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Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos de sus oyentes de su programa: Ask Pastor John. A continuación está su respuesta a una de esas preguntas.

Desde aquella vez en que un mantel lleno de animales descendió del cielo ante Pedro en una visión, las puertas de la cocina se han abierto de par en par a todo tipo de deliciosos platos que hemos aprendido a apreciar, incluyendo tocino, langosta, camarones con coco, y sushi de atún rojo. Pero hay una pregunta acerca de si el veganismo se acerca al diseño dietético original de Dios para nosotros, y es una pregunta que nos llega de parte de Scott en Cincinnati, Ohio.

“Querido Pastor John, muchos de mis amigos son vegetarianos o veganos. Si bien en su mayoría no son cristianos, de vez en cuando desafían teológicamente mi hábito de comer carne. Veo en las Escrituras que Dios proporcionó codornices para los israelitas en el desierto. Exigió sacrificios de animales. Jesús, después de la resurrección, comió pescado asado. A Pedro se le dio una visión de los animales que ahora eran limpios para comer. Pero antes de la caída, señalan mis amigos, Dios le dio al hombre solo plantas que producían semillas y la fruta de los árboles como alimento. En la eternidad, en lugar de matar animales, el león comerá paja como el buey, y no se derramará más sangre. Sin embargo, cuanto más lo pienso, menos convencido estoy de que comer carne sea pecaminoso. Pero, ¿no es el veganismo más cercano al diseño dietético original de Dios para nosotros, tanto antes de la caída, e incluso después de la caída?».

De regreso al principio

Lo que pienso con respecto a los patrones de alimentación es que ni Jesús ni los apóstoles (aun cuando tuvieron muchas oportunidades para hacerlo) argumentaron desde un patrón de alimentación anterior a la caída, o de un futuro patrón escatológico de alimentación, hacia atrás, sacando conclusiones de la forma en que debemos comer hoy. Ellos no discutieron de esa manera.

Dios no tenía la intención de que ni el mundo anterior a la caída ni el mundo posterior al pecado proporcionaran el modelo de alimentación para este mundo.

Un argumento así habría resuelto algunos problemas serios en la iglesia en Corinto en Roma. Pablo no se basó en un enfoque así. De hecho él enfáticamente argumentó en otra dirección.

Sospecho que la razón por la que no argumentó de esa manera, sino que fue en otra dirección, es porque vio que Dios no tenía la intención de que ni el mundo anterior a la caída ni el mundo posterior al pecado proporcionaran el modelo de alimentación para este mundo. El Cristo resucitado, con su nuevo cuerpo de resurrección, es la evidencia más cercana que tenemos del comer en la edad venidera. Él comió pescado, pescado muerto.

La tierra es del Señor

Ahora, en lugar de discutir desde esa suposición, Pablo argumentó lo siguiente: “Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo. Coman de todo lo que se vende en la carnicería sin preguntar nada por motivos de conciencia, porque del Señor es la tierra y todo lo que en ella hay” (1 Co. 10: 24-26).

Aquí Pablo incluye una cita del Salmo 24, la que provee una cláusula fundamental. Toda la cuestión de la carne ofrecida a los ídolos habría sido resuelta si Pablo hubiera adoptado la posición de que comer carne es subcristiano en cualquier circunstancia. Él, más bien, argumentó todo lo contrario.

Los animales, que proporcionan carne, no se pertenecen a sí mismos. Ellos no le pertenecen a la tierra. Le pertenecen al Señor, quien suple a su pueblo sus necesidades de comida. Entonces, pueden comerlos. “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella” (Sal. 24:1): ese fue el argumento que usó Pablo a favor de comer carne.

Para que no pensemos que Pablo estaba solo en decir eso, Marcos, en su Evangelio, dijo: “Jesús declaró así limpios todos los alimentos” (Mar. 7:19). Es decir, limpio, aceptable, no prohibido, no ilegal.

Ámense los unos a los otros

Aquí está la enseñanza bíblica más importante y urgente con respecto a los patrones de alimentación para los cristianos de hoy. Esta es una ilustración clásica y explícita de lo que no debería dividir a los cristianos, ni obstaculizar la preciosa, estrecha, y dulce comunión que hay entre nosotros. Esta era la principal preocupación de Pablo al lidiar con el consumo de carne.

Aquellos de ustedes que comen carne, no desprecian a los vegetarianos. Vegetarianos, no juzguen a los que comen carne.

Pablo escribió Romanos 14, donde trata explícitamente el conflicto entre vegetarianos y los que comen carne. El pasaje es asombrosamente relevante para la pregunta que nos hizo Scott. Hay otros asuntos en Romanos 14 (como qué días deberían ser honrados, o si debemos beber vino o no), pero el vegetarianismo y el consumo de carne ocupan el centro.

Esto es lo que dice:

“Uno tiene fe en que puede comer de todo, pero el que es débil solo come legumbres. El que come no desprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado. ¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae. En pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie”, Romanos 14:2-4.

Ahí está el asunto medular y la enseñanza central sobre este tema, de acuerdo a Pablo: “Comedores de carne, no desprecian a los vegetarianos. Vegetarianos, no juzguen a los que comen carne”.

De primera importancia

En estas cuestiones, cada uno de nosotros se presenta ante el Señor para rendir cuenta por sus acciones. No se conviertan en señores, juzgándose mutuamente en este tema. Esa es la enseñanza principal. Luego dice:

“Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es. Porque si por causa de la comida tu hermano se entristece, ya no andas conforme al amor. No destruyas con tu comida a aquél por quien Cristo murió. Por tanto, no permitan que se hable mal de lo que para ustedes es bueno”, Romanos 14:14-16.

Y luego continúa diciendo: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que de esta manera sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres” (Ro. 14:17-18).

Lo que comemos aquí no tiene casi nada de importancia en comparación con la justicia, la paz, y la alegría en el Espíritu Santo.

Finalmente, Pablo escribe: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer. Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece” (Ro. 14:20-21).

No hagas que un hermano se tropiece con el pecado y la destrucción por lo que tú comes. Eso no es amor. En el pensamiento de Pablo, el problema del vegetariano versus el que come carne no es un problema de salud. No es una cuestión acerca de alcanzar las condiciones ideal escatológicas previas a la caída o posteriores al pecado. Es un problema de amor. En ese sentido, es un gran problema, pero solo en ese sentido. No es un gran problema en sí mismo.

Escucha bien esto. Esto va a sorprender a algunos, lo sé. Lo que comemos aquí no tiene casi nada de importancia en comparación con la justicia, la paz, y la alegría en el Espíritu Santo, las cuales son las manifestaciones del reinado salvador de Dios entre su pueblo. Mantengamos las cosas en la perspectiva correcta. Manifiesten el reino de Dios y ámense los unos a los otros.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Juan Manuel López Palacios.
Imagen: Lightstock.
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