Nuestras mentes son fábricas de pensamientos, algunos intencionales y otros no. Elaboramos estrategias, reflexionamos y rumiamos. Pero en ocasiones nos asaltan pensamientos no deseados.
A veces estos pensamientos nacen de una especie de curiosidad malsana. Mientras conducimos por una sinuosa carretera montañosa, de repente nos imaginamos qué pasaría si giráramos bruscamente el volante a la derecha. Otras veces, esos pensamientos surgen de nuestro corazón pecaminoso. Reflexionando sobre el maltrato de un compañero de trabajo, imaginamos cómo podríamos ponerlo en su lugar humillándolo. Sea cual sea su origen, el pensamiento intrusivo —mórbido, violento o sexual— irrumpe en nuestra mente sin ser invocado.
¿Cómo nos enfrentamos a esos pensamientos? Consideremos cuatro preguntas que nos ayudarán a examinarlos y a luchar proactivamente contra ellos.
1. ¿Hay algo diferente en la temporada en la que estoy?
Los pensamientos intrusivos aumentan en épocas de estrés o cambio. Mi primer trabajo al salir de la universidad fue como oficial de detención en una cárcel de máxima seguridad. Durante ese tiempo, tuve sueños vívidos y pensamientos intrusivos (a menudo van de la mano). Imaginaba que estallaban disturbios y que los presos me perseguían fuera de la cárcel. En los restaurantes, me sentaba en el último rincón para vigilar la puerta.
Destruyamos las mentiras de nuestros pensamientos intrusivos. Construyamos mentes creativas que glorifiquen a Dios
Durante las temporadas de estrés o cambio, nuestra mente trabaja a toda máquina para prepararnos para nuevos retos y peligros. Una estudiante que comienza su primer semestre en una nueva escuela probablemente tendrá un flujo constante de pensamientos intrusivos mientras se prepara para una nueva situación.
Un pico de pensamientos intrusivos, entonces, podría indicar que estás experimentando estrés. Asegúrate de que descansas y procesas tu estrés con tus seres queridos y con una comunidad eclesial sana.
2. ¿Es algún trauma el desencadenante de los pensamientos intrusivos?
Los traumas del pasado o del presente pueden provocar pensamientos intrusivos. Las malas hierbas de la mentira crecen en la tierra del trauma. Pensemos en un niño atrapado en medio del divorcio de sus padres, que se siente arrastrado entre su madre y su padre, quienes le manipulan para que se ponga del lado de uno de ellos.
«Tengo que arreglarlo, tengo que arreglarlo, tengo que arreglarlo» pasa por su cabeza mientras desayuna, viaja en el autobús escolar y mira por la ventana mientras su profesor habla. Se define a sí mismo y su valor por su capacidad para resolver un problema que está fuera de su control.
Los pensamientos intrusivos no controlados afectan a nuestra capacidad para comprender nuestra verdadera identidad.
3. ¿Se inclina mi personalidad hacia los pensamientos intrusivos?
Algunas personas tienen tendencia a los pensamientos intrusivos. Las definiciones psicológicas pueden ser beneficiosas en ocasiones, ya que nos ayudan a reconocer los patrones que experimentamos. Alguien podría tener un trastorno obsesivo-compulsivo: comportamientos repetitivos «dirigidos a prevenir o reducir la angustia».
Por otro lado, los diagnósticos psicológicos pueden ser problemáticos, ya que pueden llevar a una persona a interiorizar (patologizar) una lucha. Esta interiorización a menudo puede llevar a alguien a creer que su diagnóstico es intrínseco a quién es o que la intervención médica es la única solución a su problema.
Si crees que esto puede caracterizarte, en primer lugar, debes saber que no estás solo. Segundo, ten en cuenta que no estás condenado a quedar atrapado por tus compulsiones. En tercer lugar, debes saber que esa forma natural en que intentas afrontar los pensamientos intrusivos no es útil. Hay una forma mejor.
4. ¿Por qué tengo este pensamiento intrusivo?
¿Indica la fuerza impulsora detrás de los pensamientos intrusivos que hay pecado en tu corazón? Cuando era oficial de detención, muchos de esos pensamientos estaban dirigidos a protegerme a mí y a mi esposa en un entorno nuevo y peligroso. Eso no era pecaminoso.
