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El fundamento para hablar del salario de un pastor está establecido por las palabras de Jesús y Pablo: “el obrero es digno de su sostén” (Mt. 10:10); y “Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio” (1 Co. 9:14).

El salario pastoral es un beneficio legítimo para quienes sirven como predicadores y pastores; como cualquier trabajo, el pastorado es una vocación que debe ser remunerada. 

Al tratar de fijar cuánto debería ganar el pastor de una iglesia, estamos respondiendo a un mandato que Cristo nos dejó. Como dijo Pablo a Timoteo:

“Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey cuando trilla’, y: ‘El obrero es digno de su salario’”, 1 Timoteo 5:17-18.

El apóstol no solo hace legítimo el salario pastoral, sino que también nos modela el aprecio que debemos tener a la labor de los pastores.

Una implicación de esta enseñanza es que la iglesia, por medio de un grupo de hermanos o líderes, es quien debe establecer la cantidad del salario y no el pastor. Entonces, debemos preguntarnos: ¿Cuánto debería ganar el pastor de una iglesia?

Dos errores y dos mentiras

Antes de presentar algunos criterios para determinar cuánto debería ganar el pastor de una iglesia, debemos señalar dos desaciertos que las iglesias pueden cometer: el primero es descuidar el sostenimiento financiero de sus pastores, y el segundo es pensar que la iglesia debe enriquecerlos. Ser indiferentes a las necesidades físicas de los pastores o convertirlos en personas adineradas son dos errores extremos que las congregaciones deben evitar.

Las iglesias no son negocios y los pastores no son ejecutivos o dueños de ellas. La iglesia no existe para enriquecer a los pastores

Además, quisiera resaltar al menos dos mentiras relacionadas que se asumen en muchas congregaciones. La primera tiene que ver con una aplicación ilegítima de las palabras de Jesús: “en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré” (Mt. 25:23). A veces se justifican los altos salarios de los pastores porque “ellos fueron los fundadores”. Se dice que si la congregación era pequeña y modesta en sus inicios, y ahora es grande y próspera, el salario del pastor debe ser proporcional a la prosperidad de la iglesia.

Sin embargo, el hecho de que una iglesia prospere financieramente no debe traducirse en un salario exorbitante para el pastor. Esta fórmula de proporción está más en armonía con el mundo corporativo que con el reino de los cielos y la enseñanza bíblica. Las iglesias no son negocios y los pastores no son ejecutivos o dueños de ellas. La iglesia no existe para enriquecer a los pastores.

La segunda mentira es la aplicación, también distorsionada, de otras palabras de Jesús: “Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor” (Mt. 10:24). Muchos pastores justifican su abundancia financiera enseñando que ellos son como el “tope” de su congregación. El argumento va así: si el pastor es próspero, las ovejas serán prósperas; y si el pastor es pobre, las ovejas también serán pobres.

Una iglesia bendecida con buenas finanzas debe ser responsable y generosa para proveer un salario para el pastor

Esta lectura del texto es un mal ejercicio de interpretación porque, al considerar el contexto, vemos que las palabras de nuestro Señor sirven para advertir a sus discípulos que, así como el mundo lo aborreció a Él, ellos también serán aborrecidos. El pasaje no habla de las finanzas de un pastor como el límite de la prosperidad de la iglesia. En realidad, la iglesia debe velar que su pastor no sea amante de ganancias deshonestas, codicioso y ostentoso de los bienes que posee (1 Ti. 3:2-3; 2 Ti. 3:3; 1 Pe. 5:1-3). 

Habiendo abordado estos errores comunes, pasemos a ver algunos criterios que nos ayudan a determinar el salario pastoral.

Tres criterios para establecer cuánto debería ganar el pastor

1. La capacidad financiera de la iglesia

Un principio bíblico que podemos seguir está en Lucas 12:48: “A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán”. A partir de este texto podemos decir que una iglesia bendecida con buenas finanzas debe ser responsable y generosa para proveer un salario para el pastor.

Por otro lado, si una iglesia no tiene la capacidad financiera para sostener a tiempo completo al pastor, debería establecer una cantidad que corresponda con sus ingresos y no suponga una presión innecesaria o extrema para la congregación. El salario de un pastor no debería abarcar la totalidad de los ingresos de una iglesia, porque las iglesias también tienen otros compromisos que cumplir. Con esto no sugiero que el salario pastoral sea un tema secundario o de poca importancia, pero sí que una congregación debe ejercer buena mayordomía al administrar sus recursos.

2. El costo de la vida donde el pastor vive y ministra

Esto varía de ciudad en ciudad y también cambia con el tiempo. El costo de una renta o hipoteca, los alimentos, la ropa, la transportación, las medicinas, y los entretenimientos varían de un lugar a otro. Quienes fijan el salario pastoral deben considerar el contexto económico y buscar una cantidad que sea acorde con el lugar donde Dios los ha colocado. 

3. Los gastos del pastor y su familia

El hecho de que el Señor haya dotado a su iglesia de líderes, maestros y pastores, es una expresión de su amor por ella

El presupuesto del pastor también debe ser considerado. Cada familia incurre en gastos distintos y tiene diversas responsabilidades. La meta sería, sin abandonar los criterios ya establecidos, que un pastor pueda ganar lo suficiente para sostener a los suyos. Así podemos ofrecer al pastor la posibilidad de estar libre de apuros económicos para que pueda dedicarse de lleno a las responsabilidades del ministerio.

Cuidemos a nuestros pastores

Tristemente, la codicia y ostentación caracterizan a muchos líderes en la iglesia hispanohablante. Estas actitudes y prácticas socavan el testimonio de la iglesia y limitan el avance del evangelio. Estas cosas son contrarias al llamado cristiano al contentamiento y a la piedad, y no reflejan la modestia del Salvador (Mt. 8:20).

Sin embargo, esto no debe llevarnos a la sospecha de todos los pastores o la indiferencia hacia ellos, ni a la desesperanza. Las congregaciones deben agradecer al Señor por los pastores fieles al evangelio y apreciar la labor que hacen, pues es Dios quien los coloca en donde están. Una forma de mostrarnos agradecidos es velando por sus necesidades físicas. Seamos generosos y diligentes en cuidar de nuestros pastores y sus familias.

El hecho de que el Señor haya dotado a su iglesia de líderes, maestros y pastores, es una expresión de su amor por ella. Cristo cuida y sustenta a su iglesia por medio de hombres piadosos que trabajan arduamente para su edificación.

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