Este es un fragmento adaptado de La sabiduría de Dios para caminar por la vida: Un devocional anual basado en el libro de Proverbios (Andamio Editorial, 2018), por Timothy y Kathy Keller.
Aunque el libro de Proverbios está en nuestra Biblia luego de los Salmos, hay grandes diferencias entre ambos libros.
Los Salmos están llenos de expresiones de emoción, dolor, gozo, y alabanza. Nos muestran cómo podemos procesar nuestras experiencias delante de Dios. Proverbios es un libro muy distinto. Nos llama a estudiar, pensar, y aprender la disciplina práctica de centrar nuestros pensamientos y acciones en Dios. De hecho, uno de los mensajes principales de Proverbios es: en realidad nunca has pensado lo suficiente sobre nada.
Los Salmos tratan de la manera de lanzarnos sobre Dios en fe. Proverbios habla de cómo, después de haber confiado en Dios, deberíamos poner en práctica esa fe. Si la Biblia fuese un botiquín, los Salmos serían una pomada para poner sobre la piel inflamada para calmarla y sanarla. Proverbios sería más bien sales aromáticas para despertarte y para que estuvieses en estado de alerta. Aquí hay algunos indicadores de cómo estudiar provechosamente el libro de Proverbios.
Proverbios no es un conjunto de “pasos simples hacia una vida feliz” que se gastan con rapidez.
Para empezar, Proverbios no es un conjunto de “pasos simples hacia una vida feliz” que se gastan con rapidez. Un proverbio es una manifestación artística poética que infunde sabiduría en ti a medida que trabajas con ella. Como lectores en español, no podemos recibir toda la fuerza del original, pero aun así podemos aprender lo suficiente de las características de la poesía hebrea para discernir los distintos niveles de significado que, de otra forma, pasaríamos por alto. Quizás la marca fundamental de la poesía hebrea es el paralelismo. Dos frases, cláusulas u oraciones, se unen a través de una conexión cercana la una con la otra, de modo que se modifican y se refuerzan la una a la otra. La segunda puede aumentar y ampliar el pensamiento de la primera o puede, al contrario, ofrecer una contraposición que limita o suaviza la primera idea.
En cualquier caso, los dos pensamientos se aclaran el uno al otro y agudizan nuestra comprensión. Así, Proverbios 13:6 dice: “La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador” (NVI). La primera cláusula nos ayuda a entender “la maldad” en la segunda cláusula de forma más específica como una falta de integridad. Debido al paralelismo, las palabras “maldad” y “justicia”, “sabio” y “necio”, que aparecen de forma constante y (aparentemente) repetitiva, en realidad significan algo diferente en cada proverbio. Perdemos parte del significado de un proverbio a no ser que comparemos las cláusulas con detalle y observemos la interacción entre las palabras.
Otra característica prominente de la poesía hebrea, como en toda la poesía, es la importancia de las imágenes vívidas. Una mujer bella pero indiscreta es como una argolla de oro en el hocico de un cerdo (Pr. 11:22), el empleado perezoso es como vinagre a los dientes (Pr. 10:26). Las imágenes y las metáforas son siempre una invitación a reflexionar sobre las muchas maneras en las que “esto es como eso”. Un lector reflexivo puede enumerar cinco, diez, y aún más maneras en las que la imagen explica el principio.
Proverbios revelará su significado más completo y profundo cuando leamos el libro a la luz de la persona y la obra de Jesús.
Además, nunca deberíamos olvidarnos de que Proverbios no fue escrito para la lectura privada, sino como un manual sobre el que un grupo de estudiantes trabajarían acompañados de mentores más mayores y más sabios. En el mejor de los casos, entonces, recomendamos profundizar en Proverbios junto con un grupo de amigos. Aquí sugerimos cómo hacerlo de este modo.
Por último, aunque decimos que Proverbios es un “libro”, en realidad, es un capítulo de un libro mucho más grande, la Biblia, que presenta a través de sus numerosas partes y narrativas, una sola historia coherente. Esa historia es que la humanidad ha dañado la creación de Dios a través del pecado y ahora necesita salvación, y esa salvación la ha logrado y solo se encuentra en Jesucristo. Por lo tanto, como con cualquier otra parte de la Biblia, Proverbios revelará su significado más completo y profundo cuando leamos el libro a la luz de la persona y la obra de Jesús. Él asombró a sus oyentes con su sabiduría (Lc. 2:40, 47; Mr. 6:2). Afirmó ser el nuevo Salomón con una sabiduría suprema (Lc. 11:31). La Sabiduría personificada que creó el mundo (Pr. 8:22-31) resulta, en última instancia, ser Jesús, la Palabra de Dios, con quien Dios creó el mundo (Jn. 1:1-4). Pablo llama a Jesús la sabiduría de Dios (1 Co. 1:24, 30), en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría de Dios (Col. 2:3).
Recuerda también que “el temor del Señor” (Pr. 1:7, 9:10) es el principio de la sabiduría. Un prerrequisito absoluto para la sabiduría es una relación viva y vital con Dios. Este “temor”, como veremos, no es un terror servil, sino una actitud de reverencia y asombro ante el amor fiel y de pacto de Dios. El Nuevo Testamento nos muestra que el tipo de relación con el Señor que Proverbios exige se puede alcanzar de forma plena a través de la fe en el evangelio de Jesucristo.
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