Me he descarriado como oveja perdida; busca a Tu siervo,
Porque no me olvido de Tus mandamientos (Sal 119:176).
Al terminar de leer el Salmo 119, y ver este final, quería cuestionar al autor: «¡Qué! ¿En serio terminarás el salmo así? Después de que escribiste el capítulo más largo de toda la Biblia, y no solo el más largo, el más extenso en proclamar la dulzura de la Palabra y el deleite de andar en ella, ¿por qué lo terminaste de esta manera si es evidente que Dios ya te ha buscado?
Aunque no era mi primera vez leyéndolo, era la primera vez que me sorprendía y cautivaba así. Pero después de reflexionar, me vi reflejado en sus palabras finales. Dios me mostró que Su búsqueda no terminó cuando me encontró para salvación, sino que me sigue buscando para santificarme.
Acompáñame a meditar sobre las frases del último versículo del Salmo 119, mientras las conectamos con versos de todo el capítulo.
Me he descarriado
Esta confesión es sorprendente, real y profunda. Quizás esperaríamos que el salmo terminara: «te busco como oveja dependiente, muéstrate una vez más a mi vida, porque no me olvido de tus mandamientos». A primera vista, unas palabras así serían las «correctas», ya que todo el Salmo muestra acciones apropiadas para acercarse a la Palabra del Señor, como leer, meditar, andar, guardar, aprender, considerar, anhelar, escoger, apegarse a, correr, hablar, deleitarse en, amar, cantar, creer, entender y cumplir Su Palabra. Pero no, termina: «me he descarriado».
¿Será que el autor en realidad estaba descarriado? ¿Será la realidad de todo creyente? Pienso que no es ni la realidad del autor ni tampoco la nuestra todo el tiempo. Cuando un creyente reconoce «me he descarriado», muestra el fruto de la Palabra en él, porque sin ella ningún creyente puede darse cuenta de que se perdió. Confesar «me he descarriado» implica reconocer que nos salimos del camino o que nos apartamos del corral seguro del Señor.
Estas palabras muestran un corazón sincero, que clama al darse cuenta de la realidad del peligro del pecado, un pecado que había sido minimizado. Sin embargo, con esta confesión el autor expresa su anhelo de no ser como los hipócritas (v. 113), de no andar en el camino de la mentira (vv. 128 y 163), de no ser dominado por la iniquidad (v. 131), y de no justificar la maldad (v. 158).
Dios me mostró que Su búsqueda no terminó cuando me encontró para salvación, sino que me sigue buscando para santificarme
El creyente no puede lograr todas estas actitudes si se autojustifica, se compara con otras personas, minimiza el pecado o teme al hombre. Necesitamos confesar que nos hemos descarriado como ovejas perdidas. Esto, a su vez, es fruto de la Palabra alumbrando nuestro camino (v. 105).
Como oveja perdida
La palabra clave de esta frase es el adverbio «como», que se usa para hacer una comparación. El autor no es una oveja perdida, pero está viviendo como una oveja perdida. ¿Cuál es la diferencia entre una oveja perdida y una oveja «como perdida»?
Una oveja «como perdida» pide a Dios que no le permita desviarse de Sus mandamientos (v. 10), porque sabe del juicio y la condenación que, solo por gracia, no recibirá como los soberbios (vv. 21, 118). No es un impío que abandona la ley (v. 53), sino que siente tristeza profunda cuando esta no es guardada (v. 136), pues le apasiona la Palabra de Dios (v. 139). No sigue la maldad, ni se aleja de la Palabra (v. 150), porque reconoce que ser salvo significa ser gobernado por ella (v. 155).
La oveja perdida, en cambio, rechaza todo esto y además no reconoce que está perdida. Pero la oveja «como perdida» no deja de alimentarse de la Palabra para seguir siendo confrontada por ella.
Toda oveja de Jesús necesita verse a la luz de la Palabra: así verá qué grietas de su carácter lo llevan a vivir como una oveja perdida
Necesitamos la Palabra cada día. No solo debemos leerla, sino también atesorarla y estar preparados para su corrección. El autor de este salmo permaneció en ella y por eso pudo verse como una oveja perdida. Toda oveja de Jesús necesita verse a la luz de la Palabra: así verá qué grietas de su carácter lo llevan a vivir como una oveja perdida.
