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Nota del editor: 

Este es un fragmento del libro: Verdad para vivir: 365 devocionales diarios (Poiema Publicaciones, 2022), por Alistair Begg.

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1).

El inicio del Nuevo Testamento puede no parecernos inspirador de inmediato. De hecho, si alguien leyera la Biblia entera por primera vez y llegara al final de Malaquías, que señala hacia el futuro con anticipación, su emoción podría flaquear cuando el siguiente libro comienza con… una genealogía. Esta persona (¡y aun nosotros!) podría verse incluso tentada a saltarse Mateo y a comenzar con otro evangelio. 

Sin embargo, ten en cuenta que todas las promesas que Dios le hizo a Su pueblo en el Antiguo Testamento anticipaban su cumplimiento. A medida que leemos el Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que no podría haber iniciado de manera más adecuada, ya que la genealogía en Mateo traza la línea desde Abraham hasta David y, finalmente, hasta Jesús, como Aquel que cumple todas estas promesas.

La venida de Cristo redefinió los conceptos del Antiguo Testamento a la luz del evangelio: descubrimos que sus profecías se cumplen por y en la persona de Cristo

De manera similar, Marcos, en su Evangelio, se estira hacia atrás para tomar la mano de los profetas que apuntaron hacia Aquel que habría de venir. Marcos utiliza el Antiguo Testamento para preparar el camino para esta realidad asombrosa y su segunda oración comienza así: «Como está escrito en el profeta Isaías…» (Mr 1:2). Las primeras palabras que se registran de Jesús son: «El tiempo se ha cumplido… y el reino de Dios se ha acercado» (v. 15). Los discípulos de Jesús tuvieron el privilegio de presenciar lo que los profetas y los reyes habían anhelado contemplar (Lc 10:24), un privilegio que incluso ahora continúa a través de la obra esclarecedora de la Palabra de Dios.

El Nuevo Testamento nos muestra que el medio por el cual las promesas de Dios se cumplen puede resumirse en una sola palabra: Jesucristo. Dios hizo Sus promesas a Israel utilizando terminología y categorías que ellos entendían: palabras como nación y templo. La venida de Cristo redefinió los conceptos del Antiguo Testamento a la luz del evangelio: descubrimos que las profecías del Antiguo Testamento se cumplen cristológicamente; es decir, por y en la persona de Cristo. Por lo tanto, en lugar de buscar un nuevo templo en el Estado de Israel, ahora nos encontramos con Dios por medio de Su Hijo, el Señor Jesús; disfrutamos de Su presencia en cada uno de nosotros por Su Espíritu; y anticipamos la realidad de que el reino de Dios transforme nuestra vida ahora y por la eternidad.

El regreso del Hijo de Dios rompe las barreras de las categorías del Antiguo Testamento. ¡Esto no tiene el objetivo de inquietar al pueblo de Dios, sino de entusiasmarlo! Cristo es el cumplimiento perfecto de todas las promesas de Dios. Él es la realidad de todas las grandes garantías de Dios. 

Cristo es el cumplimiento perfecto de todas las promesas de Dios. Él es la realidad de todas las grandes garantías de Dios

Por tanto, ya no tenemos que esperar para ver cómo Dios cumplirá cada una de Sus promesas. Sabemos ahora que cada una fue, es y siempre será satisfecha por medio de Cristo. Él ha prometido estar contigo, trabajar por ti y en ti y llevarte a un reino eterno de perfección. Hay momentos en los que es difícil aferrarse a esas promesas. Cuando lleguen esos momentos, debemos mirar a Aquel hombre nacido de la línea de Abraham y de David, concebido por el Espíritu, que pudo anunciar: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado» y que colgó de una cruz y resucitó de la tumba para que todas las promesas de Dios sean «sí» en Él (1 Co 1:20).


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