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“Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos” (Lucas 24:15).

El mismo día de la resurrección de nuestro Señor, un par de sus discípulos se encuentran camino a Emaús. El pasaje dice que iban discutiendo acerca de las cosas que habían acontecido y cómo sus esperanzas de que Dios estaba obrando a través de Jesús se habían ido abajo con su muerte (v. 14, 21).

En medio de esta realidad, en la que ellos tratan de hacer sentido de la vida y las circunstancias que la acompañan, Jesús se acerca y camina con ellos (v. 15).

En un pensamiento devocional anterior, hablamos de las dinámicas que ocurren en nuestro corazón mientras vamos por “el camino” de la vida. Ahora, vemos la importancia de reconocer que en este camino no estamos solos.

Acá vemos al Señor ayudar a sus discípulos a verlo a Él en las Escrituras (v. 27). En medio de esto, el corazón de ellos “arde” al ver por primera vez como su historia y anhelos se conectan con la obra de amor de Jesús en la cruz del Calvario (v. 32).

Esta experiencia me habla de la importancia de caminar con otros mientras ellos tratan de hacer sentido de su propia vida ante las muchas voces que en la sociedad apuntan a lo que creen que es nuestro mayor problema y su solución.

El Padre pone en nuestras vidas a otros creyentes que puedan ser nuestros compañeros en el camino de la fe y de la vida.

Este ministerio de “caminar con otros” implica ayudarlos a procesar la vida y, como Jesús, siempre apuntar a Él como el único que puede darnos la satisfacción, seguridad, y significado que anhelamos en nuestro corazón (Jn. 14:6).

Esto me recuerda cómo Bernabé acompañó a Pablo en momentos claves de su vida y ministerio. A la vez, Pablo caminaría también con Timoteo, Silas y los hermanos de las diferentes iglesias que establecería y acompañaría por un tiempo para afirmarlas en la fe.

Me impacta ver a Pablo, con gracia optimista, recordando a los hermanos en Corinto de su identidad en Cristo a pesar de que ellos estaban lidiando con situaciones críticas. Pablo les dice, “siempre doy gracias a mi Dios por ustedes, por la gracia de Dios que les fue dada en Cristo Jesús” (1 Cor. 1:4). En otra carta, a los filipenses, Pablo escribe: “Y convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos ustedes para su progreso y gozo en la fe” (Fil. 1:25).

Las buenas noticias para ti y para mí son que el Padre en su gracia pone en nuestras vidas a otros creyentes que puedan ser nuestros compañeros “en el camino” de la fe y de la vida. Estas personas nos animan a seguir adelante. Al mismo tiempo, Dios nos da la oportunidad de ministrar y acompañar a otros apuntando a Jesús y su continua provisión para nuestras vidas en el evangelio.

Piensa en esto hasta que tu corazón responda gozosamente en adoración.


Imagen: Lightstock.
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