Las palabras de Cristo generaron toda clase de reacciones: esperanza, paz, y consuelo en quienes le creían; odio, envidia, o deseos de venganza en quienes lo despreciaban y miraban en Él una amenaza. Sus reflexiones no dejaron indiferente a nadie, en especial sus últimas palabras.
Los cuatro Evangelios registran las palabras finales de Cristo cuando pendía de la cruz. Estas tienen implicaciones importantes para los creyentes y también para toda la humanidad. Es de común acuerdo que las palabras de Jesús en la cruz fueron siete frases, conocidas como “los siete gritos de Jesús en la cruz”:
1) “Eli, Eli ¿lama sabactani?” (Mt. 27:46; Mc. 15:34)
2) “Perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34)
3) “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43)
4) “Mujer: he ahí tu hijo; he ahí tu madre” (Jn. 19:26-27)
5) “Tengo sed” (Jn. 19:28)
6) “Consumado es” (Jn. 19:30)
7) “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46)
“Consumado es” se trata de la frase más importante que Cristo pronunció en la cruz, porque Él consumó en ella la obra de redención para la humanidad y para honra del Padre y del Hijo.
Sin embargo, la muerte no silenció a nuestro Señor Jesucristo. Después de su resurrección, y antes de ascender al cielo, Él dijo estas últimas palabras a sus discípulos:
“Acercándose Jesús, les dijo: ‘Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’”, Mateo 28:18-20.
Estas palabras constituyen el mandato ministerial más importante para la Iglesia proyectado al mundo: la Gran Comisión.