Todo creyente se ha preguntado alguna vez por qué algunas de sus oraciones no han sido respondidas. La aparente negativa divina a la respuesta puede ser un “todavía no”. No obstante, a menudo resulta ser un rotundo silencio.
A pesar de que el Espíritu Santo nos ayuda a pedir como conviene (Ro. 8:26), esto no es garantía de una respuesta automática a todas nuestras oraciones según nuestros planes. Recordemos que Dios es el Soberano y nosotros sus súbditos.
Al mismo tiempo, aunque nuestro Padre ama escuchar los ruegos de sus hijos, hay elementos que deben estar presentes en toda oración que pretenda ser eficaz y agradable al Señor. Deben estar allí en algún grado, implícita o explícitamente. Estos son tres de ellos:
1. Un concepto correcto de Dios y nosotros
Debemos estar conscientes, en toda la medida posible, de quién es el Dios al que nos dirigimos: su santidad, pureza, hermosura, poder, amor, gracia, verdad, paternidad. Al mismo tiempo, debemos tener un concepto bíblico de nuestra condición ante Él, como pecadores e hijos, y la condición de las personas por quienes oramos.
El concepto que tengas de Dios y de tu estado ante Él conducirá la manera —reverente o irreverente— en que te presentes ante Él
El concepto que tengas de Dios y de tu estado ante Él conducirá la manera —reverente o irreverente— en que te presentes ante Él. Considera este ejemplo del salmista que reconoce su pecado y cuánto depende de Dios:
“Tú, oh Señor, no retengas Tu compasión de mí;
Tu misericordia y Tu fidelidad me guarden continuamente…
Ten a bien, oh Señor, libertarme;
Apresúrate, Señor, a socorrerme”, Salmos 40:11, 13.
2. Un fundamento sólido en las Escrituras
Se dice que “la fe es la llave que abre las puertas del cielo”, pero ¿de cuáles puertas estamos hablando? ¿No se trata acaso de las puertas para deleitarnos más en las misericordias del Señor y su amor que conocemos en la Palabra?
La oración eficaz está atada al entendimiento de las doctrinas, promesas, y declaraciones de la Biblia
¿No se trata en cierto modo de las compuertas del río del Espíritu que riega los árboles del huerto de Dios y los hace producir sus frutos a su tiempo y en su debida estación, como promete la Escritura? (cp. Ez. 47.1-12; Gá. 5.20-22; Ap. 22.1-2).
La oración eficaz está atada al entendimiento de las doctrinas, promesas, y declaraciones de la Biblia. La fe no es verdadera si no está fundamentada en la Escritura. Dios ama que sus hijos le recuerden su propia Palabra al orar, ya sean sus dichos, atributos, o promesas, como vemos a lo largo de los salmos.
3. Una confianza en el Señor que nos socorre
¿Cómo hablará al oficial de bombero la persona que llama para denunciar un fuego? ¿Hablará en un tono regular, como si solo leyera un periódico? ¡Por supuesto que no! De igual modo, nuestros ruegos al gran Rey deben ser presentados con el debido sentido de urgencia y convicción (Mr. 11:24). Como oró el salmista: “Inclina, oh Señor, Tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado” (Sal. 86:1).
Nuestros ruegos al gran Rey deben ser presentados con el debido sentido de urgencia y convicción
Una característica indispensable de toda oración eficaz es que el orador está seguro de que Dios le responderá en Su voluntad y en Su tiempo. Dios se complace en aquella oración que se eleva con la debida urgencia mientras esperamos y creemos en Él (cp. Sal. 40:1; Ro. 14:23). Por tanto, te animo a orar conmigo:
Padre eterno, permítenos estar conscientes de nuestra condición ante ti (de pecadores y piadosos a la vez), de tal manera que vislumbremos tanto el abismo que nos separaba de ti como la cercanía a ti que gozamos los redimidos por el lavamiento en la sangre de Cristo. Y que al estar conscientes de tu amor, podamos ser constantes y eficaces en la santa oración.