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Bella su carita
tan frágil e inocente,
tierno cuerpecito
que el cielo quiso hacer.
Con cada latido
su corazón se hace fuerte
como una semilla
que ya ansía florecer.

Noble la carrera
de quien traía alivio
bajo el juramento
que un día afirmó.
Manos adiestradas
en el arte de la cura,
manchadas hoy por la codicia
y la traición.

Diabólica la prisa
de una sociedad perversa
que ciega hace alarde
de una falsa igualdad
sin percatarse
que a sí misma se condena.
Empeñada en legislar
lo que nunca fue legal.

El milagro
más sublime en la vida
es ahora
un fastidio a la ambición.
Sacrificado
al dios de la avaricia
con descuentos
al mejor consumidor.

¿Oyes el clamor
silencioso que se eleva?
Horrendo holocausto
de infantes por millar.
Ante verdugos que trafican
sin conciencia
en una tierra
indiferente e inmoral.

Tú, Señor que defendiste
a los pequeños
cuando a Ti
no se podían acercar,
recibe en tu abrazo
a cada indefenso
y regresa con Tu espada
de justicia y de verdad.

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