1. El Edén era bueno, pero todavía no estaba en su plenitud.
El Edén era brillante y hermoso, y tendemos a pensar en él en términos de perfección, pero deberíamos hacerlo en términos de potencial. Ciertamente, el Edén era puro y prístino, ordenado y lleno, pero el Edén del que leemos en Génesis 1 y 2 todavía no era todo lo que Dios quería para Su creación. Era inmaculado, pero incompleto.
Desde el principio, el Edén no estaba destinado a ser estático; se encaminaba hacia alguna parte. Podríamos decir que había una escatología del Edén. Las intenciones de Dios para Su creación siempre se han encaminado hacia la consumación, hacia la gloria.
2. El Edén era abundante, pero todavía no era expansivo.
Génesis 2:8 nos dice que en la tierra que creó, «el SEÑOR Dios plantó un huerto hacia el oriente». Él ordenó a Adán y Eva: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Gn 1:28). Claramente, se estaba gestando un proyecto de expansión. A medida que Adán y Eva trabajaran y cuidaran el jardín, y a medida que fueran fructíferos y se multiplicaran, el Edén crecería más allá de sus límites actuales y la gloria del gobierno real de Adán y Eva aumentaría.
3. El Edén era completamente bueno, pero no completamente seguro.
A pesar de lo bueno que era el Edén original, era vulnerable al mal, al engaño e incluso a la muerte. Esto se hace evidente cuando consideramos que Satanás habitó el cuerpo de una serpiente común y corriente y trajo la muerte al jardín prístino.
Las intenciones de Dios para Su creación siempre se han encaminado hacia la consumación, hacia la gloria
En Apocalipsis 21, Juan se encarga de asegurarnos que esto no sucederá en el jardín mayor que vendrá. Será completamente seguro. «Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero» (Ap 21:27).
4. El Edén tenía un ritmo de trabajo y luego descanso, pero todavía no un descanso eterno.
Dios hizo Su obra de creación y luego descansó. En Su descanso, Dios estaba poniendo ante Adán algo que esperar con ansias cuando cumpliera su obra de someter la tierra, ejercer dominio sobre ella y llenarla de portadores de Su imagen. Si Adán hubiera terminado fielmente la obra, él, Eva y su descendencia habrían entrado en un descanso sabático permanente.
5. Adán y Eva fueron hechos a la imagen de Dios, pero todavía no tan gloriosos como Dios quería.
David escribió acerca del primer hombre: «¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, / Y lo coronas de gloria y majestad!» (Sal 8:5). Claramente, Adán y Eva, habiendo sido hechos a la imagen de Dios, tenían una medida de Su gloria. Si hubieran obedecido, habrían sido «transformados de un grado de gloria a otro», lo que siempre ha sido y sigue siendo el plan de Dios para aquellos hechos a Su imagen.
Incluso ahora, mientras el Espíritu Santo obra en nosotros, estamos siendo transformados de un grado de gloria a otro. Pero es la gloria de la resurrección más plena lo que más esperamos. «Esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su gloria» (Fil 3:20-21).
6. Adán y Eva estaban desnudos, todavía no estaban vestidos con el esplendor real.
Cuando leemos en Génesis 2 que Adán y Eva estaban desnudos en el Edén, al principio puede parecernos algo bueno o neutral, pero los lectores originales de Moisés habrían reconocido que faltaba algo. Eran representantes reales del gran rey, y los representantes reales en las Escrituras siempre están vestidos con ropas reales (pensemos en la túnica de muchos colores de José, la túnica de Jonatán dada a David, la túnica y el anillo dados al hijo pródigo).
El informe de su desnudez indicaba una necesidad de la ropa real que les habría sido dada si hubieran ejercido fielmente el dominio. Pero en lugar de estar más vestidos, Adán y Eva perdieron la gloria original que los cubría. Esto es lo que hizo que su desnudez ante Dios fuera tan insoportable que buscaron cubrirse con hojas de higuera.
7. Adán y Eva disfrutaron de la intimidad de una sola carne, pero su vínculo era vulnerable a la ruptura.
La historia de amor en el Edén comenzó con Adán y Eva disfrutando de una intimidad que era como «hueso de mis huesos y carne de mi carne». Pero las mismas dos personas que estaban desnudas y sin vergüenza, solo unos pocos versículos más adelante, están tratando de ocultar su vergüenza. El mismo esposo que le tendió la mano a su esposa para darle la bienvenida, exclamando «¡Por fin!», solo unos pocos versículos más adelante señala con el dedo acusador en su dirección, diciendo: «La mujer que Tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí» (Gn 3:12). Esta asociación que tenía como propósito bendecir al mundo le trajo una maldición.
