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La necesidad de ánimo

¿Aceptarías más ánimo si pudieras recibirlo? ¿Alguna vez has sentido que ya no necesitabas más estímulos? ¿Qué sería posible en tu vida si vivieras con una dieta continua de ánimo por parte de los demás? Estas preguntas ayudan a revelar algo que todos sabemos intuitivamente: Necesitamos ánimo. La Biblia presenta el ánimo como combustible necesario para la vida cristiana. Sin el estímulo de otros careceremos de amor y fidelidad, caeremos en el pecado, nos endureceremos, nos engañaremos, viviremos en la incredulidad y perderemos la cercanía a Dios (He 3:12-13; 10:25). Es vital.

Si tú tienes esta necesidad, también la tienen los que te rodean. Tu matrimonio, tu familia y tu iglesia necesitan ánimo. En medio de la lucha, el pecado y el sufrimiento, podemos llevar una voz de aliento llena de esperanza. En el fango de la apatía, el miedo y el desánimo, podemos encender el fuego con la llama del ánimo. Es una gran herramienta para servir a los demás. Un gran regalo que podemos dar.

En el fango de la apatía, el miedo y el desánimo, podemos encender el fuego con la llama del ánimo

Pero necesitamos aprender cómo. ¿Cómo aprendemos a utilizar esta gran herramienta? ¿Cómo podemos ir más allá de las obviedades cristianas que parecen superficiales? ¿Cómo podemos dar algo más que simples afirmaciones seculares (como el tan común «¡tú puedes!»)? La mejor manera de aprender a animar es observar cómo lo hacen los demás. La Biblia nos lo muestra de diversas maneras. Veamos los ejemplos y aprendamos a utilizar esta poderosa herramienta.

Métodos bíblicos para animar

1. Dile a otros cómo Dios está trabajando a través de ellos

Pablo dice a los tesalonicenses que «…llegaron a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de ustedes, la palabra del Señor se ha escuchado, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes la fe de ustedes en Dios se ha divulgado» (1 Ts 1:7-8, énfasis añadido). Con frecuencia somos ciegos a las cosas buenas que Dios hace a través de nosotros. Puede ser porque siempre sentimos que hay más por hacer, vemos la naturaleza imperfecta de lo que hemos hecho o simplemente porque la gente no se toma el tiempo de notarlo y apreciarlo. Pero Dios está trabajando a través de nosotros. Cuando vemos esto nos sentimos agradecidos por el gozo de participar con Dios y queremos permanecer. Muestra a otros cómo Dios los está usando.

2. Muestra a otros cómo Dios está obrando en sus vidas

«… el testimonio acerca de Cristo fue confirmado en ustedes; de manera que nada les falta en ningún don, esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo. Él también los confirmará hasta el fin» (1 Co 1:4-9, énfasis añadido). Dios siempre obra por el bien de los que le aman. Sí, la vida es dura, pero demasiado a menudo ese es nuestro único enfoque; lo negativo, el dolor y el quebranto son hiperreales. Pero hay algo más en la historia. Muéstrale a las personas la evidencia de que Dios está activo, presente e involucrado en sus vidas. Muéstrale a las personas que Dios está haciendo el bien.

3. Dile a las personas cómo ves a Dios hacerles crecer y cambiarles

«De modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada. Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de ustedes, y de cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts 1:8-10, énfasis añadido). En el día a día, muchas personas pueden sentirse estancadas y como si no hubiera progreso alguno. A veces dudamos de que Dios quiera, haya querido o pueda cambiarnos. A menudo necesitamos una voz externa que nos ayude a ver de dónde venimos y a celebrar los cambios que Dios ha hecho. Dios es santificador, muéstrale a las personas dónde ves su crecimiento.

4. Alaba el bien que ves a las personas hacer

Pablo dice: «Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones, porque oigo de tu amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús… he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano» (Flm v. 4-7, énfasis añadido). Mucho de nuestro bien no se ve. Muchos de nuestros defectos se magnifican. Por nosotros mismos y por los demás. Es demasiado fácil corregir el error y asumir lo bueno. Por el contrario, debemos agradecer y celebrar lo bueno que vemos en los demás.

