El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su podcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.
Pastor John, como bien sabrá, las canciones de adoración contemporáneas son criticadas por su repetición. Muchas de ellas repiten estribillos una y otra vez. Por lo tanto, creo que la crítica general es justa y debe ser abordada. Pero entonces hoy, mientras leíamos juntos en el plan de lectura bíblica, abrimos nuestras biblias en el Salmo 136 ¡y está lleno de repeticiones! El Salmo 136 no se parece a ningún otro capítulo de la Biblia, ya que repite la misma frase veintiséis veces: «Porque para siempre es Su misericordia». Este salmo nunca ha aparecido en los más de dos mil episodios del podcast, así que supongo que ya era hora. ¿Qué sentido tiene el Salmo 136? ¿Por qué tanta repetición? ¿Y qué significa para las discusiones actuales sobre la repetición en nuestros cantos de adoración?
Disfruté mucho reflexionando sobre este salmo. Lo hemos leído muchas veces en la iglesia de forma antifonal, con la congregación haciendo el estribillo y el líder la narración. Pero antes de entrar en materia, quisiera hacer algunas observaciones sobre el estilo de los cantos de adoración.
La repetición es poco común
En primer lugar, este salmo peculiar está realmente ahí. Digámoslo así. Está ahí. Está en la Biblia. Tiene veintiséis repeticiones de la frase «porque para siempre es Su misericordia», o a veces traducida como «porque Su amor es eterno» o «porque Su bondad es eterna». Entonces, suena así:
Den gracias al Señor porque Él es bueno,
Porque para siempre es Su misericordia.
Den gracias al Dios de dioses,
Porque para siempre es Su misericordia.
Den gracias al Señor de señores,
Porque para siempre es Su misericordia.
Al único que hace grandes maravillas,
Porque para siempre es Su misericordia (Salmo 136.1-4).
Y así sucesivamente durante veintiséis repeticiones.
En segundo lugar, es raro. Hay muchos salmos, pero no todos los salmos se leen así. No hay otro igual. Es su rareza lo que le da tanta fuerza. Si todos los salmos hicieran esto, estaríamos agotados. Aquí ocurre algo inusual desde el punto de vista estilístico. Es tan inusual para los salmos, de hecho, que nos lleva —que es lo que has preguntado— a preguntarnos ¿por qué? ¿Por qué hace esto?
El problema no es la repetición en sí, sino si hay suficiente sustancia, suficiente contenido rico de verdad sobre Dios entretejido en las repeticiones para justificarlas
En tercer lugar, el estribillo en español «porque para siempre es Su misericordia» tiene trece sílabas. El hebreo tiene solo seis: kî lə·‘ō·w·lām ḥas·dōw. Eso representa una diferencia acumulativa o un aumento de 182 sílabas en español en todo el salmo. Esto podría hacer que la experiencia de leer el salmo sea ligeramente diferente. Solo necesitamos tener eso en cuenta. Podría haber sido un poco más fácil decir el estribillo kî lə·‘ō·w·lām ḥas·dōw en lugar de «porque para siempre es Su misericordia». Esa es una diferencia significativa en el sonido.
Canciones con sustancia
En cuarto lugar, la repetición en sí misma no es el problema de las canciones de adoración contemporáneas. Ese no es el problema. Los grandes himnos antiguos usan la repetición, como «Maravilloso es el gran amor». Cinco veces dice:
¡Oh, maravilla de Su amor,
Por mí murió el Salvador!
El problema no es la repetición en sí, sino si hay suficiente sustancia, suficiente contenido rico de verdad sobre Dios entretejido en las repeticiones para justificarlas, para garantizarlas. Esa es la cuestión. Hay una diferencia entre las repeticiones que son provocadas por el crescendo repetido de una verdad nueva y gloriosa, y las repeticiones que sirven como una especie de mantra sin suficiente verdad, la cual simplemente se utiliza para mantener o intensificar un estado de ánimo. Los estados de ánimo en la adoración deben ser despertados y sostenidos principalmente por la verdad y asistida por la música, no principalmente por la música con un poco de verdad para justificar el canto.
