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La crisis en Israel

El libro de Jueces describe un período en la vida de la nación de Israel entre el liderazgo profético de Moisés y Josué y el establecimiento de la monarquía y el reinado en Israel. La naturaleza de este período se describe en cuatro ocasiones diferentes en el libro: «En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos» (Jue 17:6; cp. 18:1; 19:1; 21:25). Esta breve declaración resumida nos enseña dos hechos importantes sobre el período de los jueces en Israel: (1) había una crisis de liderazgo; y (2) hubo una crisis subsecuente en la fidelidad de Israel a su pacto con el Señor.

La generación del desierto con Moisés y la generación de la conquista con Josué habían sido testigos oculares de las grandes señales y maravillas de Dios para salvar y liberar. Pero entonces «se levantó otra generación después de ellos que no conocía al SEÑOR, ni la obra que Él había hecho por Israel» (Jue 2:10). En las generaciones entre Josué y la monarquía, Israel hizo «lo malo ante los ojos del SEÑOR» (Jue 2:11). El mal descrito en el libro de Jueces debe entenderse como el declive progresivo de Israel hacia la idolatría. La nación de Israel fue originalmente diseñada por Dios para ser «un reino de sacerdotes y una nación santa» (Éx 19:6), pero al final del libro de Jueces, Israel se había hecho como todas las demás naciones a su alrededor, y hasta peor, como Sodoma y Gomorra (cp. Jueces 19 con Génesis 19).

Mira a Jesús a través de los jueces

Entonces, ¿por qué los cristianos buenos y de vida limpia deberían estudiar Jueces, un libro que fácilmente recibiría una calificación para adultos por su contenido si se produjera una película para la pantalla moderna? Hay muerte y matanzas, sacrificios humanos y traición, sexo ilícito y escándalos escritos en todas las páginas de este libro. Aod asesina a Eglón y lo deja pudrirse en su propia materia fecal. Jefté sacrifica a su única hija en holocausto debido a un voto que había hecho al Señor. Sansón pasa la noche con una prostituta. Un levita corta en pedazos a su concubina, que había sido brutalmente violada hasta la muerte durante la noche, y envía su cuerpo desmembrado por todo Israel para incitar a la guerra. En el libro de Jueces observamos claramente que la vida es confusa, asquerosa y complicada, y que es el ciclo de nuestro propio pecado el que ha creado estos problemas.

Las narraciones contenidas en el libro de Jueces fueron escritas para «dar testimonio» o «testificar» de la persona y la obra de Jesús

Debido a la naturaleza sorprendente de estas narrativas, podría parecer que el libro de Jueces carece de un filtro de contenido, pero esto no es cierto. En Juan 5:39, se nos enseña que Jesús es el filtro a través del cual debemos leer el libro de los Jueces cuando dice: «Ustedes examinan [diligentemente] las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas [las Escrituras del Antiguo Testamento] las que dan testimonio de Mí!» ¡Así es! Las narraciones contenidas en el libro de Jueces fueron escritas para «dar testimonio» o «testificar» de la persona y la obra de Jesús y de la gran salvación que ha logrado para Su pueblo.

Por lo tanto, la característica más impactante del libro de Jueces no es el horror del pecado del pueblo de Dios descrito en estas narraciones, sino la gloria de la salvación de ese pecado lograda por el Dios de la paciencia, la misericordia, la compasión, el amor inquebrantable y la fidelidad (Éx 34:6). El terror del pecado es eclipsado solo por la gloria de la salvación de Dios obrada por medio de estos jueces, quienes de alguna manera nos señalarán a Jesucristo. Así nos enseña el libro de Hebreos a leer el libro de Jueces:

¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros (He 11:32-34).

La característica más impactante del libro de Jueces no es el horror del pecado del pueblo de Dios, sino la gloria de la salvación de ese pecado lograda por Dios

Estos jueces fueron «alabados por su fe» (He 11:3) y ahora son parte de esa «gran nube de testigos» (He 12:1) que juntos nos llaman a fijar «los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe». Por eso somos movidos a estudiar este libro de la Biblia, a menudo descuidado, porque nos enseña acerca de la gran salvación de Dios en Cristo para Su pueblo y de nuestra incesante inclinación a olvidarlo a Él, a Sus promesas y a todas las buenas bendiciones que encontramos en la vida del pacto.

Al final del libro, al igual que el propio autor, estaremos buscando al rey que finalmente pueda liberar al pueblo de Dios del pecado y la corrupción, quien le dé descanso y asegure su herencia. Los jueces en el libro de los Jueces, al igual que los reyes después de ellos, nos hacen esperar la venida del Rey de reyes. Juntos buscaremos a ese Rey que no hace «lo que le parece bien ante sus propios ojos», sino que se deleita en hacer la voluntad de Su Padre que está en el cielo (Jn 6:38-40).


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por el Equipo Coalición.
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