Muchos cristianos han oído hablar de William Carey, pero pocos conocen a su compañero en la India, William Ward. Aunque eclipsado por la fama de Carey incluso en vida, Ward desempeñó un papel vital con el equipo misionero de Serampore como impresor, predicador, pastor y capacitador.
Entre sus logros se cuentan la fundación de uno de los primeros periódicos de la India, la impresión de porciones de las Escrituras en casi cuarenta idiomas y la redacción de uno de los documentos más importantes de la historia de las misiones cristianas, el Acuerdo de Serampore (SFA por sus siglas en inglés).
La misión a Serampore contribuyó enormemente a la gran expansión misionera del siglo XIX. La audacia de la visión del equipo y la magnitud de sus logros marcaron la pauta de mucho de lo que vendría después. Resulta sorprendente que los principios misioneros que guiaron su labor puedan incorporarse a las misiones contemporáneas sin apenas cambios. Uno de los principios más importantes del SFA afirma que la tarea misionera está incompleta hasta que hayamos capacitado a la población local para dirigir una iglesia nacional y llevar el evangelio a su gente.
Entrenar líderes
Publicado por primera vez en 1805, el SFA se basa en la experiencia de Carey en el campo, pero fue compuesto por Ward. Antes de ser llamado a las misiones, Ward había sido editor de un periódico y le gustaba el activismo social radical. Las pruebas apuntan a que fue autor de un polémico manifiesto que pudo haberle llevado a la cárcel. Cuando se unió a Carey en la India a finales de 1799, ya estaba comprometido con una causa más elevada, pero el SFA revela que conservó su naturaleza apasionada y su don para la prosa evocadora.
La tarea misionera está incompleta hasta que hayamos capacitado a la población local para dirigir una iglesia nacional y llevar el evangelio a su gente
Hoy en día, todas las declaraciones de la SFA siguen siendo relevantes, pero el artículo 8 merece una atención especial. Ward pedía a los misioneros que formaran a los «hermanos nativos para la utilidad, fomentando todo tipo de genio y apreciando todo don y gracia en ellos».
El equipo de Serampore reconoció que los europeos nunca podrían evangelizar solos el vasto subcontinente indio. La India solo sería alcanzada para Cristo por los creyentes indios. En consecuencia, el artículo 8 describe el deber de los misioneros de «aconsejar a los hermanos nativos que se formen en iglesias separadas, que elijan a sus pastores y diáconos de entre sus propios compatriotas, para que la Palabra sea predicada abiertamente y las ordenanzas de Cristo sean administradas, en cada iglesia, por el ministro nativo».
Predicadores eficaces
El SFA describe un sistema en el que los misioneros avanzarían, abriendo nuevas áreas al evangelio mientras ayudaban a las obras existentes. Una combinación de iniciativas para traducir e imprimir las Escrituras y establecer escuelas nativas apoyaba estos esfuerzos de plantación de iglesias. Los misioneros de Serampore comprendieron que las iglesias autónomas necesitaban miembros instruidos capaces de leer las Escrituras y pastores capacitados para predicar.
Para preparar a los líderes de la India, los incluyeron en expediciones itinerantes de predicación. Carey, por ejemplo, llevó al líder Pitambar Singh a Sukh Sagar y a Krishna Pal a Jessore. Ward organizó expediciones similares. En 1818, los misioneros crearon el Colegio Serampore para «formar a jóvenes devotos para el ministerio cristiano, mejorar la comprensión bíblica de los que ya se dedicaban a la predicación y apoyar a los que, debido a la exclusión social, habían caído en la pobreza».
La sabiduría de esta estrategia se hizo evidente en 1806 cuando, tras el motín de Vellore, se prohibió predicar a los misioneros de Serampore. Aun así, Krishna Pal y Jagannath Das se aventuraron en Burdwan, al noreste de Bengala, con lo que Ward describió como «el espíritu de los mártires». Los misioneros podían soportar ser silenciados si hombres como estos predicaban abiertamente. Los mensajes de los creyentes locales eran a menudo más persuasivos que los suyos propios. Después de oír a un joven evangelista hablar en hindi, Ward escribió: «¡Oh, vi que el evangelio era tan dulce en esta lengua como en cualquier otra! Ante su aptitud y ternura apenas pude contener las lágrimas».
Recuperando la visión de Ward
John Clark Marshman, un niño misionero que creció en Serampore, escribiría décadas más tarde sobre el énfasis original de la SFA en la formación de líderes nacionales: «Es lamentable reflexionar que ningún cuerpo misionero ha hecho un esfuerzo sistemático para llevar a cabo estos sólidos puntos de vista durante el siguiente medio siglo de labores misioneras, y que la atención de las sociedades misioneras se ha dirigido de forma demasiado prominente a la multiplicación de obreros europeos».
A medida que los misioneros de Serampore envejecían, algunos de los más nuevos creían que era mejor dejar la labor a los europeos. Los efectos en las iglesias locales fueron devastadores; Marshman lamentó la pérdida de cincuenta años cruciales. Señaló que «apenas es posible calcular la impresión que se podría haber producido en el país» si se hubiera seguido centrando la atención en la formación de los nativos.
Dos siglos después, cabe preguntarse si lo estamos haciendo mejor. Según una estimación, solo el 5 % de los pastores de todo el mundo tienen formación teológica formal. La gran comisión incluye el imperativo de enseñar a obedecer todo lo que Cristo manda (Mt 28:18-20). Esto requiere educación y, para algunos, formación académica en los niveles más altos.
Afortunadamente, hay una conciencia cada vez mayor de la necesidad que existe y se están haciendo esfuerzos para aportar soluciones. Las plataformas de Internet han hecho posible la entrega de contenidos educativos de una manera nunca soñada hace veinte años. Los creyentes reformados en mi área de servicio, que es Latinoamérica, han sido bendecidos con programas como Integridad y Sabiduría, el Seminario Carey y las ofertas en español de los principales seminarios estadounidenses. Otras organizaciones, como Reaching and Teaching, Training Leaders International y WordPartners han hecho accesible la formación teológica a los locales. Sin embargo, queda mucho por hacer en español y una necesidad aún mayor en otras lenguas y culturas.
Vivimos en una nueva era misionera. En tiempos de Ward, en el amanecer del movimiento misionero moderno, los misioneros eran enviados del Norte Global al Sur. Ahora, los misioneros salen de todas partes hacia todas partes. Aunque seguimos necesitando misioneros pioneros provenientes del Norte, uno de los mayores servicios que pueden ofrecer los estadounidenses es la formación teológica a todos los niveles.
Siguiendo la visión de Ward, necesitamos un esfuerzo renovado para fortalecer las iglesias nacionales y preparar misioneros de lugares como Latinoamérica para llevar el evangelio a partes del mundo a las que los estadounidenses solo podrían llegar con gran dificultad.