Así pues, lo que nos llama la atención del Salmo 136 no es solo que «porque para siempre es Su misericordia» aparezca veintiséis veces, sino que esas veintiséis afirmaciones se entretejen en un relato cargado de verdad sobre la historia de Israel. Den gracias: Él es Dios sobre todos los dioses. Él creó todo en el universo. Derribó a los egipcios y liberó a Israel. Derribó a los reyes amorreos y entregó la tierra a Israel. Los sacó de la angustia y los liberó de sus enemigos. Les da de comer y, de hecho, «da sustento a toda carne» (Sal 136:25). Den gracias: Él es el Dios del cielo.
Esa es la principal impresión que se obtiene. La misericordia de Dios se relaciona con todo, desde el más alto de los cielos hasta la alimentación de las aves y los animales. Desde la peregrinación por el desierto hasta la destrucción de los reyes, todo está relacionado con Su misericordia. Eso no se puede pasar por alto si prestas atención.
La lógica de la misericordia
Pero esto es lo que no había pensado antes y que me parece tan importante. El salmista lo podría haber simplificado. Podría haber simplificado el estribillo diciendo: «Su misericordia permanece para siempre». Pero eso no fue lo que dijo. En cada una de las veintiséis repeticiones, dice: «Porque para siempre es Su misericordia. Porque para siempre es Su misericordia. Porque para siempre es Su misericordia». Hace explícita la lógica veintiséis veces. ¡Qué engorroso! Realmente lo es. Cuando usas un «por» o «porque» donde la lógica parece aburrida —lo veo a menudo en las canciones de adoración contemporáneas—, digo: «Quita eso y hazlo más simple. Fluiría mejor». La palabra hebrea kî («porque» o «por») es impulsada hacia adelante, apareciendo de primero en cada frase; cada vez, veintiséis veces.
Todo lo que Dios hace en la creación, la historia, la redención y la consumación fluye en última instancia de Su bondad
En otras palabras, toda la creación, toda la superioridad de Dios sobre otros supuestos dioses, toda Su destrucción en Egipto, toda Su paciencia en el desierto, toda Su victoria sobre los reyes, todas Sus bondades en la angustia, toda Su provisión de alimentos para las criaturas, todo ello no está vagamente relacionado con la misericordia de Dios, sino que es por causa de la misericordia de Dios. En otras palabras, el salmista hizo el estribillo más engorroso con la palabra «porque» para no interrumpir la profundidad teológica que se estaba transmitiendo, a saber, que todo lo que Dios hace en la creación, la historia, la redención y la consumación fluye en última instancia de Su bondad, misericordia y amor gratuitos hacia Su pueblo.
Misericordia en cada obra
Lo que lo hace especialmente sorprendente es que esto incluye Su justicia punitiva contra los enemigos en Egipto y contra los reyes de los amorreos. Según este salmo, incluso cuando Dios está llevando a cabo una justicia destructiva contra Sus enemigos, no ha dejado de actuar desde Su misericordia. Así lo expresó Jonathan Edwards en su comentario sobre este salmo (solo tiene un breve comentario en sus notas sobre las Escrituras):
El salmo me confirma que un fin último de la creación del mundo y de todas las obras de Dios es Su bondad, o la comunicación de Su bien, a Sus criaturas. Porque este salmo enseña suficientemente que todas las obras de Dios, desde el principio del mundo hasta el fin de este, son obras de misericordia para con Su pueblo, sí, incluso las obras de Su justicia vengativa e ira, como aparece en los versos 10, 15, 17-22 (Works of Jonathan Edwards [Obras de Jonathan Edwards], 24:537).
Así pues, concluyo que la sustancia de este salmo es tan profunda que justifica veintiséis repeticiones para obligarnos, por así decirlo, a insistir en la lógica, en el hecho de que todo lo que Dios hace es porque —porque— para siempre es Su misericordia.