La Biblia habla sobre el estado final de los creyentes resucitados en la tierra nueva y pinta seis cuadros principales del cielo.
1) El cielo será la renovación de la creación
Dios librará del pecado a su buena creación para que “no haya más maldición” (Ap 22:3). Entonces se cumplirán los anhelos de la creación personificada presentados en Romanos 8:18-23. Como creyentes resucitados, viviremos para siempre bajo los cielos nuevos en la tierra nueva. Disfrutaremos de lo mejor de la cultura mundial para siempre en la ciudad de Dios, la nueva Jerusalén (Ap 21:26). Aunque algunos sostienen que la tierra actual será destruida y que Dios creará una tierra totalmente nueva, es preferible entender, en cambio, que la tierra actual será renovada (Is 65:17; 66:22; Ro 8:18-28; 2 P 3:10-13; Ap 21:1-5).
2) El cielo será la etapa final del reino de Dios
Aunque la batalla continuará hasta la segunda venida de Cristo (1 P 5:8), como pueblo de Dios, venceremos a través de Cristo, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Gá 2:20; Ap 5:5-6). Cuando llegue la entrega final del reino, las dificultades del presente habrán pasado. Por la gracia de Dios, los creyentes ejercerán dominio con Cristo, la vida humana florecerá (He 2:5-10; Ap 21:24-26) y serviremos a nuestro gran Rey como sus siervos para siempre (Ap 7:15).
3) El cielo será nuestro descanso eterno
Jesús trae un descanso real ahora mismo (Mt 11:28), pero cuando regrese no habrá más pecado ni conflicto en la vida de las personas, familias o naciones. Encontraremos satisfacción, sirviendo con entusiasmo a Jesús en el reposo perpetuo del Shabat de la nueva creación (He 4:9-11; Ap 14:13).
4) En el cielo estaremos en la presencia misericordiosa de Dios para siempre
En el Antiguo Testamento, Dios habitaba con su pueblo en el tabernáculo y el templo. Desde la resurrección de Cristo, el Espíritu Santo mora en los creyentes de forma individual y en la iglesia de forma corporativa (1 Co 3:16; 6:19). Pero ese día experimentaremos la presencia de Dios como nunca antes. Debido a la obra perfecta de Cristo, cuando Él regrese nos deleitaremos en la presencia de Dios, porque Dios mismo estará con nosotros como nuestro Dios (Ap 21:3).
5) El cielo será la visión final de Dios
Él le advierte a Moisés que nadie puede verlo y vivir (Éx 33:20). Aunque Dios da destellos de sí mismo en el Antiguo Testamento (Éx 24:10-11; 34:5-8), al final Dios puede decir de su pueblo: “y verán su rostro” (Ap 22:4).
Jesús declaró a los de limpio corazón que serán realmente felices, porque “verán a Dios” (Mt 5: 8). Mientras tanto, vivimos por fe en Jesús, no por vista (2 Co 5:7; 1 P 1:8). Por lo tanto, “esperamos lo que no vemos” y “con paciencia lo aguardamos” (Ro 8:25). Además, cuando Jesús se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es (1 Jn 3:2).
6) El cielo involucrará nuestro resplandor de gloria para siempre
Cuando Cristo vino, los apóstoles vieron su “gloria como del unigénito del Padre” (Jn 1:14). Debido a la excelencia de la persona y obra de Cristo, las Escrituras describen tanto nuestra salvación presente como final en términos de gloria. No deja de sorprender que Pablo describa la vida de los cristianos como mirando la gloria de Cristo y siendo “transformados de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Co 3:18).
Pablo considera nuestras dificultades presentes a la luz de nuestra gloria futura son como “una leve tribulación momentánea” en comparación con el “cada vez más excelente y eterno peso de gloria” que nos espera en Cristo (2 Co 4:17). Nuestra salvación está ligada a Cristo, de modo que “cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces nosotros también seremos manifestados con Él en gloria” (Col 3:4).
Nuestros cuerpos serán resucitados en gloria y seremos glorificados. Contemplaremos la gloria de Dios y seremos transformados por ella para que podamos participar de ella (1 Co 15:43; 1 P 5:1; Ap 21:10-11, 19-26).
Cielos nuevos y tierra nueva
Así se reconoce la purificación futura y renovada del mundo y el estado final de los redimidos. La culminación de la esperanza futura es que la creación misma será libertada de la esclavitud a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Ro 8:21). La redención del mundo y del pueblo de Dios ocurrirán juntos (Ro 8:22–23). La consumación del plan de salvación de Dios no es una existencia incorpórea en el cielo, sino una existencia holística resucitada en la tierra nueva. Esto sucederá después de que Jesús regrese, los muertos serán resucitados y ocurrirá el Juicio Final. Solo entonces habrá conocimiento completo de Dios y un disfrute pleno del perdón de los pecados.
Este artículo es un fragmento adaptado del libro Diccionario conciso de términos teológicos, escrito por Christopher W. Morgan y Robert A. Peterson. Este recurso será publicado próximamente en nuestro idioma por B&H Español. Te animamos a visitar el sitio web de la editorial para estar atento a su publicación.