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Líder de jóvenes: enséñales a tus alumnos a valorar la escuela

Empecé a considerar el ministerio vocacional cuando era un estudiante de bachillerato.

Específicamente, sentí un llamado al ministerio estudiantil, en parte debido a la influencia positiva de mis pastores cuando cursaba la secundaria y bachillerato. “Quiero hacer por otros lo que Brandon y Dan hicieron por mí”, pensé.

Al comienzo de mi último año, estaba convencido del camino que me quedaba por delante: ingresar en una institución cristiana para estudiar la Biblia, entrenarme en el seminario, y luego el pastorado. Solo quedaba un detalle molesto antes de mi «plan perfecto»: otro año de bachillerato.

La triste verdad, al reflexionar sobre esto ahora, es que cuando decidí entrar al ministerio pastoral, hubo una separación más grande entre el domingo y el lunes. Las convicciones de fe que profesaba el domingo no informaban mi trabajo el lunes. En otras palabras, estaba siguiendo con eso que es demasiado común en la iglesia: una desconexión entre mi fe y mi trabajo, que en ese momento consistía en historia y clases de inglés.

La realidad para los estudiantes, desde el jardín de infantes hasta la escuela de posgrado y más allá, es que su lugar de trabajo principal es la escuela.

En consecuencia, tenía menos motivación en mi último año. Desarrollé una actitud peligrosa hacia mi educación, pensando: “¿Para qué necesito cálculo si serviré a Dios como pastor de jóvenes?”. Pensé que honraba a Dios al responder al llamado para servirle como pastor, pero lo deshonré al ignorar su llamado a servirlo como estudiante.

La realidad para los estudiantes, desde el jardín de infantes hasta la escuela de posgrado y más allá, es que su lugar de trabajo principal es la escuela. A menudo, sin embargo, los estudiantes cristianos no ven la escuela como un lugar donde se desarrolla un trabajo significativo y sagrado. Más bien la escuela es, en el mejor de los casos, un medio utilitario para un fin, y en el peor, una cárcel obligatoria.

Ha pasado mucho tiempo desde el último año de bachillerato y, por la gracia de Dios, mi teología del trabajo ha crecido. Ahora, en mi rol de pastor de jóvenes, me esfuerzo por ayudar a los alumnos a ver lo que una vez no hice: el valor y el propósito de su trabajo.

No lo tengo todo resuelto, pero aquí hay tres prácticas simples que estoy integrando en mi ministerio con los estudiantes.

1. Celebra la escuela en lugar de menospreciarla.

Los estudiantes a menudo se quejan de la escuela: la materia difícil, el profesor duro, las mañanas tempranas, y así sucesivamente. En un esfuerzo bien intencionado por entrar a su mundo (una parte vital del ministerio estudiantil), los pastores de jóvenes a menudo fomentan sutilmente esta actitud negativa hacia la escuela.

Los pastores de jóvenes deben reconocer los desafíos reales y frustrantes de la escuela mientras buscan convencer a los estudiantes del valor de ella, celebrando las partes que son buenas.

Decir cosas como: «¿Cuál es tu materia menos favorita?”, o “Levanta la mano si te han atrapado este año enviando mensajes de texto en clase”, pueden producir triunfos a corto plazo («Mi pastor de jóvenes lo entiende, la escuela es lo peor»), pero finalmente resultan en una desconexión a largo plazo entre la fe de los estudiantes y sus trabajos. En cambio, los pastores de jóvenes deben reconocer los desafíos reales y frustrantes de la escuela mientras buscan convencer a los estudiantes del valor de ella, celebrando las partes que son buenas.

Pero para hacer esto, tienes que saber cuáles son las partes buenas: ¿Hay algún profesor que les guste y les parezca real? ¿En cuál materia les va bien? ¿Hay alguna actividad extracurricular que les está gustando? Nuestro trabajo como pastores de jóvenes es entrar a sus vidas, hacer buenas preguntas, y luego celebrar esas cosas con ellos.

2. Enseña la idea de la escuela como trabajo.

Tus estudiantes pasan la mayor parte de su tiempo estudiando. ¿Los preparas bien con tu enseñanza? Sería de valor y utilidad hacer una serie sobre diferentes libros de la Biblia, e incluso series temáticas (citas y sexo, amistad, relacionadas con sus padres, tecnología).

Pero los estudiantes en tu grupo de jóvenes pasan más de 40 horas a la semana trabajando en la escuela. ¿No vale eso también la pena? Pastor de jóvenes, comienza con un mensaje de Colosenses 3:23. Haz esta pregunta: “¿Qué pasaría si Dios fuera tu maestro?”. Quita el polvo a las historias de tu propia vida de estudiante, y desafía a los alumnos a que vean su educación como uno de los principales lugares en los que siguen y obedecen a Jesús.

3. Comienza una conversación sobre el trabajo futuro.

Todos debemos seguir aprendiendo durante toda la vida, pero nadie seguirá siendo estudiante de por vida. Entonces, si bien es importante convencer a los estudiantes del significado de su trabajo actual, es igualmente importante comenzar una conversación sobre su trabajo futuro. Esto ayudará a crear un entorno en tu grupo de jóvenes donde se discuta todo el trabajo y, con suerte, se celebre.

Sin embargo, al comenzar esta conversación, ten cuidado de no proyectar ideas sobre tus alumnos. No todos deberían ir a la universidad. Muchos necesitarán saber el valor de obtener habilidades comerciales que ayuden a la sociedad de maneras invaluables. Los pastores de jóvenes deben acercarse a los que están por graduarse a medida que disciernen sus próximos pasos. Haz preguntas de diagnóstico: ¿Qué te da curiosidad? ¿Qué puedes hacer naturalmente que otros no? ¿Cuáles son los intereses más consistentes en tu vida? Luego, habla la verdad de lo que ves en tu estudiante y ofrécete para orar con él. En términos generales, con estudiantes de todas las edades, pregúntales qué quieren hacer cuando terminen la escuela. Es posible que pienses que esta es una pregunta demasiado «joven» para los estudiantes de secundaria o preparatoria, pero te sorprenderá lo mucho que piensan en esto.

Gran parte de nuestro trabajo como pastores de jóvenes es preocuparnos por cómo nuestros estudiantes consideran su educación como trabajo. Contextualicemos la riqueza de recursos sobre la fe y el trabajo de una manera que los ayude mientras caminan a través de las etapas de la escuela, la transición, y el descubrimiento.


Una versión de este artículo apareció en Made to Flourish. Publicado en The Gospel Coalition. Traducido por Emanuel Elizondo.
Imagen: Lightstock.
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