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Susana Wesley, madre de los hermanos Wesley, dio a su hijo John lo que considero es una de las mejores definiciones de pecado desde el punto de vista práctico. Su definición es esta:

“Pecado es cualquier cosa que debilite tu razonamiento, altere la sensibilidad de tu conciencia, oscurezca tu apreciación de Dios, o te quite la pasión por las cosas espirituales. En pocas palabras, cualquier cosa que aumente el poder o la autoridad de la carne sobre tu espíritu… eso para ti se convierte en pecado, independientemente de cuán bueno sea en sí mismo”.

En este sentido, hace años escribí lo que llamé las 10 “leyes” del pecado, como advertencia al pueblo de Dios de lo que el pecado puede llegar a causar en tu vida y en la mía. Mi oración es que al meditar en estas cosas puedas entender cuán pecaminoso es el pecado, para usar las palabras del apóstol Pablo, y que entonces seas movido a buscar la santidad de nuestro Dios.

Primera ley: El pecado te llevará más allá de dónde pensabas llegar. Decimos “es que solo pienso llegar hasta aquí”, o, “créeme, que esto está bajo control”. Lo que estaba bajo control termina controlándote a ti. A su tiempo controlará tu corazón, y lo que controla tu corazón controlará también tus emociones y eventualmente toda tu mente. Tu vida queda sometida al pecado.

Segunda ley: El pecado te alejará por más tiempo de lo que habías pensado. “Es solo un par de días…”, y los días se convierten en semanas, y las semanas en meses, y en muchas ocasiones en años.

Tercera ley: El pecado te costará más de lo que querías pagar. Te costará tu integridad, tu reputación, tu paz. Puede llegar a costarte tu esposa o esposo, tus hijos, tus amigos, tu trabajo, tu ministerio y tu iglesia.

Cuarta ley: Pecas a tu manera, pero tienes que regresar a la manera de Dios. Él determina los términos de tu regreso. Y Sus caminos pueden ser largos y difíciles. La restauración del pecado es un proceso.

Quinta ley: El pecado engendra pecado. Una vez pecas, te ves en la necesidad de pecar nuevamente para encubrir tu primera falta.

Sexta Ley: El pecado te lleva a justificar lo que has hecho. El peso de la culpa y la necesidad de lucir bien ante los demás, te llevará a explicar y luego a justificar tu pecado. Ahora pecarás de auto-justificación.

Séptima Ley: El placer es efímero y temporal, pero las consecuencias del pecado son duraderas. El placer que te produce el pecado en el que incurres es de mucho menor duración que las consecuencias que te acarrea el haber pecado.

Octava Ley: No hay pecado oculto que Dios no ponga de manifiesto. Cristo lo dijo con estas mismas palabras en Mateo 10:26, Marcos 4:22; Lucas 8:17 y Lucas 12:2.

Novena Ley: Mi pecado comienza cuando yo quiero, pero las consecuencias comienzan cuando Dios quiera. De hecho, Dios puede visitar la iniquidad de los padres hasta la tercera y cuarta generación.

Décima Ley: Nadie se burla de Dios. “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará”, Gálatas 6:7.

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