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Mi visión del liderazgo fue desarrollada en una denominación donde no existían ancianos que no tuvieran un sueldo. No era simplemente que pudieramos darnos el lujo de que nuestro grupo de ancianos fueran ancianos-pastores de tiempo completo. Creíamos (¡yo lo creía!) que la idea de un equipo pastoral asalariado tenía un fundamento bíblico y por consiguiente sería mucho más eficiente y más conectado. El fruto, a mi forma de pensar, era que se trataba de la forma más eficaz para guiar y dirigir la iglesia.

Lo creía. Lo aprendí. Lo escribí. Y yo reclutaba de acuerdo a esa idea.

Pero me perdía de muchas cosas.

Esta no es una confesión, ni tampoco es una crítica del grupo en el que yo pastoreaba. Estoy muy agradecido con Dios por el camino ministerial que creó para mí y para las personas con las que lo compartí. Además, no es como si yo hubiera estado abrazando una práctica pecaminosa, o en una cruzada pública en contra de ancianos laicos mientras diabólicamente cultivaba a una pandilla de ancianos hambrientos de poder. No era nada calculado. Cuando fallan los de lento aprendizaje, es normalmente por su ignorancia, no por maniobras políticas premeditadas.

No estoy volviendo a mis raíces presbiterianas y destrozando lo que sigo pensando es una división dudosa entre los anicianos que “guían” y “enseñan”. Tampoco sugiero que las iglesias que tienen solo ancianos con un sueldo —aunque son una minoría— sean pecaminosas o egoistas. Pasé 27 años trabajando con ese modelo y tiene ventajas innegables. Más importante aún, hay pasajes —¡un montón de pasajes!— fomentando a la iglesia a apoyar a aquellos que han sido llamados (ver Mt 10, 10; Lc 10: 9; 1 Cor 9: 8-14, 12 – 14; Ga 6: 6; 1 Tim 5: 17 – 18; cf. 1 Pe 5: 2; Tit 1: 7,11).

Sí, algunos ancianos deben ser compensados. Pero ahora creo que es muy importante que algunos no lo sean. Aquí hay algunas razones por qué:

Protección más amplia

En un mundo caído, la compensación económica influye en todos los ambientes que toca. Cuando un gobierno está compuesto exclusivamente por hombres cuyo futuro financiero está ligado a la organización, los tienta hacia la conveniencia y puede que sean menos prudentes en ciertos tipos de decisiones importantes. Estoy empezando a ver que gestionar un personal asumiendo que la humildad o la relación puede anular la influencia de estas fuerzas dinámicas económicas y políticas puede ser noble, pero ingenuo. Lo sé, yo era ese líder ingenuo.

Lo que estoy aprendiendo es que los ancianos laicos, que no reciben un salario, miran a través de un lente menos nublado la forma en que ciertas decisiones podrían afectar el presupuesto del próximo año o la asistencia de la próxima semana. No se trata de estar más cerca de Dios y ser sobrenaturalmente impermeable a las estadísticas de ingresos y de asistencia. Sin embargo, están en una posición de ser menos influenciados por ellas. Sin el estorbo de cómo las decisiones afectan el sueldo o la estadía dentro de la iglesia, el anciano laico está capacitado de manera especial para proteger los intereses de la iglesia, y también de cualquier miembro del equipo que pueda venir con críticas inesperadas.

Hace poco hablé con un pastor que sufrió el divorcio de su esposa, quien se había precipitado de cabeza en una serie de pecados no arrepentidos. Aunque el pastor fue absuelto por los ancianos (la mayoría de ellos sin sueldo), la iglesia seguía escandalizada por el divorcio y las personas votaron con sus pies. El número de miembros se redujo, los ingresos se desplomaron, y la iglesia llegó a la orilla del caos. El pastor ofreció su renuncia. Pero los ancianos creían que fue llamado a predicar y, a pesar de las estadísticas del lunes por la mañana, sintieron que el futuro de la iglesia estaba mejor asegurado protegiendo el rol del pastor. Ellos lo fortalecieron a través de sus oraciones y estímulo, y lo llamaron a permanecer atado al mástil hasta que la iglesia pasara a través de la tormenta.

