×

En los últimos veinte años, he tenido varios padres en la fe geniales. Estos hombres de Dios se acercaron a invertir en mí y estaban lo suficientemente adelantados como para guiarme, desafiarme y animarme.

Cuando era adolescente, mi líder de Vida Joven, Kevin Jamison, me ayudó a comenzar a seguir a Jesús y a hacer mía la fe cristiana. Bryan Lopina, quien estaba un par de cursos por delante de mí, me enseñó, incluso entonces, cómo invertir en hombres más jóvenes que yo. También me enseñó que el pecado sexual era grave y me arruinaría.

Luego, cuando tenía veinte años, Tom Steller me enseñó cómo leer la Biblia por mí mismo, para ver más de lo que había visto antes. Dieudonné Tamfu me enseñó a consagrar mi tiempo, mi atención y toda mi vida más plenamente a Cristo. Dan Holst me enseñó cómo amar a una familia y luego incorporar a hombres más jóvenes a esa familia. Mike Meloch me enseñó cómo conocer y buscar una esposa y cómo ser un testigo de Cristo en el lugar de trabajo.

A lo largo del camino, también mi papá —mi padre biológico y padre en la fe— me enseñó cómo trabajar duro «como para el Señor» (Col 3:23), cómo amar a una mujer como Cristo ama a la iglesia, cómo dar generosamente para bendecir y apoyar a otros, cómo navegar situaciones difíciles y tensas con una calma y una fuerza confiada en Dios.

He tenido padres maravillosos en Cristo. Algunos de ellos han estado en mi vida durante décadas; otros solo por unos pocos años. Algunos han sido mucho mayores que yo (a veces treinta o cuarenta años mayores); otros han estado solo unos pocos años por delante. Algunos vinieron y me encontraron; otros los busqué yo mismo. Todos ellos, sin embargo, me han moldeado, aconsejado y animado en Cristo. Y cada uno ha desempeñado diferentes papeles siendo padres para mí. Realmente no ha sido un solo hombre, sino un pueblo de hombres buenos.

Debido a que he probado el fruto de tal paternidad, y porque veo este tipo de paternidad una y otra vez en la Escritura, quiero animarte a que hagas lo que puedas para encontrar los padres espirituales que necesitas.

Paternidad inspirada por Dios

¿Dónde vemos este tipo de padres en la Biblia? Una vez más, podríamos ir a varios textos, pero me sentí atraído por el libro de Proverbios, todo un libro escrito por un padre, para un hijo.

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre
Y no abandones la enseñanza de tu madre;
Porque son guirnalda de gracia para tu cabeza,
Y collares para tu cuello.
Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir,
No consientas (Pr 1:8-10, énfasis añadido).

 

Proverbios no es solo un catálogo de dichos sabios. Es una carta de un buen padre a su hijo. «Hijo mío… Hijo mío… Hijo mío…»; 23 veces en 31 capítulos. El libro modela el tipo de consejo paternal que los hombres jóvenes necesitan para navegar por la vida. El libro nos muestra (entre otras cosas):

  • Cómo tomar decisiones difíciles (Pr 11:14; 12:15; 15:22).
  • Qué comer y beber (y qué no comer ni beber, o al menos con moderación) (Pr 20:1; 23:20-21).
  • Qué tipo de amigos tener (y evitar) (Pr 27:10; 1:10; 13:20; 14:7).
  • El tipo de mujer con la que casarse (y cuál evitar) (Pr 18:22; 31:10; 5:3-5; 21:19).
  • Cómo amar a una esposa e hijos (Pr 22:6; 31:11, 28-29).
  • Cómo hacer y gastar dinero (Pr 30:7-9; 3:9-10; 14:21, 31).
  • Cuándo hablar y cuándo guardar silencio (Pr 18:21; 12:13; 15:2).
  • Cómo volverse humilde (Pr 3:5; 11:2).

