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El pacificador protestante: Wolfgang Capito

Martín Lutero no estuvo solo hace 500 años. Y no está solo hoy. Para marcar los 500 años de la reforma, Desiring God preparó una serie con un artículo nuevo cada día por el mes de octubre a través de personajes claves de este evento.

¿Cómo es Dios? ¿A quién debemos seguir? Muchas personas debieron hacerse estas preguntas durante los tiempos turbulentos que ahora celebramos como la Reforma. Los reformadores, los contrarreformistas, los humanistas, y los anabaptistas discutieron (y a veces pelearon) para definir nuestra comprensión de Dios y su evangelio. Nada podría ser de mayor importancia.

Muchas de las personas que lucharon juntas (o unas contra otras) durante la Reforma protestante aún son muy conocidas en el siglo XXI. Pero la obra que Dios hizo a través de la Reforma incluyó un elenco de cientos, incluso miles, que hoy en día son desconocidos para muchos de nosotros. Entre este grupo se encuentra Wolfgang Capito (1478-1541), un reformador que deseaba más de Dios y predicaba el evangelio mientras promovía la paz. Y por esa razón, a menudo se encontraba en problemas con sus amigos reformadores.

Comienzos humanistas

Wolfgang Capito nació en Francia en 1478. El padre de Wolfgang, Hans, era una herrero pobre y frugal. Valoraba la educación y envió a su hijo a una escuela de latín, y luego a prepararse como médico. Cuando Hans murió en 1500, sus últimas palabras fueron un mandato, advirtiendo a Wolfgang en contra de precipitarse a convertirse en sacerdote.

Apresuradamente o no, Capito ya se estaba moviendo en esa dirección. Abandonó la medicina y estudió teología. Específicamente, fue entrenado como un humanista cristiano, convirtiéndose en un estudiante y amigo cercano de Erasmo. Como humanista, amaba el texto bíblico y los idiomas bíblicos, deseaba la reforma del cristianismo (particularmente la moral de sus líderes y sacerdotes), y anhelaba la paz. Pronto fue ordenado para el servicio en la Iglesia católica.

Capito fue enviado a Basilea en 1515. Allí, en la Catedral de Basilea, fue lentamente sacado del catolicismo, y del mero humanismo, hacia la Reforma. Mientras estuvo en Basilea se hizo amigo de Zuinglio, y fue corresponsal de Lutero. Durante este tiempo, la teología de Lutero lo confundía. Al principio rogaba a Lutero que fuera menos ofensivo, especialmente hacia el Papa.

¡Lutero no prestó atención a este consejo! Aun así, Capito publicó con entusiasmo las obras de Lutero en el norte de Europa en 1518. Sin embargo, siendo todavía humanista, Capito realmente no entendía. Continuó entablando conversaciones con Lutero, y luego en 1522 visitó Wittenberg. Aunque fue perturbado por el pecado trágico que presenció allí, también descubrió el corazón de la Reforma en el evangelio –Dios encontró su corazón.

Un llamado a la paz

Cuando Dios lo movió de ser un humanista a un reformador teológico, Capito lo explicó así: “Me he movido al lado de los piadosos papistas y luteranos que buscan solo la salvación del alma y nada temporal; y los amonesto a la unidad cristiana, tanto como Dios me dé gracia” (Wolfgang Capito, 94). Su corazón era ahora de Dios. Sin embargo, su formación humanista resonó profundamente con el llamado bíblico a la paz.

Durante su vida escribió tres himnos. Uno de ellos permaneció en los himnarios alemanes durante siglos y se titula “Danos paz”:

Danos esa paz que nos falta,
A través de la incredulidad, y la vida dura.
Tu Palabra ofreces completamente,
A la cual cruelmente nos resistimos.
Con fuego y espada, esta saludable Palabra
Algunos persiguen y oprimen.
Algunos con la boca confiesan la verdad,
Pero sin sincera piedad.

Aunque la Palabra de Dios fue predicada poderosamente en toda Alemania, Francia, y más allá, hubo persecución y opresión dentro de la Reforma que cansó a Capito y lo hizo caer de rodillas en oración –y a escribir. Continuó haciendo un llamando a Lutero y a Zuinglio a encontrar un terreno común en la teología de la Cena del Señor, y asimismo para que mostraran misericordia a los anabaptistas.

A lo largo de su vida como reformador, muchos interpretaron su llamado a la misericordia a los opositores teológicos, como que estuviera de acuerdo con esos opositores. Sin embargo, la misericordia no es concordar; su condena a la violencia, la coerción, e incluso el lenguaje ofensivo, fue un llamado al pueblo de Dios para que no interfirieran en la obra del Espíritu Santo para disciplinar a los que se oponen.

El siervo del Señor

¿Cómo es Dios? ¿A quién debemos seguir? Tales preguntas siguen desafiando al mundo el día de hoy. A medida que tratamos de llamar a muchos a deleitarnos en el Dios de Lutero y Calvino, haríamos bien en seguir el ejemplo de Capito y el mandato de Dios: “El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad” (2 Ti. 2:24-25).

Somos llamados a un combate amable y pacífico, incluso a riesgo de ser malinterpretados.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Jenny Midence-García.
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