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“Pero al oír los fariseos que Jesús había dejado callados a los saduceos, se agruparon; y uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Él le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el gran y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas», Mateo 22:34-40.

No cabe duda de que nuestra situación cambió con el COVID-19. Esta crisis nos lleva a preguntarnos cómo vivir nuestros días. El salmista suplica a Dios: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12). Nosotros necesitamos esta misma actitud, ya que nuestra realidad ha sido redefinida; ni siquiera salir al supermercado es como antes.

Para los creyentes, practicar los principios de nuestra fe no queda excluído de los retos de esta temporada. La crisis actual demanda que evaluemos toda interacción con nuestro prójimo.

¿Por qué importa este mandamiento?

Antes de hablar sobre cómo amar a nuestro prójimo, debemos saber por qué es importante. En Mateo 22:34-40, los fariseos cuestionan a Jesús sobre cuál es el gran mandamiento. Como respuesta, Jesús señala la preeminencia de amar a Dios, pero amplía que el segundo gran mandamiento es amar al prójimo. En ese momento, Jesús establece un principio importante: Amar a Dios no está desligado de amar a nuestro prójimo.

El amor de Dios se define en la cruz

Esta verdad recorre toda la Escritura y nos recuerda que, amando a nuestro prójimo, perseguimos la justicia y cumplimos la ley (Ro. 13:8, 1 Jn. 3:10). Las maneras de cumplir este segundo gran mandamiento pueden variar pero la motivación no.

El evangelio, nuestra motivación

Según las Escrituras el amor auténtico solo encuentra sentido en Dios por medio del evangelio. El cristianismo es altamente relacional, y en la cruz encontramos la explicación sobre el amor a Dios y su implicación sobre el amor al prójimo (Ro. 12:10). El amor de Dios se define en la cruz.

Según el Evangelio de Juan, Jesús lavó los pies a sus discípulos y después les dijo: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros; que como yo los he amado, así también ustedes se amen los unos a los otros” (Jn. 13:34). Un poco antes, Jesús les anticipó lo que sucedería en la cruz para mostrarles que su amor es sacrificial.

Como cristianos no podemos afirmar verdades bíblicas y carecer de amor hacia otros. Seremos conocidos por la manera en que amamos

De hecho, el distintivo de los discípulos de Jesús sería su amor mutuo (Jn. 13:35). Esta es la característica de aquellos que han experimentado el poder del evangelio: aman sacrificialmente. Entonces, como cristianos no podemos afirmar verdades bíblicas y carecer de amor hacia otros. Jesús nos recuerda que seremos conocidos como sus discípulos por la manera en que nos amamos.

Nuevas oportunidades

La pandemia ha promovido más participación en todos los medios de comunicación. Podemos estar presentes en las redes, pero no de manera relacional; es decir, sacrificial y cercana a nuestro prójimo. Jesús nos recuerda que si violamos el aspecto relacional del segundo gran mandamiento, lo estamos desobedeciendo en todo. Su amor en la cruz define qué representa amar a otros y nos indica cómo hacerlo: “En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Jn. 3:16).

Podemos amar al prójimo en medio del COVID-19. El distanciamiento físico representa un reto y una oportunidad para eso: las nuevas necesidades deben llevarnos a nuevas maneras de servir por amor. Podríamos pensar que es tiempo de poner en espera muchas cosas, pero este ministerio de amar a otros—que apunta a la reconciliación con Dios (2 Co. 5:20)— no debemos ponerlo en espera. El distanciamiento físico o social jamás debe ser una justificación para abandonar relaciones.

Cómo amar a tu prójimo en medio del COVID-19

Puesto que muchos han perdido sus empleos y enfrentan dificultad económica, podemos amar al prójimo cuando buscamos servir: ayudar a alguien con la tarea de comprar en el supermercado, entregar un plato de comida, o mostrar generosidad por medio de una donación económica.

Amar al prójimo también se trata de extender amor a los creyentes que necesitan ánimo y estímulo para recordar la esperanza que tenemos por el evangelio. Este es un buen tiempo para consolar a tu hermano en la fe, orar junto con él desde la distancia, y pasar tiempo en la Palabra, así sea por medio de una llamada telefónica.

El amor de Cristo mostrado en la cruz muestra que amar a otros implica sacrificio y renuncia a nuestros propios intereses

Desde su prisión, Pablo nos recuerda que los tiempos difíciles no tienen que impedirnos testificar del gozo que tenemos en el evangelio (Fil. 4:4); promover reconciliación entre hermanos de la fe (Fil. 4:2-3); considerar al prójimo como más importante (Fil. 4:3); y buscar los intereses de los demás mientras vivimos para Cristo (Fil. 1:21; 4:4).

No dejes de proclamar el amor al cual somos llamados por el evangelio. Miremos a nuestro alrededor y, en oración, preguntemos: ¿Qué podemos hacer para ministrar en amor a otros? ¿Qué oportunidades tengo para servir a mi prójimo en medio de la pandemia?

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