1. Cristo es el Señor de todo porque es Dios.
El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Dios gobierna sobre todas las cosas mediante Su control providencial (Sal 103:19). Por lo tanto, también es cierto que cada Persona en la deidad gobierna sobre todo. Cristo gobierna sobre todo. Este gobierno es integral no solo en su extensión (sobre todo el espacio, todo el tiempo y todas las áreas de la actividad humana), sino en sus detalles: sobre cada gorrión, cada cabello y cada átomo.
2. Cristo es Señor de todo porque en Su naturaleza humana ha logrado una obediencia perfecta, ha ganado la salvación para nosotros y se le ha dado el dominio universal como recompensa.
Como resultado de Su resurrección y ascensión, Cristo ha sido entronizado a la diestra de Dios el Padre, con dominio universal:
Ese poder obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero. Y todo lo sometió bajo Sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo (Ef 1:20-23).
Cristo es una persona y Su gobierno sobre todas las cosas es único y unificado
Cristo es una persona y Su gobierno sobre todas las cosas es único y unificado. Pero lo hace en dos aspectos: porque Él es Dios y también porque ha logrado la victoria final sobre el pecado y la muerte mediante Su resurrección y ascensión. Él es Dios y Hombre en una sola persona, en el trono del universo.
3. Cristo reclama autoridad tanto sobre los creyentes como sobre los incrédulos.
La diferencia es que los creyentes reconocen y se someten a Su gobierno, con alegría por la salvación que han recibido en Él.
Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra [dice Cristo]. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones… (Mt 28:18, énfasis añadido).
4. Debemos obedecer a Cristo en todas las cosas.
Sin embargo, nuestra obediencia no nos ayuda a ganar la salvación ni contribuye a que seamos personas salvas. Somos justificados por la gracia de Dios como un don (Ro 3:24). Todo es obra de Dios (Ef 2:8). Es la obediencia perfecta de Cristo, no nuestra obediencia, la que ha obtenido para nosotros el perdón de nuestros pecados y todos los beneficios de la salvación.
Es la obediencia perfecta de Cristo, no nuestra obediencia, la que ha obtenido para nosotros el perdón de nuestros pecados
Somos salvos al estar unidos a Cristo por medio del Espíritu Santo y al confiar solo en Él para nuestra salvación. La obediencia genuina es la ofrenda que damos en gratitud a Dios, porque ya hemos sido salvos. Debido a que somos salvos, somos fortalecidos por el Espíritu de Cristo y producimos el fruto del Espíritu (Gá 5:22-23).
5. Debemos servir a Cristo en todo momento, toda la vida y con todo nuestro corazón.
Servimos por varias razones complementarias:
- Cristo está entronizado y merece nuestra obediencia.
- Cristo es completamente hermoso y completamente digno de todo nuestro servicio.
- Es mandato de Dios que le sirvamos.
- Fuimos creados, diseñados y destinados para este servicio.
- Encontraremos la más profunda satisfacción y alegría en la vida solo en este servicio.
- El Espíritu Santo nos capacita para este servicio.
Al servir a Cristo, servimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo juntos, ya que las distintas personas habitan una en la otra.
6. Los medios de gracia nos guían y nos equipan para crecer en el servicio a Cristo.
No debemos suponer que nuestro servicio se basa meramente en el esfuerzo humano. Dios en Cristo provee los medios de gracia para guiarnos, equiparnos y fortalecernos. Estos medios incluyen la lectura de la Biblia, el estudio bíblico, la predicación, los sacramentos (el bautismo y la Cena del Señor), la oración y la comunión con otros santos en la iglesia, el cuerpo de Cristo. Estos medios se hacen efectivos por la presencia y el poder del Espíritu Santo en nosotros.
Además, podemos recibir recursos secundarios de las reflexiones teológicas y los ejemplos de generaciones anteriores de cristianos. Los líderes de la Reforma, y figuras particulares como Juan Calvino y Abraham Kuyper, han pensado cuidadosa y profundamente sobre lo que significa servir a Cristo en toda la vida.
7. Servir a Cristo hace una marcada diferencia en cada área de la vida.
Los cristianos difieren radicalmente de los incrédulos en la inclinación de sus corazones. Esta diferencia radical se expresa en diferencias a lo largo de cada área de la vida. Tenemos motivaciones que difieren de las de los incrédulos. Vemos la ley y el mundo de manera diferente, porque reconocemos que la ley viene de Dios y el mundo es gobernado providencialmente por Él. Nos vemos a nosotros mismos de manera diferente, porque sabemos que estamos hechos a la imagen de Dios y le pertenecemos. Tenemos propósitos diferentes a los de los incrédulos. Servimos a Dios y a Su reino, mientras que ellos sirven a otros objetivos, que son como dioses falsos.
Las diferencias en el punto de partida dan lugar a diferencias incluso en áreas que muchas personas consideran «religiosamente neutrales», como la ciencia y las matemáticas. La política, el trabajo, las relaciones sociales, las instituciones sociales, las finanzas y el arte necesitan una reflexión cristiana, así como áreas como la iglesia, el matrimonio, la crianza de los hijos y el cuidado del hogar, que han recibido más atención.
8. Debido al señorío de Cristo sobre el mundo, a veces podemos aprender de los incrédulos y cooperar con ellos en proyectos de corto plazo.
Podemos hacer esto porque Dios, en la gracia común, les impide llevar a cabo constantemente la inclinación rebelde de sus corazones.
9. Cristo da autoridad y responsabilidades distintivas a las personas en varias esferas de la vida.
La autoridad viene de Dios; no es meramente una invención humana. Toda autoridad humana es limitada porque es delegada por Dios a través de Su Hijo. Las responsabilidades de los funcionarios del gobierno civil, los padres, los líderes de la iglesia (pastores y ancianos), los líderes empresariales (dueños y gerentes), los maestros, los artistas, los agricultores, etc., están limitadas por Dios, y estas responsabilidades dependen de qué tipo de autoridad pertenece a cada uno. Los cristianos deben estudiar la Biblia y considerar sus implicaciones éticas para nuestras responsabilidades en cada área.
10. A través de Cristo, Dios establece una distinción pronunciada entre la iglesia y otras instituciones en la tierra.
La verdadera iglesia es el cuerpo de Cristo, santificado por la morada del Espíritu Santo. Se manifiesta en la tierra en reuniones locales particulares del cuerpo de Cristo, y también está entronizada con Cristo en el cielo (Ef 2:6). Por designación de Dios, se distingue de otras instituciones por ser santa y por estar capacitada de manera única por el Espíritu Santo para cumplir la voluntad de Dios en su función de discipular y nutrir a los creyentes. Los creyentes tratan a los miembros de la iglesia de manera diferente a como lo hace el mundo.
Esta característica distintiva es bastante compatible con que la iglesia sea una fuente de aliento y empoderamiento para que los cristianos sirvan a Dios en todo momento y en toda la vida, más allá de los límites de la responsabilidad distintiva de la iglesia como institución.