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¿Sabes qué es la meditación? Al tratar de responder esta simple pregunta, ya lo estás intentando. Robert J. Morgan propone esta misma pregunta, pero llevada a las Escrituras por medio de su libro Recuperemos el arte perdido de la meditación bíblica: Encuentre verdadera paz en Jesús (Vida, 2020). Estas son 20 frases destacadas que encontré en mi lectura de este recurso:


Cuando llegamos a Jesús, Él hace brillar su sabiduría en nuestros corazones e inspira nuestros pensamientos. Él nos ayuda a enfocarnos en Dios y a adquirir perspectiva (p. 7).

Aunque somos redimidos en el calvario, el proceso de reparar la mente no es un suceso de una sola ocasión. Es un proceso, el cual se explica en Romanos 12 (p. 9).

Para consumar el buen plan de Dios y cumplir su voluntad debemos dejar de pensar de la forma en que el mundo piensa y comenzar a pensar como Él lo hace (p. 10).

Mientras reflexionamos, imaginamos y personalizamos la Palabra de Dios, comenzamos a ver la vida a través de sus lentes, a ver el mundo desde su perspectiva (p. 10).

La meditación bíblica es el acto de recuperar y considerar pasajes específicos que Dios nos da durante los acontecimientos de la vida (p. 14).

Aunque nunca comprenderemos totalmente los pensamientos de Dios, la meditación nos permite progresar al alinear nuestros pensamientos de manera más precisa con los suyos (p. 18).

La meditación es el proceso por medio del cual nuestros pensamientos llegan a reflejar los pensamientos de Dios, permitiéndonos ver las cosas en sus términos, desde su perspectiva y con su sabiduría (p. 20).

La meditación bíblica nos edifica y nos permite vernos a nosotros mismos y a nuestra vida como el Señor la ve (p. 31).

La paz celestial llega a través de la meditación y la confianza. Nuestra mente debe perseverar en Él y confiar en Jehová el Señor para siempre (p. 32).

La meditación es mantener nuestra mente en el Señor, amándolo con cada pensamiento, temiéndole y deleitándose en sus mandamientos (p. 33).

La vida está llena de descubrimientos maravillosos cuando meditamos en la Palabra de Dios. Apague la televisión, halle un lugar tranquilo y abra la Biblia (p. 41).

Muchos de nuestros grandes himnos y canciones de alabanza son el producto de alguien que estaba meditando en una verdad o versículo de las Escrituras (p. 45).

La verdadera meditación bíblica requiere un estudio sistemático de la Biblia, porque la Palabra de Dios provee el alimento para profundizar en la reflexión (p. 61).

Dios nos ha dado un libro lo suficientemente pequeño para sostenerlo en nuestras manos, lo suficientemente grande para estudiarlo toda la vida, y lo suficientemente rico para satisfacer nuestro corazón y nuestra mente para siempre (p. 64).

En un sentido, la meditación es encontrar versículos en la Biblia y ponerles nuestro nombre. Es reflexionar y personalizar las Escrituras (p. 66).

Leer y escuchar la Biblia es como comerla: la misma entra en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu (p. 67).

La meditación bíblica es el arte de hablarnos a nosotros mismos acerca de lo que Dios nos ha dicho; y lo que compartimos con otros es lo que se desborda (p. 70).

La meditación bíblica no es solo un asunto de meditar en las Escrituras; es meditar en el Dios de las Escrituras (p. 79).

Debemos meditar en la esencia, la personalidad, la santidad, la fidelidad, la inalterabilidad, la bondad, la grandeza, el poder, el amor, la majestad y la gracia de nuestro Dios (p. 79).

Como creyente necesito alejar mis pensamientos de la inmundicia moral y el mal que predomina tanto. Necesito aceptar humildemente la palabra implantada (p. 112).

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