Juan Calvino decía que el corazón humano es una fábrica de ídolos. Cuánta razón tenía.
Hace un par de años terminé la licenciatura en nutrición. Una de mis materias favoritas fue Trastornos de la alimentación, que consistía en entender las diferentes causas de los malos comportamientos alimenticios. Sin embargo, solo la Biblia puede mostrarnos lo que está verdaderamente en la raíz de muchos de ellos.
Desde una perspectiva humana, es fácil pensar que estos problemas de comportamiento tienen raíz en factores externos. Pero la Biblia enseña que el origen de los problemas parte del propio corazón idólatra. Como exhortó el profeta Jeremías:
Más engañoso que todo es el corazón,
Y sin remedio;
¿Quién lo comprenderá?
Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón,
Pruebo los pensamientos,
Para dar a cada uno según sus caminos,
Según el fruto de sus obras (Jr 17:9-10).
Debido a que solo Dios conoce lo que hay detrás de cada acción, te animo a reflexionar en estas tres señales de idolatría que se reflejan en una alimentación desordenada:
1. Cuando comes por ansiedad o estrés
Vivimos en una época en la que el estrés y la ansiedad se han vuelto nuestros compañeros de vida. Algunas personas, cuando sienten temor, preocupación o estrés, acuden a lo que consideran el «alivio» más rápido para su alma: abrir un paquete de galletas, dulces o papas. Así, sienten más «ligera» su carga, al menos por un momento; como si los alimentos fueran un medio para encontrar paz o esperanza. Una acción así denota falta de confianza en Dios, pues en vez de acudir a Él en oración para pedir fortaleza, se descansa en un alivio pasajero que solo traerá problemas de salud.
¿Cómo derribar ese ídolo? Jesús nos dice:
Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera (Mt 11:28-30).
Podemos acudir a Él en oración sabiendo que nada se sale de Su control y que en Él encontraremos descanso para nuestras almas.
2. Cuando comes en exceso
A todos nos ha pasado alguna vez: comemos un platillo que nos gusta mucho y pedimos dos o hasta tres porciones extra, pues sentimos que es nuestra última oportunidad para disfrutar de esos alimentos. Si esto es un comportamiento repetitivo o has notado que continúas comiendo aunque ya estés satisfecho, te animo a examinar tu corazón y reflexionar en la razón del porqué lo haces.
Comer en exceso denota una falta de dominio propio e idolatría por la búsqueda de placer inmediato. No debes minimizar esta señal de alerta, pues así como el adicto a la pornografía busca placer en un lugar inapropiado, el adicto a la comida también lo hace: cree que encuentra su máximo deleite en la comida y no en Dios.
Comer en exceso denota una falta de dominio propio e idolatría por la búsqueda de placer inmediato
¿Cómo derribar ese ídolo? Todos nacemos con la necesidad de adorar y buscar placer. Respecto a esto, el pastor John Piper promueve el hedonismo cristiano, que consiste en entender que solo Dios puede satisfacernos y que fuimos hechos para deleitarnos en Él. Nosotros podemos deleitarnos en Dios mucho más de lo que nos deleitamos en los platillos de comida.
¿Qué tal si organizas una noche de ayuno en la que pidas a Dios encontrar el máximo placer en Él? Medita en lo que dijo el salmista: «En Tu presencia hay plenitud de gozo; / En Tu diestra hay deleites para siempre» (Sal 16:11).
3. Cuando comes obsesivamente alimentos saludables
Por increíble que parezca, la obsesión por la comida saludable ya es considerada un trastorno de la alimentación llamado «ortorexia». Las personas con ortorexia solo consumen alimentos orgánicos, sin pesticidas, sin aditivos, sin conservantes y con preparaciones especiales. Si la comida no cumple con las características que desean, prefieren dejar de comer por temor a que su cuerpo se dañe, lo cual es una ironía, pues el cuerpo falla por falta de alimento.
Dios creó los alimentos para nutrirnos y para que disfrutáramos de ellos. Pero la plenitud solo la podemos encontrar en el evangelio a través de Cristo
Contrario a las personas que solo buscan placer en la comida, el ortoréxico se olvida de disfrutar de los alimentos y dar gracias a Dios por ellos, convirtiendo su filosofía de alimentación saludable en un dios. Toda obsesión es mala, y aunque el pretexto sea «cuidar del templo del Espíritu Santo», si te has convertido en «esclavo de la comida saludable» y vives para comer, en vez de comer para vivir, entonces ya perdiste de vista el propósito de Dios para tu vida.
No está mal comer de manera saludable. El problema está en que se convierta en la prioridad número uno de tu vida y que confíes más en tu propia «protección» que en la soberanía de Dios.
¿Cómo derribar ese ídolo? Reflexiona en lo que el apóstol Pablo dijo a Timoteo sobre los alimentos: «Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración» (1 Ti 4:4-5).
Come para la gloria de Dios
Si detectaste alguno de estos problemas alimenticios como un patrón regular en tu vida, recuerda que no estás solo. Dios puede y quiere hacerte libre. Cuando tengas alguna crisis con tu alimentación, corre a comer espiritualmente:
- Alimenta tu alma con «la leche pura de la palabra, para que por ella crezcan para salvación» (1 P 2:2).
- Pide a Dios dominio propio, «porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Ti 1:7).
- Ten en tu mesa algunos pasajes que te ayuden a no perder el rumbo, por ejemplo: «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31).
- Agradece a Dios porque «el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Fil 1:6).
Dios creó los alimentos para nutrirnos y para que disfrutáramos de ellos, pero la plenitud solo la podemos encontrar en el evangelio a través de Cristo.