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Cualquier pastor que ha estado en el ministerio por algún tiempo sabe que pastorear las ovejas de Dios trae consigo retos de toda clase. Entendemos que la labor principal es el cuidado de las almas (Heb 13:17), por lo que son importantes la predicación fiel de la Palabra (2 Ti 4:2), el evangelismo (2 Ti 4:5) y el ministerio de consejería (1 Ts 5:11). 

No obstante, sería necio olvidar que en el ministerio también existen labores administrativas. Es decir, tareas asociadas con la organización y la planificación. Esa realidad provocó la elección de diáconos en la iglesia de Jerusalén (Hch 6:1-7). Los apóstoles estaban siendo consumidos por tareas administrativas y podían llegar a descuidar el rol que Dios les había encomendado.

Hoy no es diferente. La iglesia necesita estructura y organización para crecer y cumplir su misión. Así que, permíteme darte un par de consejos para que manejes las tareas administrativas de una forma que glorifique a Dios.

Orienta con el ejemplo

El rol pastoral necesita liderazgo seguro, firme y bíblico. Por mucho tiempo se ha pensado que el liderazgo impone, fuerza las voluntades y dicta tareas a los demás. Pero eso no debe ser así. El liderazgo bíblico es efectivo solo cuando se realiza a través del ejemplo genuino y humilde. El cuerpo pastoral necesita orientar a la congregación con un liderazgo que demuestre con acciones lo que dice con palabras.

La estructura de la iglesia demanda un liderazgo capaz de dar directrices, pero dentro del marco del servicio y la humildad

Es cierto que la iglesia necesita una estructura, pero no tiene que ser rígida. Para vencer esta tendencia, el cuerpo pastoral debe mostrarse cercano a las personas y no enfocado en los programas. La iglesia no es una empresa o un negocio que para su existencia necesita mercadotecnia, especialistas en redes sociales o coordinadores de imagen pública. Aun así, la iglesia debe tener identidad o percepción pública. El balance entre estas dos realidades requiere gran prudencia y sabiduría, pero es posible lograrlo. 

La estructura de la iglesia demanda un liderazgo capaz de dar directrices, pero dentro del marco del servicio y la humildad. El apóstol Pedro lo dice así: «Tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño» (1 P 5:3).

Planifica hacia la Gran Comisión

Una vez que la iglesia entiende que lo importante no son las estructuras ni los programas, la labor pastoral consistirá en organizar y planear las diferentes tareas de la iglesia con el objetivo de alcanzar las metas deseadas.

Esto quiere decir que la iglesia tiene una visión, propósito y diseño. Todo lo que se haga en ella debe abonar a esa visión. Si un evento o programa no contribuye para lograr los propósitos deseados, entonces la sabiduría dicta que debería ser eliminado. 

Cuando hablo de tener visión y propósito, no sugiero que el cuerpo pastoral se encargue de «diseñar una visión», al estilo del liderazgo empresarial. La iglesia ya tiene un propósito encomendado por Jesús: «recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1:8; cp. Mt 28:18-20). 

El cuerpo pastoral debe organizar y planificar todo hacia el cumplimiento de esa meta: los sermones, las reuniones semanales, los estudios bíblicos, las canciones, los retiros, los grupos pequeños, los discipulados, la adquisición de libros y recursos, el dinero, las plantaciones de nuevas iglesias, el apoyo a misioneros. Todo, absolutamente todo en la iglesia debe abonar a la misión divina de predicar el reino de Dios y hacer discípulos hasta los confines de la tierra. 

Todo, absolutamente todo en la iglesia debe abonar a la misión divina de predicar el reino de Dios y hacer discípulos hasta los confines de la tierra

Organizar y planificar son tareas cruciales, pues hay una misión urgente y que explica la existencia de la iglesia. Por lo tanto, los pastores que no planifican un esquema de trabajo apuntando a esta misión, están planificando fracasar en el ministerio.

Sin planificación, haremos un mal uso de nuestro tiempo. En el ministerio pastoral hay muchas tareas que demandan nuestra atención, pero si no tienes cuidado te distraerán de la misión de Dios. Tendrás un ministerio estancado en la rutina, atrapado en muchas ocupaciones, detenido por el peso de las distracciones. Estas son algunas frases que reflejan la falta de enfoque en la misión: 

  • No estamos listos como iglesia.
  • Nos falta crecer más para plantar iglesias.
  • Mis ovejas no quieren escuchar, no me dejan liderar.
  • No tenemos recursos para hacer lo que quisiéramos.
  • No tengo la educación que otros pastores tienen.
  • Soy pastor bivocacional; no tengo tiempo.
  • Mi contexto rural hace que la iglesia no crezca.
  • Necesitamos luces, músicos, redes sociales y más dinero para crecer.

No quiero generalizar, pues estoy seguro de que hay casos particulares en los que la falta de crecimiento en las iglesias se debe humanamente a causas ajenas y externas. Pero en mi experiencia he aprendido que la mayoría de las veces caemos en excusas para tratar de esconder nuestra falta de compromiso con la visión que nuestro Rey nos ha entregado.

Recuerda, Dios le dejó pastores a Su pueblo (Ef 4:11); no actores, médicos, ni consultores especializados en imagen pública. Por lo tanto, obedece tu llamado con diligencia. Los pastores tenemos el privilegio de guiar a las personas a Cristo y de administrar los asuntos de iglesia con responsabilidad. Cumplamos la tarea con alegría y no como una carga. Sirvamos, comprometidos con la misión, a las ovejas que Dios nos ha dado: no son nuestras, le pertenecen al Pastor de los pastores.

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