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El significado de la identidad de Jesús

Cómo el Evangelio de Juan revela que Jesús es el Mesías

Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro El Cordero y el León: Una introducción al Nuevo Testamento (B&H Español, 2021).

El Evangelio de Juan hace una contribución indispensable al canon del Nuevo Testamento, ya que retrata a Jesús como el Verbo que estaba en el principio con Dios y que era Dios que se hizo carne (Jn 1:1, 14), «el Cordero de Dios» para quitar el pecado del mundo (Jn 1:29,36). Así, Juan presentó a Jesús como divino y humano (Jn 1:1; 8:58; 12:41; 17:5; 20:28; 4:6-7; 11:33,35; 19:28).

Al principio, el relato de Juan se basa en el entendimiento del Antiguo Testamento, de que Dios envía Su Palabra para cumplir Su propósito (Jn 1:1; gr. logos; cp. Is 55:10-11). Jesús se presenta como el Verbo, enviado desde el cielo para cumplir una misión y, una vez cumplida la misión, regresar al lugar de donde vino (Jn 1:1,14; 13:1-3; 16:28; cp. 55:11). Por lo tanto, a lo largo de su Evangelio, Juan aporta pruebas de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías enviado por el Padre (Jn 20:30-31).

Jesús también es el «Cordero de Dios» que quita el pecado del mundo (Jn 1:29, 36). Juan hizo eco de la teología del Antiguo Testamento: así como el cordero de la Pascua proporcionaba expiación para el pecado del pueblo, también lo hace Jesús (Jn 8:24, 34). La naturaleza sacrificial y sustitutiva de la muerte de Jesús también se manifiesta en las referencias a Jesús como «el pan de vida» dado para traer vida espiritual al mundo y como el «buen pastor» que da Su vida por Sus ovejas (Jn 6:31-59; 10:11-17). Por lo tanto, una parte vital de la misión de Jesús es quitar el pecado por medio de Su sacrificio.

En Juan, las señales sirven como evidencia de la identidad mesiánica de Jesús y como ayuda para llevar a los incrédulos en la fe

El significado de las señales en el Evangelio de Juan difícilmente es exagerado. La realización de determinadas señales mesiánicas por Jesús domina la primera mitad del Evangelio de Juan (caps. 1-12), llegando al primer momento culminante, el rechazo judío de Jesús como Mesías (Jn 12:36-41).

Las señales mesiánicas de Jesús culminan con la resurrección de Lázaro, anticipando Su propia resurrección. En general, la selección de Juan de los actos particulares de Jesús como señales parece proceder según el criterio de despliegues sorprendentes o asombrosos del poder de Jesús. En cada caso esto queda claro por las referencias específicas proporcionadas por el evangelista, que a menudo implican a un número (en ocasiones grande) de personas (Jn 2:6,19-20; 4:52-53; 5:38; 6:13; 9:1; 11:39).

Todas estas características subrayan la sorprendente naturaleza de las manifestaciones de la identidad mesiánica de Jesús, que hizo aún más inexcusable la incredulidad judía. El significado de las señales en el Evangelio de Juan se destaca aún más por las referencias estratégicas a las señales de Jesús al final de la primera mitad del Evangelio de Juan y en la declaración del propósito (Jn 12:36-40; 20:30-31). Esto muestra que, para Juan, las señales eran tanto un motivo cristológico clave, como un componente estructural de su Evangelio.

En Juan, las señales sirven como evidencia de la identidad mesiánica de Jesús y como ayuda para llevar a los incrédulos en la fe, porque el resultado deseado de la misión de Jesús es que la gente crea en Él como el Mesías.

El resultado deseado de la misión de Jesús es que la gente crea en Él como el Mesías

Es por eso que debemos comprender las siguientes verdades que el Evangelio de Juan contiene sobre la identidad mesiánica de Jesús:

  • Necesitamos creer que Jesús es el Verbo eterno por medio del cual Dios creó todas las cosas (Jn 1:1).
  • Debemos comprender que la vida eterna comienza aquí y ahora (Jn 10:10).
  • Jesús se probó a sí mismo con muchas señales (Jn 12:37; 20:30-31). 
  • Seamos obedientes y fieles; Jesús envió a sus discípulos como el Padre lo envió a Él (Jn 20:21-22).

La declaración final de Juan de que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir si se escribieran todas las cosas que hizo Jesús (Jn 21:25) proporciona una conclusión adecuada a su Evangelio y a los cuatro Evangelios.

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