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Cuando vemos un evento increíble, ¿cuál es nuestra reacción natural? Una gimnasta hace una rutina increíble. Una persona salva a otra de una situación peligrosa. Un músico toca su instrumento con habilidad extraordinaria. ¿Cómo reaccionamos?

“¡Guau!”.

El asombro es la reacción correcta. Gente común como nosotros (¡o al menos como yo!) no hace cosas extraordinarias. Pero cuando somos testigos de un talento, evento u obra increíble, nuestra reacción de asombro es natural.

En las páginas del Evangelio según Marcos vemos muchos eventos increíbles. En mi estimación, Marcos contiene 21 milagros, y al ver cómo se llevan a cabo estos milagros, muchos reaccionamos diciendo: “¡Guau!”. Pero la pregunta es, ¿es esta una reacción suficiente? ¿Cuándo Marcos incluye los eventos de cada milagro, es su deseo provocar en nosotros una reacción así, o busca algo más?

Quisiera investigar esta pregunta de dos maneras: examinando el papel de los milagros en la estructura de Marcos, y el ejemplo de la alimentación de los 5,000 en Marcos 6.

Los milagros en la estructura de Marcos

El Evangelio de Marcos está formado por dos partes con la separación de un vínculo. La primera parte (Marcos 1:1–8:26) presenta la identidad de Jesús. La segunda parte (Marcos 8:31–16:8) muestra la misión de Jesús y explica lo que significa seguir a Jesús. Estas dos partes se separan por un vínculo en Marcos 8:27-30, la confesión de Pedro.

Interesantemente, 17 de los 21 milagros en Marcos se encuentran en los primeros 8 capítulos. Estos testifican de la identidad de Jesús. Entonces, de la estructura de Marcos podemos ver que el propósito de los milagros no es el de  simplemente provocar una reacción de asombro y nada más, sino el de provocar una pregunta inquisitiva: ¿quién es Jesús?

El milagro de la alimentación de los 5,000

Con este milagro, Marcos les revela a sus lectores dos aspectos importantes de la identidad de Jesús (Mr. 6:30-44).

1. Jesús es el Pastor verdadero. Antes de que este milagro tomará lugar, observamos que Jesús vio la gran multitud, y tuvo compasión de ellos. Es importante que entendamos la necesidad de la multitud que provocó esta compasión. No es porque tenían hambre, sino porque eran como ovejas sin pastor.

Sabemos del Antiguo Testamento que los líderes de Israel, los sacerdotes, los reyes, y los profetas fueron responsables de ser los pastores de Israel, bajo la autoridad de Dios, el verdadero Pastor (Num. 27:12-18, 2 Sam. 5:1-3, Jer. 12:10, Sal. 23:1-2). Sin embargo, sabemos que estos líderes rechazaron a Dios y se preocuparon más por sus propias vidas en lugar de las vidas de las ovejas (Ez. 34:1-10). La respuesta de Dios a esta situación es una promesa de juzgar a los líderes y establecer su propio pastor, en la persona de David (Ez. 34:24, Is. 40:11).

Por esta razón, cuando Jesús tuvo compasión de la multitud y comenzó a enseñarles como el Pastor, esto es una indicación de Su identidad como el Pastor verdadero, el Pastor que es el cumplimiento de la promesa de los profetas sobre David. ¿Es interesante no? No hemos leído los eventos del milagro y ya Marcos nos ha dado una indicación muy importante de la identidad de Jesús.

2. Jesús el proveedor divino. Tres veces en Marcos 6:30-44 el autor nos da la misma descripción del lugar del milagro: un lugar desierto (v. 31, 32, 35) y al parecer, de acuerdo a las palabras de los discípulos y el problema de la multitud, esta descripción es correcta. La multitud no tenía alimentos ni tiendas donde podían comprar pan, y los discípulos no tenían los recursos para preparar una cena para tantas personas.

Sin embargo, con cinco panes, dos peces y una frase corta al Padre, Jesús  alimenta a la multitud. ¡Es increíble! Y una reacción de “¡Guau!” es correcta, pero insuficiente. Porque cuando tomamos en cuenta el contexto —particularmente la ubicación— de este milagro, podemos ver cómo este pasaje nos revela la identidad de Jesús.

Cuando Marcos usa la palabra “desierto” para describir el lugar, esto nos lleva a recordar a Israel en el desierto después del éxodo de Egipto. Moisés y el pueblo de Dios también estuvieron en un lugar desierto y tuvieron el mismo problema: no comida y mucha hambre. De hecho, fue más grave la situación de Moisés porque el pueblo quería regresar a Egipto y la comida egipcia (Ex 16:1-3).

¿Cómo soluciona Dios este problema? Él se revela como Proveedor. Él mismo es la solución. Cada mañana, Dios provee pan, en la forma de maná, y cuando el pueblo lo recoge cada mañana, se encuentra con su Señor (Ex 16:12). Jesús estaba en el lugar desierto con el pueblo de Dios que no tenía ni pastor, ni comida. ¿Cuál fue Su solución? Se reveló como su Pastor, y su Proveedor divino.

Entonces, al tomar en cuenta el contexto del milagro y el milagro en sí mismo, Marcos nos revela dos aspectos de la identidad de Jesús. La pregunta es ¿podemos escuchar la revelación? ¿Podemos entender la revelación? ¿Podemos conocer a Jesús, el Jesús verdadero, por la revelación? Porque si nuestra reacción al milagro es “¡Guau!” y nada más, no hemos visto la historia completa. Nos falta el elemento importante: la revelación de la identidad de Jesús.

Crédito de imagen: Lightstock.
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