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¿El cannabis está en la Biblia? Desmintiendo un mito interpretativo

«​¡La Biblia incluye el cannabis como parte de la adoración a Yahvé!». Los defensores de la marihuana a menudo repiten esta afirmación en un esfuerzo por obtener una mayor influencia para conseguir la validez moral de fumar marihuana. La afirmación es tan extraña y peculiar que los pastores, los líderes de la iglesia y los padres pueden ser tomados por sorpresa y encontrarse mal preparados para responder a esta leyenda urbana del cannabis. ¿La Biblia menciona el cannabis como parte de la adoración al Señor? La respuesta corta es: «absolutamente no». Sin embargo, comprender los orígenes de esta afirmación y los argumentos confusos detrás de ella pueden ayudarnos a orientar a nuestros adolescentes y adultos jóvenes hacia la santidad.

La afirmación de que el cannabis se menciona en la Biblia se origina en el trabajo de la antropóloga polaca Sula Benet (1903-1982), quien obtuvo un doctorado de la Universidad de Varsovia con su tesis titulada: «El hachís en las costumbres y creencias populares». También obtuvo un doctorado en la Universidad de Columbia en 1943 y luego enseñó en Hunter College en la ciudad de Nueva York. Ella primero propuso la idea de que el cannabis se menciona en la Biblia en una conferencia en Varsovia en 1936, una afirmación que continuó repitiendo a lo largo de su carrera académica. Los defensores modernos del cannabis casi siempre tienen en mente la investigación de Benet al afirmar que «¡la marihuana está en la Biblia!».

¿Por qué Benet haría tal afirmación? Ella llega a esta conclusión errónea a través de un estudio muy descuidado de algunas palabras. En Éxodo, Dios instruye a Moisés que haga incienso para la adoración y le da los ingredientes, diciendo: «Toma también de las especias más finas: de mirra fluida, 500 siclos; de canela aromática, la mitad, 250; y de caña aromática, 250; de casia, 500 siclos, conforme al siclo del santuario, y 3.7 litros de aceite de oliva» (Éx 30:23-24). La frase hebrea traducida como «caña aromática» (Éx 30:23) por la NBLA es qanēh-bōśem. Tomando muy a la ligera el trasfondo de otras palabras en sánscrito, asirio, persa y árabe, Benet en esencia afirma que el término hebreo qanēh-bōśem se parece mucho a la palabra cannabis y, por lo tanto, «¡Voila! ¡El cannabis está en la Biblia!».

La afirmación extraña de Benet no está respaldada por el léxico hebreo definitivo, El léxico hebreo y arameo del Antiguo Testamento, que dice que el término qanēh-bōśem se refiere a un tipo de aceite balsámico.[1] Por balsámico simplemente se refiere a las resinas aromáticas derivadas de ciertas plantas y no al cannabis.

La forma de investigación de Benet es demasiado descuidada al conectar el término hebreo qanēh-bōśem con el cannabis solo porque suenan remotamente parecidos. Ella afirma con una cierto descaro: «En muchos idiomas antiguos, incluyendo el hebreo, la raíz kan tiene un doble significado: tanto cáñamo como junco». Esto no se basa en ninguna evidencia en el idioma hebreo, sino en las referencias a la palabra cannabis que suena similar y que se usaron siglos después en griego junto con referencias muy posteriores del Talmud de Jerusalén. Esto es lo que D. A. Carson llama la falacia del anacronismo semántico: Benet está interpretando un uso posterior de una palabra o palabras que suenan similares al significado que se encuentra en el Éxodo.[2] Para decirlo de manera más llana, Benet está muy equivocada: el hecho de que las palabras en dos idiomas diferentes suenen igual no necesariamente requiere que tengan el mismo significado. Ningún léxico apoya la interpretación de Benet; los comentarios modernos no la toman en serio.

Las malas ideas utilizadas para apoyar causas populares rara vez desaparecen en silencio. El descuidado estudio de palabras de Benet fue llevado aún más lejos por el defensor canadiense del cannabis Chris Bennett, quien insiste en que los mismos ingredientes a base de cannabis que Benet dice que estaban en el incienso del templo fueron utilizados por los apóstoles de Jesús. Cuando Marcos dice que los doce apóstoles de Jesús «ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban» (Mc 6:13), Bennett insiste en que los apóstoles usaban un aceite a base de cannabis para sanar a las personas.[3] Bennett luego afirma que la iglesia primitiva siguió este modelo y usó productos a base de cannabis para ungir a los enfermos (Stg 5:14).

Las afirmaciones de Bennett son completamente absurdas y demuestran una falta fundamental de comprensión de cualquier cosa que esté estrechamente relacionada con el trasfondo histórico del Nuevo Testamento. Su argumento débil se basa en la locura académica de Benet. El Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana primitiva, el léxico definitivo del griego del Nuevo Testamento, define la palabra aceite en Marcos 6:13 como «aceite de oliva».[4] El aceite usado en Marcos 6:13 y Santiago 5:14 era ciertamente aceite de oliva y sirve como símbolo de la presencia, la gracia y el poder de Dios.[5] Ningún léxico menciona el cannabis como opción interpretativa de la palabra griega para aceite. Las afirmaciones de Bennett no tienen adherencia alguna entre los académicos del griego.

Refutar las afirmaciones absurdas de que el cannabis está en la Biblia nos brinda la oportunidad de enseñar a nuestras iglesias cómo sopesar la validez de las fuentes utilizadas en una argumentación moral. Benet era antropóloga, no lingüista. Aunque los sitios web a favor de la marihuana repiten su afirmación, no lo hacen los léxicos. Chris Bennett no es un experto en griego, sino alguien que quiere legalizar la marihuana. El hecho de que una afirmación sobre la Biblia se publique en una revista o se repita en un sitio web no significa que la afirmación sea válida. Un principio sólido de interpretación bíblica es este: el texto no puede significar hoy lo que no significaba en su tiempo. Ni Éxodo 30:23 ni Marcos 6:13 se refirieron al cannabis entonces y el texto no tiene en mente el cannabis ahora.


Publicado originalmente en For The Church. Traducido por Equipo Coalición.

[1] Ludwig Koehler y Walter Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (El léxico hebreo y arameo del Antiguo Testamento) vol. 1, Walter Baumgartner y Johann Jakob Stamm, rev., M. E. J. Richardson, trad. y ed. (Leiden: Brill, 2001), p. 163.
[2] D. A. Carson, Exegetical Falacies (Falacias exegéticas), 2ª ed. (Grand Rapids: Baker Academic, 1996), p. 33.
[3] Ver Chris Bennett, «Was Jesus a Stoner?» (¿Jesús era un adicto?) , High Times, 1 de febrero de 2003
[4] The Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (El léxico griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana primitiva), Frederick William Danker, ed. (Chicago: University of Chicago Press, 2000), p. 313.
[5] James A. Brooks, Mark (Marcos), The New American Commentary (El nuevo comentario americano) (Nashville: Broadman Press, 1991), p. 102.
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