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En Lucas capítulo 3, Juan el bautista llama a aquellos que se arrepienten a mostrar con frutos su arrepentimiento. ¿Cómo se ve el fruto del arrepentimiento? Es muy probable que todos hayamos tratado con una persona orgullosa que se rehúsa a reconocer error alguno. Esta persona simplemente continúa en su pecado sin arrepentirse. Otros llegan al punto de decir: “Disculpa si lo que hice te ofendió”. Eso no es arrepentimiento; ni si quiera es una disculpa genuina.

Por supuesto, al tener que tratar con el pecado en la iglesia, siempre tenemos esperanza en la posibilidad que cuando una persona sea confrontada, se arrepentirá genuinamente. Y aun así, la Escritura nos alerta a la realidad de que existen tristeza que no lleva al arrepentimiento (2 Co. 7:1-16). Si vamos a pastorear bien a nuestra gente, entonces necesitamos aprender a discernir las diferencias, porque “la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar”, sin embargo, “la tristeza del mundo produce muerte” (2 Co. 7:10). Entonces, ¿cómo podemos identificar, e incluso impulsar la tristeza piadosa que lleva al arrepentimiento?

Jared Wilson identifica doce señales de arrepentimiento genuino. Estas son señales útiles que muestran si alguien está verdaderamente arrepentido o no. Nuestros pastores a menudo usan esta lista mientras vamos ayudando a la gente que lucha con su pecado a venir al arrepentimiento genuino. Quiero compartir con ustedes estas doce señales de arrepentimiento genuino, esperando que también les sea útil:

  1. A nuestro pecado lo llamamos pecado, y no le damos la vuelta o lo excusamos, y aun más, demostramos “tristeza piadosa”, lo que quiere decir: un dolor que viene principalmente por el pecado mismo, no solo el dolor por haber sido descubiertos, o por tener que enfrentar las consecuencias del pecado.
  2. Confesamos antes de ser descubiertos o de que nos alcancen las consecuencias circunstanciales de nuestro pecado.
  3. Si somos descubiertos, confesamos inmediatamente, o muy poco después, y nos abrimos por completo, en lugar de que nos tengan que arrancar la verdad. El arrepentimiento verdadero es acompañado usualmente por transparencia.
  4. Tenemos voluntad y entusiasmo de enmendar las cosas. Haremos lo que sea necesario para hacer las cosas bien y demostrar que hemos cambiado.
  5. Somos pacientes con aquellos que hemos herido o victimizado, pasando el tiempo que se requiera escuchándolos sin saltar en defensa nuestra.
  6. Somos pacientes con aquellos que hemos herido o victimizado mientras procesan su dolor, y no los presionamos o “culpamos” para que nos perdonen.
  7. Estamos dispuestos a confesar nuestro pecado incluso frente a consecuencias serias (incluyendo pasar por la disciplina de la iglesia, tener que ir a prisión, o que nuestro cónyuge nos deje).
  8. Podemos dolernos de las consecuencias de nuestro pecado, pero sin enojarnos o resentirnos. Entendemos que a veces nuestro pecado causa gran daño a otros que no es sanado a corto plazo (o quizá nunca).
  9. Si nuestro pecado involucra adicción o un patrón de comportamiento, somos diligentes en buscar ayuda con un consejero, un buen programa de rehabilitación, o incluso un centro de rehabilitación.
  10. No tomamos a mal el rendir cuentas, la reprensión pastoral, o la disciplina de la iglesia.
  11. Buscamos nuestro consuelo en la gracia de Dios en Jesucristo, no simplemente en ser libres de las consecuencias de nuestro pecado.
  12. Somos humildes y receptivos a la enseñanza.

Como cristianos, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado por la fe en Jesucristo. Pero no hemos sido librados aún de la presencia del pecado. En la práctica, entonces, debemos continuar peleando la batalla de la fe contra el pecado. Eso incluye ayudarnos a arrepentirnos del pecado.

Usa estas doce señales como guía cuando camines junto a hermanos que necesitan arrepentirse. Conviértelas en preguntas si es de más ayuda. Por ejemplo, señal 10: “¿Estás dispuesto a rendir cuentas? ¿A la reprensión pastoral? ¿Incluso a disciplina en la iglesia, si se tiene que llegar a ello?”. O señal 7: “¿Estás dispuesto a confesar tu pecado, incluso si significa enfrentar serias consecuencias?”.

Como iglesia, no tenemos solo la misión de compartir el evangelio de Jesús con no creyentes; también tenemos la responsabilidad de mostrar este evangelio viviendo juntos en santidad. No somos perfectos, pero estamos siendo perfeccionados por la gracia de Dios a través de varios medios: la Palabra, el Espíritu, y el prójimo. Es cierto que no seremos perfectos hasta la venida de Cristo, así que debemos continuar peleando contra el pecado, arrepintiéndonos cuando pequemos. Hasta que Cristo regrese, o se nos vaya el aliento, entonces, usemos todos los medios que Dios nos da para vivir nuestras vidas de una manera digna del llamado al que hemos sido llamados.


Publicado originalmente en LifeWay. Traducido por Harold Bayona.
Imagen: Lightstock.
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