Eso fue hace varios años.

El pastor ahora está felizmente casado de nuevo y la iglesia se ha recuperado con tanta fuerza que su edificio está completamente lleno. Recientemente le pregunté si pensaba que seguiría siendo pastor de su iglesia si todos los ancianos tuvieran un sueldo fijo y estuvieran bejo la presión de la rápida disminución de la asistencia y las ofrendas. Me dijo: ‘Probablemente no”. El pastor observó que cuando una congregación plantea dudas sobre un miembro del personal o cuando se necesita tomar alguna decisión impopular (como la de él), es un consuelo saber que hay ancianos en la habitación cuyo trabajo o futuro económico no está atado a su voto. Creo que tenía razón.

Inversión más fuerte

En muchas tradiciones cristianas, el ministerio pastoral es visto como un llamado y también como una carrera. Esto significa que los hombres pueden pasar unos años pastoreando en un lugar y luego ir a otra iglesia. No estoy tratando de criticar esa práctica aquí, aunque es cierto que la ambición de construir una “carrera” puede fácilmente corromper el alma del ministro. Pero por ahora estoy más dispuesto a reconocer que cuando las iglesias se convierten en impulsores de la carrera de pastoreo, la puerta giratoria del liderazgo desestabiliza la iglesia. Dado que los ancianos sin un sueldo fijo no están construyendo una vida en torno a un ministerio pagado, se vuelven más interesados ​​en su iglesia local.

Cuando los ancianos pagados se cambian de iglesia, los ancianos laicos permanecen. Al permanecer en sus puestos, se convierten en guardianes de la rica historia del evangelio que resuena desde su iglesia local. Aunque uno puede imaginar casos en los que ancianos rígidos protegen tradiciones muertas, en una iglesia saludable es más probable que sus experiencias, relaciones a largo plazo, y conocimiento institucional suavicen las transiciones y ayuden a la transformación productiva.

Sabiduría más profunda

Es simple economía: un cuerpo de ancianos compensados significa un grupo más pequeño. La pluralidad es determinada por las finanzas de la iglesia, no por las necesidades de la iglesia. Esto puede significar que el río de la sabiduría corra más estrecho, peligrosamente sin más profundidad. Sin embargo, más consejeros proporcionan un pasaje más seguro. “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria” (Prov. 11: 14). Para la seguridad de la sabiduría, necesitamos una gran cantidad de consejeros.

Es cierto que ‘abundancia’ es un término abstracto. Pero piensa en esto: Estadísticamente hablando, la mayoría de las iglesias en los EE.UU. (¡y el mundo!) son de tamaño pequeño. Cuando hacemos que el papel de los ancianos dependa del presupuesto de la iglesia, en lugar de en los prospectos calificados, básicamente creamos un modelo en el que las únicas iglesias que gozan de una gran cantidad de ancianos-consejeros son occidentales y con mucha afluencia. Aplicar la ‘abundancia’ para los ancianos no revela necesariamente el tamaño ideal de una pluralidad, pero sugiere un número mayor del que la iglesia puede compensar.

Para aquellos que podrían argumentar que es simplemente demasiado llamar a un laico para los rigores del entrenamiento de ancianos y la evaluación, voy a responder con las palabras de Alexander Strauch en “Biblical Eldership” (Pastorado Bíblico):

“Algunas personas dicen, ‘No se puede esperar que los laicos guíen a sus familias, trabajen todo el día, y pastoreen una iglesia local’. Pero eso simplemente no es verdad. Muchas personas forman familias, trabajo, y dan horas de tiempo sustancial para el servicio comunitario, clubes, actividades atléticas, y/o instituciones religiosas. Las sectas han acumulado grandes movimientos laicos que sobreviven principalmente debido al tiempo de trabajo voluntario de sus miembros. Nosotros, creyentes en la Biblia, nos estamos convirtiendo en un grupo de cristianos flojos, suaves, y págame-para-hacerlo. Es absolutamente increíble lo que la gente puede lograr cuando están motivados a trabajar por algo que les gusta. He visto a gente construir y remodelar casas en su tiempo libre. También he visto a hombres disciplinándose para obtener un conocimiento fenomenal de las Escrituras. El problema real, entonces, no radica en el tiempo y la energía limitada de los hombres, sino en falsas ideas sobre el trabajo, la vida cristiana, las prioridades de la vida y, sobre todo, el ministerio cristiano”. (p. 28)

