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Los que predicamos de manera expositiva tenemos que enfrentarnos con todo tipo de pasajes en la Biblia. Como sabemos, hay pasajes relativamente fáciles de predicar y hay otros que son muy difíciles.

Pienso en algunos textos difíciles que he predicado. Por ejemplo, me costó preparar el sermón sobre Números 15:32-36, el pasaje en donde un hombre fue apedreado por recoger leña el día de reposo. Entendí lo que decía, pero el mensaje no es fácil de asimilar y me costó pensar en cómo aplicarlo correctamente a la iglesia.

Me preocupé aún más con Marcos 16, debido a las preguntas que tenía sobre la originalidad de los versículos 9-20. Recientemente, mi lucha más grande fue con Romanos 7:7-25. ¿Se refiere Pablo en ese pasaje a su experiencia cristiana? ¿O habla de su vida antes de Cristo? ¿Será que más bien habla de algo diferente? ¡Estos textos no son fáciles!

Como predicadores, ¿qué hacemos con los pasajes así? En un artículo anterior vimos cómo todos los creyentes debemos cultivar tres virtudes que nos ayudarán al acercarnos a un texto difícil. Estas virtudes son la humildad, la confianza, y lo que he llamado “equilibrio espiritual”. Ahora, buscaré aplicar estas mismas virtudes al púlpito.

1. Predica con humildad

Pedro nos enseña que está bien reconocer que hay pasajes difíciles en la Escritura (2 P 3:15-16). Entonces, no debemos sentirnos mal si decimos (de vez en cuando): “Hermanos, me costó mucho entender nuestro pasaje de hoy”.

Si damos la idea de ser superhéroes exegéticos que entienden todo pasaje fácilmente, no ayudamos a nuestra congregación

Algunos han dicho que debemos enfocarnos solo en la exposición de la Palabra, sin mencionar si tuvimos dificultades con el texto o no. Sin embargo, nuestra iglesia necesita ver que nosotros también nos esforzamos por entender la Palabra. Si tratamos un pasaje difícil como “pan comido” y damos la idea de ser superhéroes exegéticos que entienden todo pasaje fácilmente, no ayudamos a nuestra congregación. ¡Eso no es humildad!

Nuestros oyentes aprenden de nuestro ejemplo (1 Ti 4:12) y necesitan ver cómo nosotros procesamos los textos difíciles porque ellos tendrán que hacerlo también, especialmente si cumplen con su responsabilidad de leer toda la Palabra de Dios.

Al mismo tiempo, debemos evitar la tentación de menospreciar a otros que sostienen una interpretación diferente a la nuestra. Sin humildad, podríamos hablar mal de otro predicador o comentarista: “Hermanos, respeto mucho a fulano, pero su interpretación de este pasaje es terrible. No sé qué le pasó cuando abrió su Biblia ese día para interpretarlo. Leer su punto de vista me hizo dudar de todo lo que él ha dicho…”. ¿Ves qué tan fácil es caer en esta trampa? Es importante que nosotros no afirmemos lo que consideramos una enseñanza errónea, pero eso no significa que denigremos o dejemos de “hablar la verdad en amor” (Ef 4:15).

2. Predica con confianza

Nunca sembremos dudas sobre Dios o su Palabra, como lo hizo Satanás en el huerto (Gn 3:4-5). Debemos someter nuestras inquietudes a Dios, en privado y públicamente, y así expresar confianza en Él y su Palabra a pesar de nuestras preguntas.

Es apropiado decir algo así ante un pasaje difícil: “Hermanos, ¡qué bueno es poder confiar en Dios a pesar de nuestras preguntas! El Señor Jesús podrá resolver todas nuestras dudas sobre estos versículos cuando estemos con Él”. Recordemos la importancia de alimentar la fe de nuestra congregación en las Escrituras y no socavarla.

Por esta razón, podemos obviar muchas pequeñas luchas exegéticas que sostuvimos entre semana con el texto. Como predicadores, nuestra labor requiere atención a los detalles del pasaje, pero es fácil confundir o desanimar a nuestra audiencia si hablamos demasiado de ellos. Recomiendo que menciones una dificultad con el texto solo si es necesario hacerlo.

Por ejemplo, cuando prediqué Romanos 14 encontré que hay una dificultad con la traducción del versículo 20, donde Pablo habla del hombre “que escandaliza a otro al comer”. Resulta que también se puede traducir (y me inclino por esta opción) como el hombre “que tropieza al comer”.[1] ¿Mencioné esta dificultad en la prédica? No, porque el mismo pasaje en su contexto ya aborda las dos ideas (Ro 14:13-14).

