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En el Informe sobre la gran comisión, publicado antes de la reunión de este año del Congreso de Lausana para la Evangelización Mundial en Seúl (Corea del Sur), Victor Nakah e Ivor Poobalan ofrecen una base teológica para «la gran comisión» como una de las frases más utilizadas en el cristianismo global de hoy.

Mateo 28:18-20 recoge el mandato que el Rey Jesús encomendó a la iglesia a través de Sus apóstoles en el periodo comprendido entre Su ascensión y Su regreso. (También son importantes Mr 16:15; Lc 24:46-49; Hch 1:8; y Jn 20:19-23). Es el clímax de una convocatoria emitida por Dios en el Antiguo Testamento, un tema evidente en el llamamiento de Abraham (Gn 12:1-3) que se desarrolla a lo largo de las Escrituras. «La gran comisión se emitió como una directiva a seguir, un mandato a obedecer y un decreto a ejecutar», escriben Nakah y Poobalan.

Agradezco esta contribución en su introducción al Informe sobre la gran comisión, especialmente por abrirme los ojos a los cuatro «todos» en el mandato misionero que Jesús dio a Sus discípulos, como se ve en la formulación de Mateo.

1. Toda autoridad

La gran comisión no comienza con un mandato, sino con una coronación. Jesús hace la afirmación asombrosa de que se le ha dado «toda autoridad en el cielo y en la tierra». Él no arrebató ni robó tal autoridad; le fue concedida como parte de Su exaltación (Fil 2:9-11). Nakah y Poobalan comentan:

El hecho de que la gran comisión se base en esta autoridad dice mucho de la intención de Dios de llevar a cabo la obra. Con esta autoridad, no solo estamos seguros de que seremos librados de todo mal, sino que confiamos en que, cuando más importa, no seremos defraudados, ya que el Padre ha «sujetado todo bajo Sus pies» (He 2:8).

2. Todas las naciones

La gran comisión tiene un alcance mundial. La misión es global e intercultural. Aquí vemos la pasión de Dios por todos los pueblos, naciones, tribus y lenguas del mundo.

La gran comisión tiene un alcance mundial. La misión es global e intercultural

No solo estamos llamados a proclamar el evangelio, sino también a hacer discípulos. Pero no solo a hacer discípulos, sino a «hacer discípulos de todas las naciones» (como explican Nakah y Poobalan, a «llevar a personas de todos los grupos étnicos a un verdadero seguimiento del Mesías»). La iglesia está en marcha incluso ahora, escriben:

Nunca antes, desde los primeros siglos, el cristianismo había crecido tan rápidamente en sociedades no evangelizadas de América Latina, África y Asia. Las historias más recientes del crecimiento de la iglesia en Asia, por ejemplo, en lugares como China, Irán y Nepal, son poco menos que milagrosas, porque el evangelio ha prosperado en contextos predominantemente comunistas, islámicos e hindúes, donde la antipatía y la hostilidad constantes han sido más ruidosas y activas.

Dios tendrá Su familia mundial de fe. Se nos ha encomendado la tarea del discipulado, que a su vez tendrá un elemento de obediencia misionera hacia el exterior, centrada en las naciones. «El llamado», escriben, «es a establecer comunidades de adoración que amen a Cristo, odien el pecado y honren a Dios» bajo la bandera de Jesús como Señor.

3. Todos los mandamientos

El llamado del discipulado incluye enseñar todo lo que Cristo enseñó. El objetivo no es solo un nivel cognitivo de comprensión doctrinal, sino la obediencia total. Obedecer todo lo que Cristo enseña. Nakah y Poobalan comentan:

La gran comisión prohíbe una actitud selectiva ante las exigencias de Cristo a todos los que le siguen. No podemos escoger o añadir lo que nos plazca. Su instrucción es enseñar «todo lo que les he mandado».

El llamado del discipulado incluye enseñar todo lo que Cristo enseñó. El objetivo no es solo un nivel cognitivo de comprensión doctrinal, sino la obediencia total

Por muy hermoso que sea ver la explosión del testimonio cristiano en muchas partes del mundo, debemos reconocer la importancia de un discipulado profundo y lamentar su ausencia. «Nos vemos obligados a admitir que, hoy en día, la espiritualidad cristiana mundial corre el riesgo de convertirse en algo “de un kilómetro de largo y dos centímetros de profundidad”», reconocen. Buscamos una cosecha de conversiones evangelísticas, pero junto con nuestro evangelismo, debe haber un compromiso con un discipulado profundo que dé como resultado la obediencia y el rechazo del sincretismo.

4. Todo el tiempo

El cuarto «todos» de la gran comisión es la promesa de la presencia de Jesús, sin importar las circunstancias u obstáculos que enfrentemos, si las condiciones culturales son favorables u hostiles. Jesús dice que estará con nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. Su afirmación aquí nos da el valor para ir hasta los confines del mundo a pesar del riesgo, los peligros y las pruebas. «Con esta declaración», escriben, «viene la certeza, el prestigio y el poder de Su presencia permanente».

¿Dónde nos dejan estos cuatro «todos»? Con la fe en el poder de Dios para hacernos discípulos —«estudiantes y seguidores»— de Jesús, cuya buena nueva está siempre en nuestras lenguas. «Esa es la naturaleza de la fe cristiana y la dirección del Espíritu Santo, quien siempre nos lleva a dar testimonio de Jesús y a glorificarlo (Jn 15:26, 16:14)».

Después de todo, nos recuerdan Nakah y Poobalan: «La gran comisión no es un fin en sí misma; es un medio para un fin. El futuro es la presencia de todas las tribus, lenguas, naciones e idiomas adorando al Rey al final de los tiempos».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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