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Nota del editor: 

Este devocional está tomado del ebook Noticias de gran gozo: 25 reflexiones para celebrar el Adviento.

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«Jesús le respondió: “Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia”. Entonces Juan consintió. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y los cielos se abrieron en ese momento y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él. Y se oyó una voz de los cielos que decía: “Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido”» (Mateo 3:15-17).

Nuestra generación individualista dice: «Vive tu vida y que no te importe lo que digan los demás». Esto es parcialmente cierto. No vivimos primeramente para agradar a las personas, pero nuestras vidas sí deben honrar a Dios y dar buen testimonio a otros acerca de Él.

En el caso de Jesús, el hecho de que su ministerio iniciara con la aprobación pública de su Padre celestial sentó las bases para todo lo que hizo después. Su Padre testifica estar complacido con Él antes de que empezara su ministerio público y completara la obra para la cual se despojó de su lugar en el cielo y asumió la vulnerabilidad humana.

Muchos creyentes nos vemos tentados a encontrar nuestra identidad en el servicio dentro o fuera de la iglesia y nos es necesario recordar dos verdades importantes que podemos meditar a la luz de este pasaje. La primera verdad es que el Padre se complace en Jesús y, por lo tanto, también en nosotros. A quienes hemos sido declarados justos ante Dios por la fe en Cristo, se nos ha puesto en nuestra cuenta el carácter perfecto de su Hijo (Ro 5:1). Somos aceptados en Él. El Padre nos mira «en Cristo», con el amor, la aceptación y complacencia que declaró tener sobre Él.

La segunda verdad es que el Padre se complace en su Hijo antes de lo que Él hace públicamente. Podemos vernos en la tentación de buscar continuamente la aprobación de Dios basándonos primero en nuestro servicio cristiano. Pero en realidad el servicio cristiano es una consecuencia y expresión de obediencia por amor, es una demostración agradecida de la obra de gracia a nuestro favor, es la expresión de los dones que nos han sido dados. De ninguna manera es la base de su complacencia. Eso nos recuerda, una vez más, que siempre nos quedaremos cortos por nuestros méritos, pero en Cristo somos completamente aceptados.

Si te has dado cuenta de que tu identidad no descansa completamente y únicamente en la vida y obra de Cristo, habla con Dios sobre esto. Arrepiéntete y pídele a Dios que puedas encontrar gozo e identidad en esta verdad: porque estás «en Cristo», el Padre ahora tiene complacencia en ti. Descansa en Él durante esta Navidad recordando que Cristo vino para vivir una vida obediente, desde el pesebre hasta la tumba que ahora está vacía, para que a través de Él podamos tener comunión con Dios.

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