Pero algunos pensamientos surgieron de un origen pecaminoso. Procesando una amargura no resuelta, imaginé tomar represalias contra un preso que me había agredido. El pensamiento intrusivo era una señal de que mi corazón no lo había perdonado. Del mismo modo, puedes tener pensamientos sexuales intrusivos sobre alguien que te hagan darte cuenta de que tienes deseos pecaminosos hacia esa persona. Estos pensamientos deben llevar a una confesión transparente.
Cómo ser proactivo
¿Cómo podemos responder de forma proactiva a los pensamientos intrusivos? Pablo insta a la iglesia de Corinto a luchar activamente contra las mentiras que difunden los falsos maestros. Su planteamiento es doble: derribar la mentira y avanzar en obediencia a Cristo. «Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo» (2 Co 10:5). Utiliza el evangelio para desmontar las mentiras que están en el corazón de tus pensamientos intrusivos, y luego avanza en acción.
Pablo nos recuerda que no basta con destruir los falsos pensamientos, sino que también debemos formar una imaginación sana: «Hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten» (Fil 4:8). Debemos cultivar zonas de recreación mental de creatividad del evangelio.
Muchos de nosotros gastamos tanta energía intentando derribar pensamientos intrusivos destructivos que no tenemos energía para construir imaginaciones constructivas. Creemos que nuestra mente es peligrosa y que hay que apagarla. Pero tu mente es un regalo que Dios quiere que utilices para Su gloria. Él desea dar nueva forma a tu mente para que se convierta en una fábrica de una curiosidad que glorifique a Dios.
Sustituye las palabras negativas por palabras de Dios
Los pensamientos intrusivos no son tus aliados. Una forma de que se cuelen sin que te des cuenta es hablarte negativamente a ti mismo: «¿Quién te crees que eres? Idiota. Vas a fracasar otra vez».
Podemos incluso asumir que estos hilos negativos son nuestros aliados espirituales porque, suponemos, nos protegen del orgullo.
Meditemos con gratitud sobre lo que Dios nos ha hecho ser. Tus pensamientos intrusivos no tienen la última palabra
Pero son mentiras. Puedes trabajar para cambiar los pensamientos destructivos e intrusivos por una conversación convincente y fortalecedora con Dios, una conversación con Él que refleje lo que Él dice que eres.
Muchos cristianos sabios han alentado el uso de breves «oraciones de respiración». Esta práctica puede ser de especial ayuda para quienes luchan con pensamientos intrusivos. Una oración de respiración es una oración sencilla a Dios que se ofrece al inhalar y al exhalar. Prueba estas oraciones de respiración:
- El SEÑOR es mi pastor… nada me faltará (Sal 23:1).
- El día que temo… yo en Ti confío (Sal 56:3).
- Mi ayuda viene… del SEÑOR (Sal 121:2).
- Ten piedad de nosotros… oh SEÑOR (Sal 123:3).
- Padre nuestro… que estás en los cielos (Mt 6:9).
- Santificado… sea Tu nombre (Mt 6:9).
- Venga tu reino… hágase Tu voluntad (Mt 6:10).
- No se haga mi voluntad… sino de Tuya (Lc 22:42).
- Ven… Señor Jesús (Ap 22:20).
También es importante sustituir nuestros relatos negativos por las verdades que Dios declara sobre nosotros. Podemos transmitirle gratitud por lo que ha hecho de nosotros en Cristo. Considera oraciones que así lo reflejen, como «Santo Dios, buenos días; gracias por hacerme santo». O «Padre amoroso, estoy asombrado de que me hayas adoptado como hijo». (El apéndice del libro de mi esposa y mío, Trading Faces [Intercambiando rostros], contiene una extensa lista de verdades sobre quiénes dice Dios que somos).
Batalla espiritual
Las palabras que hablamos de nosotros mismos importan. No le des a Satanás el control sobre tu forma de hablar. Más bien, repite lo que es verdad acerca de quién eres en Cristo y proclama la verdad de Dios sobre ti mismo. No tienes que ser controlado por impulsos o pensamientos negativos.
La batalla por nuestras mentes, después de todo, no es meramente neurológica: es espiritual. Así que necesitamos herramientas espirituales para la lucha. Destruyamos las mentiras de nuestros pensamientos intrusivos. Construyamos mentes creativas que glorifiquen a Dios. Meditemos con gratitud sobre lo que Dios nos ha hecho ser. Tus pensamientos intrusivos no tienen la última palabra.