Una “opinión” más amplia

Una ‘opinión’ es una perspectiva adquirida desde un punto de vista único. Los ancianos laicos traen una ‘opinión’ civil a las discusiones de liderazgo; una distinta y, yo diría, necesaria para algunos tipos de decisiones estratégicas. Se ha dicho que una iglesia no es simplemente una comunidad y una causa, sino también una corporación. Esto solo significa que si deseas que la misión tenga éxito, necesitas la organización para apoyarlo.

Los pastores tienden a estar programados para la comunidad y la causa. La parte de corporación, con todos sus gráficos y políticas, a menudo se asume o es ignorada. Pero muchos hombres laicos circulan cada día en un mundo que entiende la conexión entre la empresa y la misión. Esta perspectiva suministra al cuerpo de ancianos con consejos que pueden ser organizacionalmente estratégicos y bíblicamente astutos (Mat. 10:16, Luc. 16:8).

Hay otra cosa también. Los pastores pagados a menudo obtienen el “lado pulido” de las personas. La posmodernidad puede estar en pleno florecimiento, pero la gente todavía piensa dos veces antes hablar con malas palabras en presencia de un pastor. Pero los ancianos laicos no provocan la misma espiritualidad filtrada o forzada de las personas. La iglesia los percibe más bien como uno de “nosotros” que de “ellos” (pastores pagados).

No se trata de una mayor humildad o accesibilidad por parte de los chicos en la nómina de la iglesia. La laguna entre un ministro pagado o laico nunca ha sido meramente un problema organizacional. Es una brecha que se extiende en el corazón humano. La presencia de hombres que no reciben ganancia económica en el cuerpo de ancianos reconoce esta realidad y busca cerrar la brecha con sabiduría.

Asimismo, no se trata de convertir la iglesia en una república en miniatura para asegurar que haya representación de la iglesia dentro del cuerpo de ancianos. Creo que esto se trata más acerca de la identificación de la iglesia por parte del cuerpo de ancianos. Los ancianos laicos pueden identificarse fácilmente con los triunfos y las tentaciones, la sabiduría y la debilidad que la iglesia experimenta de 9 a 5 cada día. No es ningún golpe al personal pagado el reconocer esto; de hecho, da crédito a su humildad. Las ovejas experimentan un mayor cuidado. Por el aprovechamiento de los ancianos laicos para el personal pagado, el cuerpo de ancianos puede “conocer bien la condición del rebaño” (Prov. 27:23) y “Tengan cuidado… de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos (supervisores)…” (Hch. 20:28).

¿Y qué hay de ti?

Los ancianos no profesionales no son la llave mágica que abre las perplejidades del conglomerado político que afecta a los evangélicos. Cada modelo de gobierno tiene su kryptonita. Además, los ancianos laicos no son el “equipo de repuesto” para el ministerio real. Si un hombre es un anciano —pagado o no— se aplican los mismos requisitos y responsabilidades. No queremos crear un subnivel de espiritualidad o de compromiso en la iglesia local. Un anciano no pagado no es un anciano a medias.

Pero después de trabajar en estrecha colaboración durante los últimos tres años entre iglesias con ancianos laicos, me gustaría haber tenido una segunda oportunidad. El valor de la sabiduría más amplia, la visión más profunda en el mercado laboral, la perspectiva única de la salud de la iglesia, y la libertad de las preocupaciones económicas ahora parecen absolutamente vitales para mí. Quizá ahora las ves como algo vital para ti también.

¡Que Dios nos envíe ancianos robustos, espirituales, crecidos en casa, conocedores del mercado, para amar a los pastores, fortalecer la pluralidad, y por una mejor estabilización de la iglesia local sobre la Roca que nunca falla!


Publicado originalmente en Am I Called? Traducido por Sergio Paz.
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