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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Un año de cambios: un devocional centrado en disfrutar a Dios (Ministerio Cambios Profundos, 2021), por Nicolás Tranchini.

La forma normal a través de la cual Dios nos guía es transformándonos en personas sabias. Este es un principio que debes entender a la hora de tomar decisiones.

Desde un punto de vista bíblico, ser sabio es ser capaz de ver y «leer» la vida con los ojos de Dios. Él quiere convertirnos en esa clase de personas. ¿Cómo lo hace?

La voluntad de Dios

Contrario a lo que podríamos pensar, Dios ya expresó Su voluntad respecto a las cuestiones más importantes y trascendentes de la vida. En un sentido muy real y práctico, Dios ha revelado Su voluntad y es la misma para todos los seres humanos, de todos los tiempos, en todas las épocas. 

No tienes que sacar un doctorado en teología para saber de qué se trata. Gracias a la Biblia ¡sabemos qué es lo que Él quiere! Lo que necesitamos es aprender a aplicar la voluntad revelada de Dios a nuestras decisiones cotidianas.

Como alguien dijo una vez: «No me preocupan tanto las partes de la Biblia que no entiendo, lo que sí me preocupa son aquellas partes de la Biblia que entiendo perfectamente y que no estoy obedeciendo».

¿Conoces la voluntad de Dios?

Entonces tienes que preguntarte: «¿Conozco bien a fondo qué dice la Biblia con respecto a aquello que estoy a punto de decidir?». Es importante no presuponer que ya conoces la respuesta sino investigar con diligencia sobre el tema.

El medio principal que Dios utiliza para guiarme es convertirme en alguien sabio y el medio principal para convertirme en alguien sabio es Su Palabra

Muchas veces me sorprendo cómo después de años de haber estudiado y enseñado la Biblia vuelvo a leer un texto o investigar sobre un tema y me encuentro con infinidad de información y verdades que no había visto.

Cuando estamos pasando por una situación novedosa o compleja, esa nueva realidad nos hace estar mucho más atentos a pasajes y verdades que antes pasábamos por alto o que no meditábamos en profundidad; como la crianza de los niños, por ejemplo. Escuchamos respetuosamente cuando un pastor predica sobre el tema o leemos algún versículo que trata ese punto, pero no prestamos toda la atención que el tema merece hasta que tenemos hijos propios.

Lo mismo sucede con cualquier otra verdad o enseñanza que no es tan relevante en el momento que la escuchas o la lees. ¿Qué dice toda la Biblia sobre el noviazgo? ¿Qué enseña toda la Palabra sobre las razones para cambiar de iglesia? ¿Qué enseña sobre el uso sano y bíblico de mi dinero, mi tiempo o mis dones? Antes de tomar una decisión importante, necesito hacer un estudio importante. 

Luego de hacer este estudio, si Dios me muestra algo en la Biblia que no coincide con mis planes o preferencias, ¿estoy verdaderamente dispuesto a dejarme guiar y cambiar mi decisión? Henry Blackaby escribió: 

Decimos que Dios es el Señor y que Él puede interrumpir nuestras vidas siempre que quiera. Sencillamente no esperamos que lo haga. Esperamos que confirme cada cosa que estamos haciendo, y que nunca nos pida cambiar nada de lo que ya hemos planeado.

Si el medio principal que Dios utiliza para guiarme es convertirme en alguien sabio y el medio principal para convertirme en alguien sabio es una compresión profunda de Su Palabra, ¿cuánto tiempo, esfuerzo y compromiso le dedico regularmente a su estudio para llegar a ser esa clase de persona?

El consejo de otros cristianos

¿Qué pasa cuando la palabra de Cristo habita en abundancia en nosotros? Nos convertimos en personas capaces de instruirnos y aconsejarnos unos a otros con toda sabiduría (Col 3:16).

Vivimos en una cultura que nos grita: «No dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer. Sigue tu corazón. Haz siempre lo que te apetezca». La Biblia una y otra vez nos da el consejo opuesto. La sabiduría está en escuchar a otros; en darme cuenta de que soy propenso al autoengaño; en buscar consejo en personas más maduras y experimentadas que yo.

Una persona sabia se deja guiar, se deja corregir, escucha, no piensa que lo sabe todo, recibe el consejo de otros (¡especialmente de los que están en desacuerdo!). Entonces, ¿cuál es la verdadera razón para no pedir consejo cuando tengo que tomar una decisión importante?

El principal aporte que tiene el consejo de otras personas es que puede ayudarte a evaluar si has convertido tu deseo en un ídolo

«El que vive aislado busca su propio deseo, contra todo consejo se encoleriza» (Pr 18:1). Este proverbio no nos da escapatoria; la verdadera razón para no buscar consejo es que estoy obsesionado con aquello que deseo. 

La persona que no quiere acercarse a otros para escuchar una perspectiva diferente, «busca su propio deseo», es decir, se ha vuelto esclavo de aquello que desea. En otras palabras, ha transformado su deseo en un ídolo. 

¿Por qué no quiere escuchar a otros? ¿Por qué no está dispuesto a evaluar una perspectiva diferente? ¿Por qué no puede tolerar el desacuerdo? ¿Por qué se encoleriza frente a la oposición? Porque está aferrado a su deseo y no está dispuesto a soltarlo.

El principal aporte que tiene el consejo de otras personas es que puede ayudarte a evaluar si has convertido tu deseo en un ídolo. Quisiera recordarte una verdad vital: no hay un momento en tu vida donde te gradúes de «sabio» y ya no necesites buscar consejo. «Cesa, hijo mío, de escuchar la instrucción, y te desviarás de las palabras de sabiduría» (Pr 19:27). ¿Te das cuenta lo que enseña este texto? Deja de recibir consejo y ¡dejarás de tomar decisiones sabias!

Recuerda que la forma normal a través de la cual Dios nos guía es transformándonos en personas sabias. «Lo principal es la sabiduría; adquiere sabiduría, y con todo lo que obtengas adquiere discernimiento» (Pr 4:7).

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