5. Recuérdale a las personas que Dios ve el bien que están haciendo

De la misma manera, no nos limitamos a decir que nosotros lo vemos. Debemos recordarles que Dios ve su trabajo y se complace. «Porque Dios no es injusto como para olvidarse de la obra de ustedes y del amor que han mostrado hacia Su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos» (He 6:10). Imaginemos que todos tuviéramos fresco en la mente que, aunque muchos no lo vean, Dios ve el tiempo que dedicamos al voluntariado en la iglesia, nuestra atención a los bebés que lloran a mitad de la noche, nuestra intercesión por los demás y nuestra generosidad sacrificada. Dios lo ve y se deleita. Recordémoslo unos a otros.

6. Declara a los demás la verdad de lo que son

Todos luchamos con nuestra identidad. Tenemos la tentación de vacilar entre la justicia propia cuando nos va bien y la desesperanza cuando nos va mal. El mundo secular a menudo trata de afirmar nuestra identidad diciéndonos lo grandes y dignos que somos. Pero esto es desesperadamente vacío. Nuestra identidad es más que nuestra grandeza. Nuestra identidad está arraigada en lo que Dios ha sido y será para nosotros. Necesitamos declararnos unos a otros quiénes somos realmente: «A los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo» (Jud v. 1, énfasis añadido).

Nuestra identidad está arraigada en lo que Dios ha sido y será para nosotros. Necesitamos declararnos unos a otros quiénes somos realmente

7. Agradece a las personas por ser una bendición para ti

«Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes. Pido siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos ustedes…» (Fil 1:3-6, énfasis añadido). «Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo son ustedes en la presencia de nuestro Señor Jesús en Su venida? Pues ustedes son nuestra gloria y nuestro gozo» (1 Ts 2:19-20, énfasis añadido). Podemos pensar que las personas saben lo mucho que significan para nosotros, pero no es así. A veces la gente dice algo como «aunque esto es evidente» o «sé que sabes esto…» y luego nos da ánimos. Pero nunca he visto a nadie decir «sí, sí, sí, claro que sí». No, están profundamente conmovidos. Deberíamos agradecer efusivamente a los demás la bendición que son para nosotros.

8. Resalta el carácter de Dios que ves en otros

Dios nos está renovando a cada uno de nosotros más y más a la imagen de Cristo. Esto significa que las personas muestran continuamente reflejos de Dios. A través de los demás vemos una imagen de la bondad, hospitalidad, fidelidad, servicio, audacia, etc. de Dios. Diles lo que ves. «Pero en cuanto al amor fraternal, no tienen necesidad de que nadie les escriba, porque ustedes mismos han sido enseñados por Dios a amarse unos a otros. Porque en verdad lo practican con todos los hermanos que están en toda Macedonia» (1 Ts 4:9-10, énfasis añadido).

9. Reconoce públicamente la contribución de los demás

No elogiemos a los demás solo en privado. Al igual que compartir una comida con amigos, compartir un estímulo siempre es mejor con los demás. «Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea, para que la reciban en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayuden en cualquier asunto en que ella necesite de ustedes, porque ella también ha ayudado a muchos y aun a mí mismo» (Ro 16:1-2, énfasis añadido). Ya sea por escrito, en un grupo pequeño, en una presentación o en el culto dominical, ofrece el estímulo del reconocimiento y el honor públicos.

Sabemos que todos necesitamos ánimo. La Biblia nos llama a animarnos unos a otros cada día. No nos conformemos con estímulos superficiales, irreflexivos y sin sentido. Crezcamos en el uso de esta gran herramienta. Toma estos nueve métodos y comprométete a practicar cada uno de ellos este mes. Incluye las Escrituras. Usa ejemplos y patrones específicos. Escribe. Repite. Las personas serán edificadas, nuestras iglesias cambiarán y Dios será glorificado.


Publicado originalmente en For the Church. Traducido por Eduardo Fergusson.

 

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