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En Juan 6 el Apóstol Juan nos informa que unos cinco mil hombres habían venido para ver algún milagro de Jesús (Juan 6:2, 10).  Ellos no venían solos, porque como nos narran los otros evangelios, también había allí mujeres y niños (Mateo 14:21; Lucas 9:14).  Algunos estudiosos calculan entonces que unas veinte mil personas habían venido a Jesús. Estamos hablando de una multitud impresionante: ¿te imaginas una 20 mil personas reunidas? Sin micrófonos ni comodidades. Para cualquiera de nosotros esto sería un desafío, pero Jesucristo lo tomó como una oportunidad para enseñar y atenderlos bondadosamente.

El día avanzó, la tarde llegó y los discípulos dijeron a Jesús, “El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer” (Mateo 14:15).  Al escuchar estas palabras, Jesús les dijo a sus discípulos que le dieran de comer a la multitud. Entonces, unos de los discípulos del Señor llamado Felipe, quien posiblemente era responsable de la organización y logística del grupo, dijo, “Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco” (Juan 6:7).

Según la narración del Apóstol Juan, Cristo ya sabía qué iba a hacer y solamente estaba probando la fe de sus discípulos, especialmente la fe de Felipe (Juan 6:6). Jesús se dirigió a Felipe, quien tenía la clásica personalidad administrativa. En lugar de esperar un gran milagro de Dios, este discípulo cayó en el error de cambiar su fe por las matemáticas y tomó una actitud de incredulidad. Su respuesta a Jesús fue, “Jesús, lo siento pero esto no se puede hacer. No tenemos la capacidad para alimentar a tantas personas”.

Felipe cambió su fe por matemáticas cuando comenzó a ver las cosas desde una perspectiva meramente humana, pensando solamente en las capacidades naturales, en lugar de pensar en el infinito poder sobrenatural de Jesús. Aunque Felipe ya había visto a Jesús obrando en maneras sobrenaturales (resucitando muertos, sanando enfermos, dándole vista a los ciegos), él prefirió descansar en sus capacidades y posibilidades humanas, olvidando el poder de Jesús.

Nuestro problema de matemáticas

El Pastor John MacArthur comenta este pasaje diciéndonos que “Felipe perdió la oportunidad de ver la recompensa de su fe”.  ¿Qué de nosotros?  ¿Le creemos a Dios aun en medio de las limitaciones de nuestros recursos? ¿Confiamos en la intervención del único Dios Todopoderoso en nuestra situación?

Cada día tenemos oportunidades para creer en Dios, confiar en Él y descansar en sus promesas. Posiblemente tienes algo frente a ti que parece una barrera demasiado grande, un obstáculo imposible de atravesar, una batalla difícil de ganar. Seguramente Dios te está llamando a confiar en Él acerca de alguna situación que estás atravesando. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿Cuál es mi primera reacción ante una situación difícil o imposible?

Ya vimos el ejemplo de Felipe, el administrador. Su primer impulso fue examinar sus recursos y posibilidades; y cuando entendió que no contaba con el capital suficiente para dar de comer a toda la multitud dijo: “No es posible”. El discípulo de Jesús llegó a esa conclusión después de ignorar el poder ilimitado de su Maestro.

Posiblemente digas: “Quiero compartir el evangelio con mi padre, pero es imposible que me escuche”; o “Tengo tantos deseos de invitar a mi amiga a la iglesia, pero no creo que desee ir conmigo”. Tal vez estás diciendo: “Quiero dejar este pecado, pero no puedo”; o “Anhelo comenzar a servir en mi iglesia pero tengo muchas limitaciones, no soy capaz de hacerlo”. Lo que podrías estar ignorando es que todas estas situaciones nos invitan a confiar en recursos más amplios que los nuestros, en un poder infinitamente más grande que el nuestro.

Recuerda que cada día tenemos oportunidades de creer en Dios. ¿Cómo respondes cuando eres probado? ¿Cuál es tu primera reacción? ¿Examinas tus recursos o echas mano de los recursos de tu Dueño y Salvador? Charles Spurgeon dijo: “Es muy claro que nuestros recursos son inadecuados”. Bien hacemos al confiar en nuestro Dios. De hecho: el problema mayor del universo, cómo puede un hombre pecador ser reconciliado por Dios, ya fue resuelto en la cruz. “El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?”, Romanos 8:32.

Thomas Watson escribió lo siguiente, “Donde la razón pasa con dificultad la fe anda con libertad”. No cambies tu fe por matemáticas.

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