3. Predica con equilibrio

Si los hermanos de la iglesia necesitan equilibrio espiritual al interpretar un pasaje difícil, ¿cuánto más nosotros los predicadores? El equilibrio espiritual viene a ser la disposición personal que nos lleva a evitar ser contenciosos con otros creyentes, luchar con la superficialidad en nuestro estudio, y estudiar para no perder de vista las verdades más importantes de la Palabra.

Recordemos la importancia de alimentar la fe de nuestra congregación en las Escrituras y no socavarla

Nos puede ayudar mucho a mantener el equilibrio si después de hacer un estudio inductivo del pasaje, examinamos las diferentes posiciones sobre la interpretación del mismo. Por ejemplo, creo que la metodología de Gordon Lewis y Bruce Demarest en su libro Teología integradora (Integrative Theology [Zondervan, 1996]) se puede adaptar a los textos difíciles. Ellos enfatizan la importancia de conocer —hasta poder explicar bien— diferentes respuestas de “estudiosos guiados por el Espíritu en la historia de la iglesia” sobre cada tema (o pasaje, en nuestro caso).[2] Después de conocer las posiciones posibles, uno puede usar “criterios interrelacionados de la verdad” para llegar a una conclusión. Según este método, una interpretación sobre un pasaje debe ser “(1) no contradictoria, (2) apoyada por evidencia suficiente, y (3) posible de afirmar sin hipocresía”.[3]

Por ejemplo, si vamos a llegar a una conclusión sobre Romanos 7, empezamos con el estudio del pasaje por nosotros mismos. Luchamos con el texto. Oramos con el texto. Después debemos examinar otras explicaciones del pasaje. ¿Qué han dicho teólogos como Thomas Schreiner, James Dunn, Martín Lutero, o Agustín sobre este texto? Si podemos comparar la interpretación de varios estudiosos de diferentes épocas de la historia, mucho mejor.

Con las posibles interpretaciones en mente, podemos regresar al pasaje difícil para pulir nuestro entendimiento del mismo. ¿Cuál interpretación cuenta con el mayor apoyo por la evidencia del texto y el contexto amplio del pasaje? Quizá podemos modificar una interpretación que otros han defendido, pero no podemos hacerlo si desconocemos por completo lo que otros han dicho.

Este ejercicio también debe darnos más entendimiento sobre lo que los hermanos de nuestra iglesia podrán creer sobre la interpretación del pasaje. Si en mi iglesia hay miembros con un entendimiento diferente de cierto texto difícil, trato de tomar eso en cuenta. Por ejemplo, a veces uso palabras como las siguientes: “Este pasaje es un poco difícil de entender y por eso han surgido dos interpretaciones posibles. Vemos apoyo para la primera interpretación en los siguientes versículos… pero después de estudiar las dos opciones, me inclino por la segunda por las siguientes razones…”.

Debemos mantener un equilibrio teológico y pastoral en nuestra explicación de los pasajes difíciles

Al decir esto, reconocemos que hay otra interpretación que otros intérpretes fieles han enseñado. También recordamos a la iglesia que las “conclusiones interpretativas tienen grados de probabilidad según la extensión y el estado actual de la claridad de la evidencia que las apoyen”.[4] Obviamente, estos comentarios tienen que ver solo con cierto tipo de pasajes y no con doctrinas fundamentales, como la Trinidad o el evangelio, las cuales son enseñadas claramente en la Biblia.

Finalmente, debemos mantener un equilibrio teológico y pastoral en nuestra explicación de los pasajes difíciles. Una pregunta importante sería: ¿qué dice nuestra confesión de fe sobre este asunto? Si no estipula una posición al respecto, no debemos elevar nuestra interpretación al nivel de exigir que todos en la iglesia estén de acuerdo con ella.

Desde el punto de vista pastoral, otra pregunta que debemos hacer es: ¿qué diferencia hace esta interpretación a nivel práctico en la vida cristiana? Muchas veces cuando contemplamos esta pregunta de manera pastoral nos damos cuenta de que las dos o tres interpretaciones posibles de un pasaje difícil no cambian lo fundamental de la enseñanza. Romanos 7 sería un buen ejemplo de esto. Las interpretaciones más probables tienen mucho en común y sería un error exagerar las diferencias.

Sé diligente en el estudio

Termino este artículo con las palabras de Pablo a Timoteo: “Sé diligente en estos asuntos; entrégate de lleno a ellos, de modo que todos puedan ver que estás progresando” (1 Ti 4:15 NVI). Los pasajes difíciles son un reto para el predicador y, sin embargo, nos ayudan a crecer en humildad, confianza, y equilibrio. Por lo tanto, ¡demos gracias al Señor por ellos!


[1] Véase una nota al respecto de Iver Larsen, Chiasm in Romans 14 (en inglés).
[2] Integrative Theology, p. 26.
[3] Ibíd, p. 25.
[4] Ibíd, p. 27.
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