Proverbios como libro nos da el retrato de un buen padre. En él, Salomón aplica la sabiduría a todas las esferas de la vida, tratando (en muchos detalles prácticos y terrenales) de preparar a su hijo para vivir bien como un hombre de Dios.

Todo hombre joven necesita hombres que puedan guiarnos, enseñarnos y capacitarnos. Necesitamos padres de carne y hueso, de vida a vida

Entonces, podrías pensar: Bueno, si este es el consejo inspirado por Dios de un padre espiritual, ¿realmente necesito encontrar otro padre? ¿Por qué no simplemente memorizar Proverbios? Bueno, eso ciertamente no haría daño. Los hombres que internalicen y apliquen los 31 capítulos de Proverbios estarían en mejor forma que muchos. Pero realmente necesitamos más que palabras (todos sabemos esto instintivamente). Todo hombre joven necesita hombres que puedan guiarlo, enseñarle y capacitarlo. Necesitamos padres de carne y hueso, de vida a vida.

Fidelidad masculina cotidiana

Vemos este tipo de paternidad en todo el Nuevo Testamento. Por ejemplo, ¿por qué Jesús pasó la mayor parte de Su ministerio con doce hombres? Podría haber simplemente recorrido un circuito de predicación y escrito libros que fueran éxito de ventas, pero eligió enfocar Sus tres cortos años de ministerio en Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, otro Jacobo, Tadeo, Simón y Judas. Piensa en eso. Algunas camionetas tienen capacidad para más de doce personas, y sin embargo, ese fue Su enfoque. ¿Por qué?

Bueno, en parte, porque sabía que Sus discípulos necesitaban más que unos pocos grandes mensajes o libros. Para que realmente lo entendieran, para que vivieran como Dios quería que vivieran, necesitaban ver Su vida. Necesitaban ver cómo era la fidelidad masculina en tiempo real: situaciones reales, en un lugar real, entre personas reales y desafíos y tentaciones. Necesitaban verlo cuando estaba cansado, cuando estaba enfermo, cuando tenía hambre, cuando estaba distraído e interrumpido. Necesitaban verlo cuidar a los miembros de Su familia y hablar con extraños, y tomar decisiones difíciles en el momento. Necesitaban verlo no lograr todo lo que quería hacer en un día. Necesitaban verlo orar en secreto.

Necesitaban ser vistos por Él, así como ver Su vida de cerca y de manera constante, así como necesitaban que Él viera las suyas. Él conocía a estos hombres lo suficiente para corregirlos y entrenarlos, consolarlos y reprenderlos, no de forma vaga, sino específica, como lo haría un buen padre.

Piensa en el apóstol Pablo y en los muchos hombres a quienes discipuló, de iglesia en iglesia, de ciudad en ciudad: Timoteo, Tito, Silas, Bernabé, Epafrodito, Aquila y otros más. El cristianismo se transmite de padres a hijos, quienes a su vez se convierten en padres de otros hijos, y así sucesivamente. Eso no ha cambiado, aunque hoy existan dos mil millones de cristianos profesos en el mundo. Dios sigue diciendo a los padres espirituales: «Lo que has oído de [M]í en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros» (2 Ti 2:2). De padre a hijo, de padre a hijo, de padre a hijo: de algunos hombres a ti, y de ti a otros hombres.

Primeros pasos hacia los padres

Encontrar buenos padres espirituales puede ser difícil, así que quiero concluir con algunos consejos prácticos. Si reconoces la necesidad de un padre espiritual, pero aún no lo tienes, ¿qué puedes hacer? ¿Te limitas a esperar que un hombre mayor y sabio de la iglesia te descubra y te tome bajo su cuidado?

No, en mi experiencia, generalmente es el hombre más joven quien necesita identificar y acercarse al hombre mayor. Probablemente debas pedir que te adopten como hijo. No siempre es así (y en realidad no debería serlo), pero con frecuencia sigue siendo la realidad. Entonces, ¿qué podemos hacer como hombres jóvenes que necesitan padres?

