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A menudo evitamos los libros narrativos del Antiguo Testamento como 1 y 2 Reyes. Pueden ser percibidos como extraños e intimidantes. Es más fácil obtener una aplicación práctica desde Filipenses, Mateo o Salmos. Muchas de las historias de 1 y 2 Reyes pueden parecer extrañas e incluso inquietantes.

Pero cuando evitamos 1 y 2 Reyes, nos los perdemos. Estos son libros teológicamente ricos que hacen una contribución única a nuestra comprensión de nuestro pecado y fragilidad, el carácter y la provisión de Dios, y el plan de redención que se está elaborando en la historia. Si esta porción de las Escrituras fuera eliminada del canon, se perdería algo valioso para nuestra comprensión del evangelio.

Aquí hay cuatro formas específicas en las que 1 y 2 Reyes pueden ayudarnos.

1) Nos ayudan a unificar toda la Biblia

Varios temas bíblicos destacados, que se desarrollan desde Génesis hasta Apocalipsis, están entrelazados con la narrativa de 1 y 2 Reyes.

El templo

Gran parte de las primeras porciones de 1 Reyes conciernen a la construcción y dedicación del templo. La oración dedicatoria de Salomón en 1 Reyes 8 es uno de los grandes picos montañosos del paisaje bíblico, y sitúa el templo en el contexto más amplio del éxodo (Moisés), la monarquía (David) y el plan de Dios para bendecir a las naciones (Abraham). Estudiar 1 y 2 Reyes nos proporciona una comprensión más rica del deseo de Dios de morar entre Su pueblo, que está perdido desde la expulsión de Adán y Eva del jardín (Gn 3), y finalmente cumplido en la nueva tierra (Ap 21).

La Palabra de Dios

Las historias de Elías y Eliseo contienen algunos de los momentos más dramáticos de la Biblia, como el enfrentamiento de Elías con los falsos profetas de Baal en 1 Reyes 18. Por medio de los ministerios de estos y otros profetas, 1 y 2 Reyes enfatizan la naturaleza vinculante e ineludible de la Palabra de Dios. En innumerables veces, los acontecimientos se interpretan con el estribillo «para que Él confirmara la palabra que el SEÑOR había hablado» (p. ej., 1 R 12:15). La Palabra de Dios es verdadera y eficaz; la cual dio existencia al mundo en el momento de la creación (He 11:3), juzgará a las naciones al final de la historia (Ap 19:15) y habla con la misma seguridad ahora por medio del profeta y el predicador.

La tierra

La promesa de Dios al pueblo de Israel de heredar la tierra de Canaán, hecha en el pacto abrahámico y lograda bajo el liderazgo de Josué, se ve temporalmente frustrada por el exilio en Babilonia al final de 2 Reyes. La literatura postexílica narra el regreso del pueblo a habitar la tierra y la renovación de su pacto con el Señor, aun cuando una sensación de decepción anticipa una mayor restauración por venir (p. ej., Hag 2:3-9).

El reino

En 2 Samuel 7, Dios prometió a David que uno de sus descendientes reinaría en su trono, construiría una casa para Dios y establecería un reino para siempre. Los primeros capítulos de 1 Reyes presentan el ascenso de Salomón al trono y la construcción del templo en términos de la fidelidad de Dios a estas promesas, mientras que —en última instancia— dejan al lector con la expectativa de un Rey davídico mayor que, a diferencia de Salomón, establecería un reino eterno de paz y justicia.

2) Nos enseñan cómo es el avivamiento

Los libros de 1 y 2 Reyes se sienten diferentes al libro de Hechos, en el cual se narra que el reino de Dios está avanzando. En 1 y 2 Reyes, a menudo parece languidecer. Sin embargo, precisamente por esa razón, estos libros pueden hacer una contribución única a nuestra comprensión de la reforma y el avivamiento entre el pueblo de Dios.

En medio de las frustraciones y los fracasos de la vida real, Dios está obrando. El caos no significa Su ausencia

Al estudiar estos pasajes, descubrimos cómo se ve cuando Dios logra un resurgimiento de la religión verdadera, después de décadas e incluso siglos de decadencia. Uno piensa especialmente en la reparación del templo por parte de Joás (2 R 11 – 12) y en las reformas de Josías (2 R 22 – 23). ¡No es de extrañar que este libro fuera especialmente importante para los reformadores protestantes!

3) Nos muestran cómo Dios obra en tiempos difíciles

1 y 2 Reyes abarcan el tiempo que va desde el momento más alto de Israel hasta el más bajo: desde la gloria de Salomón hasta los escombros en llamas. Hay algunos momentos brillantes a lo largo del camino, pero el panorama general es de división, declive y una espiral descendente continua.

Termina en una devastación total con el asedio final de Nabucodonosor a Jerusalén. La ciudad fue arrasada, los líderes ejecutados, la gente deportada. Incluso el templo fue destruido y sus metales preciosos fueron robados. El exilio babilónico fue como una bomba atómica en la historia bíblica. A los ojos humanos, puede parecer que la historia ha terminado.

Sin embargo, en medio de todo esto, Dios estaba obrando. Sus propósitos nunca se ven frustrados y se anticipa que utilizará incluso el exilio para juzgar y purificar a Su pueblo a medida que la historia avanza.

Leer 1 y 2 Reyes nos ayuda a avanzar penosamente durante las etapas dolorosas y agotadoras de la vida. En medio de las frustraciones y los fracasos de la vida real, Dios está obrando. El caos no significa Su ausencia.

4) Nos recuerdan lo mucho que necesitamos a Jesús

Los libros de 1 y 2 Reyes tienen un buen título. Como registro de la sucesión monárquica, cuenta la historia de Israel (y Judá) a través de los lentes de sus reyes. El estribillo introductorio repetido —que indica la edad, la duración del reinado y la calidad moral de cada rey— forma el esqueleto de la narración y el libro enfatiza repetidamente cómo cada rey finalmente conduce al pueblo hacia el Señor o hacia los ídolos.

Jesús está reinando en poder y gloria e intercediendo por Su pueblo. Un día, quizás muy pronto, vendrá a completar la obra

De esta manera, los libros de los Reyes vinculan el destino del pueblo con el destino del líder. Los reyes buenos traen bendición a todo el pueblo y los reyes malos traen juicio. En última instancia, toda la nación sufre por la ausencia de un gobernante piadoso. Sin embargo, la historia también termina con un rayo de esperanza, cuando la liberación de prisión del rey Joaquín de Judá indica a los lectores perspicaces que la dinastía davídica no ha sido extinguida (2 R 25:27-30).

La conclusión contundente de 1 y 2 Reyes es lo mucho que el pueblo de Dios necesita un Rey salvador y lo agradecidos que debemos estar de que Jesús haya venido a serlo para nosotros.

¡Piensa cómo han cambiado las cosas ahora! El pueblo de Dios ya no está menguando en ciclos repetidos de infidelidad y juicio. Jesús ha ascendido a la posición de autoridad suprema. El Espíritu ha sido derramado. El evangelio está avanzando. Jesús está, ahora mismo, reinando en poder y gloria e intercediendo por Su pueblo.  Y un día, quizás muy pronto, vendrá a completar la obra.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido y adaptado por el Equipo Coalición.
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