio que toda la iglesia puede y debe practicar.
Es cierto que aquellos creyentes que se han capacitado en la consejería bíblica pueden aportar buena experiencia, que sin dudas se valora. Pero, al fin y al cabo, ellos están cumpliendo con el llamado para cada cristiano: hablar la Palabra de Dios unos con otros (Ef 4:15, 25).
La iglesia local es el hogar natural para el ministerio cara a cara, para cumplir los mandatos de los unos a los otros en la Biblia: «Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos» (1 Ts 5:14). La consejería bíblica se lleva a cabo en las conversaciones sabias y útiles entre creyentes.
Entonces, ¿quién tiene la responsabilidad de cuidar a las almas de los creyentes o hacer consejería? Sin dudas, la iglesia local tiene la autoridad para ayudar a las personas con los problemas más profundos en el mundo. La iglesia es «columna y sostén de la verdad» (1 Ti 3:15), donde la Biblia se cultiva en las relaciones fraternales para brindar guía, sostén y exhortación en los momentos duros que todo cristiano enfrenta.
Amo la consejería bíblica porque amo poder escuchar y servir a muchas hermanas a crecer a la estatura de Cristo
Esto es un recordatorio para que cada miembro de la iglesia esté listo y bien nutrido para dar consejos bíblicos y certeros a quienes lo necesitan. Te animo a preguntarte: ¿Estás bien nutrido con la Palabra de verdad?
Verdad #4: Todos los cristianos pueden brindar consejería bíblica cuando están llenos de la Palabra de Dios y hablan la verdad en amor.
Practiquemos la consejería bíblica
Existen otros mitos, pero traté de abordar aquellos que, en mi experiencia, son los más urgentes. Espero animar a los cristianos a que seamos fieles instrumentos en las manos de nuestro Redentor y usemos Su Palabra como la fuente de sabiduría para aconsejar a otros.
Puedo decir que amo la consejería bíblica porque amo poder escuchar y servir a muchas hermanas a crecer a la estatura de Cristo. La consejería bíblica me ha ayudado a no confiar en la sabiduría humana como la suprema fuente de verdad. Por eso, es mi oración que en cada charla, proceso o consejo, sea el Espíritu Santo obrando, iluminando los ojos y transformando los corazones a través de la Palabra de Dios. Ese es el tipo de consejería que todos los cristianos estamos llamados a practicar.
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