Observa

Primero, identifica a los hombres piadosos y maduros que te rodean. No puedes buscar un padre espiritual si no puedes nombrarlo. Comienza a analizar a los hombres mayores que Dios ha puesto en tu entorno. ¿Qué debes buscar en ellos? Ante todo, una fe madura, alguien que haya seguido a Jesús con fidelidad por más tiempo que tú.

Como guía, puedes examinar los requisitos para los ancianos en 1 Timoteo 3:1-7 o en Tito 1:6-9. No es necesario que estos hombres sean pastores, ancianos o diáconos para ser padres espirituales, pero estos pasajes describen las características de la madurez cristiana. ¿Es un esposo fiel? ¿Es sobrio de mente y autocontrolado? ¿Es amable y gentil? ¿Cómo maneja su dinero? ¿Cómo usa la Biblia? Aparte de la habilidad para la enseñanza pública, todas las demás cualidades son las que Dios espera de cada creyente. Son las mismas cualidades que Él espera de ti. Los hombres no necesitan ser superhéroes espirituales para ser buenos padres espirituales; simplemente deben ser lo suficientemente sabios y fieles para impulsarte a crecer y madurar.

Además de la madurez, busca que haya puntos en común. No es suficiente que sean más maduros que tú y que los veas brevemente los domingos o en alguna reunión ocasional. Necesitas tener acceso real a sus vidas, e idealmente, acceso constante. El discipulado significativo no se da en conversaciones aisladas de vez en cuando. Requiere tiempo y espacio, y necesita regularidad.

La verdadera semejanza a Cristo suele manifestarse con mayor claridad en las cosas ordinarias

Necesitas ver a hombres fieles en situaciones cotidianas, no solo cuando están arreglados para la iglesia y dirigiendo el culto. Quieres verlos con su ropa de fin de semana en el sofá, cuando están en desacuerdo con sus esposas o cuando ven un partido de fútbol. Para ser un verdadero hijo, necesitamos tener cierta interacción regular.

Pide

Una vez que hayas identificado a los hombres maduros que te rodean, intenta concertar momentos intencionales para compartir juntos. Una vez más, no esperes a que un padre venga a buscarte. Acércate y pídeles sabiduría, consejo, tiempo y que te adopten como un hijo. Y a medida que comiencen a reunirse con regularidad, busca maneras de ayudarles en las tareas diarias de su vida. Esto no es solo para su beneficio (a quién no le vendrían bien unas manos adicionales), sino también para el tuyo. Nuevamente, debes verlos realizando actividades cotidianas: el trabajo en el jardín, las compras en el supermercado, las reparaciones en casa, la preparación de la cena o el cuidado de los niños. La verdadera semejanza a Cristo suele manifestarse con mayor claridad en las cosas ordinarias. Por lo tanto, únete a ellos en estas tareas diarias que a menudo pasamos por alto. Facilita al máximo que puedan dedicarte tiempo.

Escucha

Por último, escucha con atención. Haz muchas preguntas. Es una manera de honrar a los hombres mayores y sabios. A veces, nos da miedo preguntar por temor a parecer tontos, pero las preguntas sobre cómo seguir a Cristo, incluso las más pequeñas e insignificantes, nunca son tontas. Los hombres verdaderamente piadosos, aquellos dignos de imitar, no pensarán que tus preguntas son tontas. Tus preguntas los animarán y honrarán, y te alentarán a seguir preguntando.

Así que, hermanos, identifiquen hombres maduros para imitar, hombres que puedan enseñarles, desafiarles, animarles y moldearles. Establezcan momentos regulares para estar con ellos (faciliten que puedan pasar tiempo con ustedes). Y hagan muchas, muchas preguntas. Escuchen atentamente lo que dicen, observen con cuidado cómo viven y luego imiten su fe.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando