Servir en el ministerio de niños brinda un espacio particular para el discipulado.
Cuando Jesús llamó a Sus apóstoles, los invitó a estar con Él (Mr 3:14). De manera similar, en la mayoría de las iglesias, los maestros de infantes tienen cada domingo a un grupo de escolares con ellos, al menos entre una y dos horas, para enseñarles del glorioso evangelio de Jesús. Entonces, si prepararse para servir en el ministerio de niños es prepararse para discipular, ¿cómo lo hacemos?
Ya sea que vayas a empezar a servir en el ministerio de niños o lleves un tiempo sirviendo allí, quiero sugerirte dos consejos al respecto: prepárate para mostrar a Cristo y prepárate para hablar de Él y de Su evangelio.
Muestra a Cristo
Recuerdo que una vez me dijeron: «Si hablamos del amor de Dios a los niños, pero no logramos que se sientan amados o, peor aún, si les mostramos desamor, de nada servirán nuestras palabras».
Si estamos conscientes de que nuestra labor como maestros de escuela dominical infantil es discipular a los pequeños y, por tanto, presentarles el evangelio, tenemos que tener presente que no solo nuestras palabras importan.
Prepararse para servir en el ministerio de niños es prepararse para discipular
Aquí te comparto algunos consejos prácticos que me han servido para buscar ser intencional en mostrarles a Cristo:
1. Hazlos sentir bienvenidos.
Lamentablemente, son muchos los niños que se sienten ignorados por los adultos, problema que ya existía en el primer siglo (cp. Mt 19:13). Pero a Jesús le importan los pequeños y, como representantes Suyos, debemos recibirlos en la iglesia con el mismo abrazo de nuestro Señor y Salvador (Mr 10:14-16).
2. Sírveles; no eres superior.
Otro de los males culturales con el que los cristianos batallamos, también ya presente en el primer siglo, es nuestra resistencia obstinada a servirnos con humildad. Cuando los apóstoles peleaban por ver quién sería el mayor, Jesús los invitó a servir a los pequeños (cp. Mr 9:33-37). El evangelio resplandece cuando, en seguimiento de Jesús, los niños ven que les prestamos atención con humildad y les servimos.
3. El orden no lo es todo: muestra gracia, paciencia y amor.
Si eres como yo, se vuelve una tentación buscar tener clases bajo nuestro control y con los niños coreando respuestas correctas, pero para mostrar el evangelio necesitamos fomentar espacios reales y naturales.
Permite que los niños sean niños, juega con ellos y diviértete. Cuando las cosas parezcan salirse de control, pide sabiduría al Señor para encaminar las situaciones hacia Su glorioso evangelio (Stg 1:5). Mientras lo haces, asegúrate de mostrar la gracia, la paciencia y, en especial, el amor del Señor (1 Co 13:1-3).
Habla de Cristo
Si queremos ser fieles discipuladores de niños durante la escuela dominical, no basta con preparar un ambiente propicio para el evangelio: necesitamos exponerlo con claridad.
Así que te animo a preparar tu mente, corazón y habla para compartir el precioso mensaje de Jesucristo. Sin duda cualquier práctica evangelística te ayudará, pero te dejo un par de consejos extra:
1. Prepara espacios para hablar del Señor.
Una de las lecciones que más me ha servido a la hora de enseñar a los niños es recordar que cada momento que tengo con ellos es tiempo valioso (Ef 5:15-16). Cada dinámica, juego o actividad puede resultar en un espacio para mostrar a Cristo. Por eso te animo a no «rellenar» los momentos con cualquier cosa, sino a diseñar actividades que, junto con la lección, te den oportunidades para presentar a Jesús y hablar de Sus virtudes. Sé intencional en meditar e incluso practicar lo que quieres transmitir.
El evangelio resplandece cuando, en seguimiento de Jesús, los niños ven que les prestamos atención con humildad y les servimos
Por ejemplo, cuando hagas juegos, aprovecha para hablar de la tendencia humana a hacer trampa, de la justicia de Cristo y de la nueva obra en nosotros por medio del Espíritu. Cuando los niños pinten un paisaje, anímalos a alabar a Dios por Su belleza y poder demostrados en la creación.
2. Aprovecha toda oportunidad para aplicar el evangelio.
¿Un pequeño está triste porque los demás se rieron de su forma de hacer una manualidad? Cuéntale que Cristo no nos acepta de acuerdo con nuestras capacidades, sino que Él se entregó a la muerte para recibirnos tal y como somos.
¿Todos los niños quieren contar lo geniales que son sus vidas, sus mayores logros y cómo tuvieron las mejores vacaciones? Luego de alegrarte con ellos y de agradecer a Dios por Sus bondades, explícales que Jesús se humilló para redimirnos y que por Él ahora podemos interesarnos más en los demás y menos en nosotros mismos.
Trata de aprovechar cualquier oportunidad para hablar, con gracia, sobre la realidad de su pecado y su necesidad de arrepentimiento. Mantente atento para invitarlos oportunamente a voltear con fe hacia el Salvador que puede transformar sus vidas y darles una nueva identidad.
Vive como un discípulo
Por último, no olvides que para ser un discipulador necesitas primero ser un discípulo. Para servir con fidelidad en el ministerio de niños, lo mejor que puedes hacer es tomar tu cruz y seguir a Cristo todos los días (Lc 9:23).
Asegúrate de practicar lo que enseñas. Vive con integridad, tanto dentro de la clase como fuera de ella, para que tu vida invite a los niños a correr hacia Jesús sin impedimento.