No sé cómo lo hará Dios contigo, pero sé que Dios tiene Sus maneras, Sus procesos y Sus tiempos para hacernos ver que andamos como ovejas perdidas. Aunque esos tiempos vienen, no te quedes de brazos cruzados esperando para reconocer en qué áreas andas como oveja perdida, sino que desde ya, y aferrado de la gracia transformadora, ruega a Dios que te busque.
Busca a Tu siervo
Como cristianos tendemos a enfatizar las acciones pasadas de Dios: «Me buscó», decimos. Nos acostumbramos a vernos como «rescatados» o «buscados», pero no como todavía siendo rescatados o siendo buscados. Para decirlo en términos teológicos, pensamos mucho en la justificación, pero muy poco en la santificación. Este desbalance teológico abre una puerta que permite que vivamos como alejándonos del corral seguro donde el Señor nos ha puesto.
Ambas verdades tienen que ser enseñadas y vividas, así como las experimentó el autor de este salmo. Por ejemplo, la búsqueda del Señor para con el salmista no se define en términos de «salvación», sino de «vivir el disfrute de la salvación». El salmista usó quince veces la palabra «vivifícame», que también es traducida «para que viva» (vv. 77, 116, 144). Además, cada petición por vivificación se fundamenta en la Palabra del Señor.
El Señor busca, a través de Su Palabra, a Sus ovejas que andan como ovejas descarriadas. Por medio de Su Palabra nos sostiene incluso cuando estamos viviendo las consecuencias que trajo nuestro pecado. Piensa por un momento: ¿En qué situación difícil estás ahora mismo? Algunas circunstancias, aunque no todas, son consecuencia de nuestro pecado.
¿Cómo sabes si la circunstancia que atraviesas es causada por tu pecado? Clama al Señor como lo hizo el salmista (v. 145), suplícale por entendimiento (v. 169) y ruégale que te libre (v. 170). Ahora bien, esto en gran parte significa pedirle que te muestre las áreas en que has pecado, que te deje ver la seriedad de tu pecado y que te libre de una postura ligera, simple y sin arrepentimiento verdadero ante el pecado.
El Señor busca, a través de Su Palabra, a Sus ovejas que andan como ovejas descarriadas
El autor de este salmo clamó a Dios para que quitara de él el camino de la mentira (v. 29), para que inclinara su corazón a Sus testimonios y no hacia ganancias deshonestas, y para que apartara sus ojos de mirar la vanidad (vv. 36-37). De igual manera, creo que el autor entendió que la aflicción puede ser un medio para regresar al Señor y Su instrumento para buscarnos cuando nos hemos descarriado (vv. 67, 71, 75). Por eso es bueno recordar que el Señor nos fortalece y busca conforme a Su Palabra (v. 28). Así que, no olvidemos Sus mandamientos.
Porque no me olvido de Tus mandamientos
Olvidar los mandamientos del Señor evidencia que lo hemos olvidado a Él. Dios te busca con Su Palabra y te llama a buscarlo por medio de ella. Me maravilla que el salmista pide a Dios que lo busque, puesto que él no se olvida de Su Palabra. Al mismo tiempo, es como si razonara: «ya que soy buscado por ti, te seguiré buscando». Todo esto me hace pensar que, si no busco al Señor para entender quién es Él y cómo obra, me perderé de ver la grandiosa búsqueda, por medio de diferentes medios de gracia, que el Señor hace de mi alma.
Varias veces se describe la búsqueda del salmista, por el Señor y por Su Palabra, como un estilo de vida en toda circunstancia. Aún cuando se veía como oveja descarriada no dejaba de anhelar, apegarse a y guardar la Palabra del Señor (vv. 31, 40, 48, 51, 59, 61, 67, 81–82, 92-93, 103-109, 141, 143, 153, 157).
Hace varios meses que mi familia e iglesia escuchan que Dios sigue buscándome, porque sé que toda oveja encontrada por Dios sigue siendo buscada por Él. Al mismo tiempo, toda oveja buscada por Dios seguirá siendo encontrada. Por lo tanto, ¡necesitamos seguir siendo encontrados por nuestro Dios! Él nos busca para que veamos el pecado que escondemos, minimizamos e ignoramos, y que nos aparta de Su gozo.
Recuerda, amada oveja, tu Señor te buscó con Su gran amor en Cristo y, en ese mismo amor, sigue buscándote para darte a probar más de Su abundante gracia transformadora.