Ahorrar es siempre una buena idea, aunque no siempre es posible. Unos pueden contar con un excedente a fin de mes, mientras que a otros les sobra «mucho mes al final del sueldo», como reza el dicho popular.
Por la razón que sea, muchos nos hemos encontrado en ese «valle de sombra de muerte» que llamamos fin de mes, un tiempo en el que falta dinero. Yo mismo me he quedado muchas veces con la mirada fija en el techo, como tratando de leer alguna solución en las manchas de humedad.
Debemos buscar a Dios en esos momentos de prueba. Por eso quisiera compartir contigo tres peticiones que puedes hacer en oración cuando las finanzas no salen como esperabas. Aprendí a pedir a Dios considerando estos puntos específicos gracias a experiencias propias y aún sigo ejercitándome cada vez que llega el fin de mes.
Pide por sabiduría
A veces los problemas a fin de mes tienen su origen en nuestra mala administración. Los ejemplos abundan: un «gusto» que nos dimos sin considerar cuál sería el impacto en nuestro bolsillo; una compra innecesaria o por encima de nuestras posibilidades cuando nos dejamos llevar por las apariencias; un gasto que luego se nos escapa de la memoria y no compensamos con otros recortes. Podemos ser imprudentes con el dinero de muchas formas.
Algunas personas ni siquiera tienen un presupuesto mensual (propio o familiar), ni un registro mínimo de sus gastos, algo que es muy aconsejable. No tiene que ser un libro diario de cuentas como los que llevan las empresas o negocios. Algo muy sencillo como una hoja de cálculo, una app de gastos o un cuaderno para anotar pueden ayudarnos a mantener el orden.
Debemos pedir a Dios que nos muestre dónde estamos fallando y que nos ayude a cultivar sabiduría en nuestra mayordomía del dinero. A veces somos intencionales en esto, pero todavía se nos escapan algunos gastos, tal vez porque nunca hemos recibido educación financiera de ningún tipo.
Otras veces, solo estamos siendo realmente negligentes con el dinero y los recursos que Dios nos ha dado. Debemos arrepentirnos de una actitud displicente. Desde el principio del mundo vemos un Dios de orden y sabiduría. Hacemos bien en imitar este aspecto administrativo de Su carácter.
Debemos evitar las raíces de amargura y poner nuestro gozo en Jesús, quien se hizo pobre para hacernos ricos
Dios envió a Su hijo en el tiempo preciso, de acuerdo a Su sabia administración (Ef 1:10, Gal 4:4). En Cristo hemos recibido gracia abundante y ahora Dios nos pide que también nosotros seamos sabios administradores de las bendiciones que nos concede (1 P 4:10), incluidos los bienes materiales y el dinero que nos da.
Pide por contentamiento
Los problemas económicos a fin de mes escapan del control directo de muchas personas. Un arreglo imprevisto o un diagnóstico inesperado pueden afectar todo nuestro presupuesto mensual y con buena razón. Puede deberse también a la variación de precios debido a la inflación del país o a la triste realidad de un robo. Estas son consecuencias derivadas de este mundo caído.
Estas razones «válidas» hacen que la amargura aceche nuestros corazones a fin de mes. Podemos sentir como si Dios nos hubiese olvidado y no está atento a nuestras necesidades. Llegamos al punto de tener conflictos serios en nuestro corazón y comienza a flaquear nuestra confianza en el Señor.
Debemos evitar las raíces de amargura y poner nuestro gozo en Jesús, quien se hizo pobre para hacernos ricos (2 Co 8:9). Recordar Su evangelio y Sus promesas nos mantendrá firmes ante las dificultades del fin de mes.
Él es nuestro pastor (Sal 23:1). Sus ojos están atentos para ayudarnos en tiempo de hambre (Sal 33:19). Que el afán ante las dificultades no debilite nuestros corazones. Podemos elevar nuestras peticiones a Dios con un corazón gozoso y agradecido. Verás como Su paz te guarda de amargura y ansiedad (Fil 4:6-7).
Afirma tu corazón. Si Dios nos entregó a Su propio Hijo, ¿cómo no nos dará con Él todo lo que nos haga falta? ¡No hay prueba, hambre o angustia que pueda separarnos de Su amor! (Ro 8:32-39). Yo he podido comprobar lo que dice el salmista: «no he visto justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan» (Sal 37:25).
Pide por el pan de cada día
La sabiduría bíblica es necesaria para que podamos sentar las bases de una vida ordenada que honre a Dios. Por otra parte, como acabo de decir, debemos cultivar el contentamiento —esa joya rara— como una virtud cristiana que será crucial para mantenernos firmes. Pero nada de esto quita el hecho de que aún necesitamos pan para comer a fin de mes; necesitamos provisión.
Su amor demostrado en la cruz incluye el cuidado de nuestros cuerpos y la provisión diaria. Dios no prometió riqueza material, pero sí el pan de cada día
Debemos reconocer que el hambre y la pobreza son una triste realidad para una gran cantidad de la población en los países de nuestra región. Aunque nos esforcemos mucho por organizar nuestros gastos, es posible que aun así nuestros números estén en rojo y la refrigeradora siga vacía a fin de mes. He visto ese cuadro varias veces.
La oración del padrenuestro nos anima a pedir a Dios por el pan de cada día (Mt 6:11). La exhortación es a acercarnos ante Su trono con confianza y en el nombre de Cristo para pedir la provisión necesaria (Heb 4:15-16), teniendo siempre presente que Jesús es el verdadero pan de vida que nos puede saciar (Jn 6:35).
Su amor demostrado en la cruz incluye el cuidado de nuestros cuerpos y la provisión diaria. Dios no prometió riqueza material, pero sí que pidamos por el pan de cada día. Como nos recuerda el viejo himno: «Si Él cuida de las aves, cuidará también de mí» (cf. Mt 6:25-26).
Pidamos a Dios en oración que podamos ser sabios y afirmar nuestra confianza en nuestro Padre amoroso. Él provee todo lo que necesitamos, conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4:19).