Llegará el día en que la sombra del matrimonio humano temporal dará paso a la sustancia: el matrimonio eterno, inquebrantable y más íntimo entre Cristo y Su novia
Desde que este primer matrimonio salió tan terriblemente mal, Dios ha estado trabajando Su plan para presentar una novia perfecta al Novio perfecto. Llegará el día en que la sombra del matrimonio humano temporal dará paso a la sustancia: el matrimonio eterno, inquebrantable y más íntimo entre Cristo y Su novia. Este será el matrimonio más feliz de todos los tiempos.
8. Adán y Eva disfrutaron de la presencia de Dios, pero fueron vulnerables a Su presencia en el juicio.
Adán y Eva experimentaron el gozo de la presencia de Dios con ellos en el jardín antes de pecar. Pero un aspecto de Su presencia con ellos fue la advertencia que les dio con respecto al árbol prohibido: «porque el día que de él comas, ciertamente morirás» (Gn 2:17).
Cuando leemos en Génesis 3:8 que Adán y Eva «oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día», no era como si Dios estuviera dando Su paseo habitual por la tarde en el jardín. Este era el día del juicio, lo que para Adán y Eva significaba que también era el día del desalojo. Ya no podían vivir en el santuario sagrado del Edén en presencia de un Dios santo, porque se habían convertido en personas impías.
Dios comenzó a desarrollar Su plan para hacer posible que los pecadores fueran purificados y santos para poder vivir en Su presencia
Pero la intención de Dios de morar con un pueblo santo en una tierra santa no podía ser frustrada por el pecado humano. En cambio, Dios comenzó a desarrollar Su plan para hacer posible que los pecadores fueran purificados y santos para poder vivir en Su presencia. Se acerca el día en que «Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos» (Ap 21:3).
9. Adán y Eva podrían haber obtenido el conocimiento del bien y del mal sin comer del árbol prohibido.
Cuando leemos acerca del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn 2:9), podríamos pensar que debe haber habido algo esencialmente malo, incluso amenazador, en este árbol. Pero no estaba prohibido porque fuera malo. Más bien, era malo porque estaba prohibido.
Dios había puesto este árbol en el jardín para darles a Adán y Eva la oportunidad de vivir una fe y una obediencia genuinas. Adán y Eva podrían haber usado la sabiduría que Dios les dio a través de Su palabra para juzgar las mentiras y la rebelión de la serpiente contra Dios como malas, mientras se aferraban a la bondad de Dios.
Adán debió haber aplastado la cabeza de la serpiente malvada en ese momento. Él debió haber acabado esta rebelión en vez de participar en ella. Si lo hubiera hecho, Adán y Eva habrían podido comer hasta saciarse del árbol de la vida y entrar en una vida celestial, sin tener que experimentar jamás la muerte.
10. El Edén tenía el árbol de la vida, pero a Adán y Eva se les prohibió comer de él.
No se nos dice específicamente que Adán y Eva no podían o no comieron del árbol de la vida que estaba en medio del jardín. Pero parecería que el fruto de este árbol era un banquete que Adán y Eva disfrutarían una vez que pasaran la prueba de obediencia representada en el árbol prohibido. Apocalipsis 2:7 habla de que comer del árbol de la vida se concede a aquellos que «vencen» o «conquistan». Claramente, Adán y Eva no vencieron la tentación. Se suponía que debían gobernar sobre la creación, pero no pudieron gobernar sobre sus propios apetitos. Debido a su desobediencia se les prohibió comer del árbol.
Apocalipsis 22 revela que la oportunidad para el pueblo de Dios de comer del árbol de la vida no ha desaparecido para siempre. En cambio, el árbol de la vida está gloriosamente plantado en el centro del gran jardín que está por venir. En el Edén, los árboles daban fruto en su temporada, lo que significa una vez al año. Pero en el nuevo y mejor Edén, el árbol de la vida produce una nueva cosecha de fruto cada mes. En el Edén, el árbol de la vida crecía en medio del jardín. Pero en el nuevo Edén, el árbol de la vida crece a ambos lados del río. Parece haberse multiplicado y expandido, lo que implica que todos tendrán acceso a él; todos serán bienvenidos a comer hasta saciarse. No es solo el fruto lo que nos alimentará; las hojas de este árbol nos sanarán. De hecho, sanarán todo.
A veces escuchamos la historia de la Biblia contada como Creación-Caída-Redención-Restauración. Pero por muy bueno que fuera el Edén, no estamos simplemente regresando al Edén como lo fue una vez. La historia de la Biblia es Creación-Caída-Redención-Consumación. Anhelamos un hogar que será incluso mejor que el Edén.