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¿Qué es el perdón? Según la popular página de wikipedia (en inglés), se trata de un proceso voluntario e intencional por el cual el ofendido cambia sus sentimientos y actitudes sobre una ofensa, liberándose de las emociones negativas, como el deseo de venganza, y cultivando el deseo de hacer bien al ofensor.

Lo que llama mi atención de esta definición es que incluso el mundo secular reconoce que el perdón es una acción voluntaria e intencional. Sin embargo, el perdón bíblico es aún más de lo que el mundo piensa.

El perdón bíblico

Hace más de trescientos años, el puritano Thomas Watson hizo algunos comentarios sobre la frase del padrenuestro: «Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mt 6:12).

Watson se preguntaba cómo uno podía reconocer que había perdonado a alguien de manera sincera, y así llegó a esta definición bíblica del perdón:

Cuando nos esforzamos en erradicar todos los pensamientos sobre la venganza; cuando renunciamos a hacerle daño, cuando nos afligimos con sus calamidades, cuando buscamos la reconciliación, cuando oramos por ellos y luego demostramos la disposición de aliviarlos de sus cargas (A Body of Divinity [Tratado de teología]).

¡Wow! Me sorprende en gran manera la profundidad de esta definición. Me gustaría que podamos reflexionar en cada punto para comprender mejor la enseñanza bíblica.

1. Erradicar la venganza

Perdonar significa esforzarnos por erradicar todos los pensamientos de buscar venganza. La venganza no nos pertenece a nosotros, sino al Señor (Ro 12:19), porque Él es el único que juzga de manera justa e infalible.

La confianza total en la justicia de nuestro Señor nos ayuda a no juzgar las intenciones de quienes nos ofenden y a no buscar hacerles daño

La Palabra de Dios nos recuerda: «Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. / ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, / Sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, / Y andar humildemente con tu Dios?» (Mi 6:8). Cuando actuamos con deseos de venganza rompemos cada punto de este versículo. También debemos recordar que con la medida que midamos, seremos medidos (Mt 7:2).

Por eso, cuando recibimos una ofensa, debemos resistir el deseo de venganza y más bien, orar al Señor:

Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis inquietudes.
Y ve si hay en mí camino malo,
Y guíame en el camino eterno (Sal 139:23-24).

La confianza total en la justicia de nuestro Señor nos ayuda a no juzgar las intenciones de quienes nos ofenden y a no buscar hacerles daño.

2. Renunciar al mal y buscar el bien

El perdón bíblico demanda renunciar a hacerle daño al ofensor (1 Ts 5:15), pero no solo eso, sino también trabajar por hacerle bien (Lc 6:28). ¿Te has detenido a reflexionar por qué el Señor nos pide actuar así? En buena parte se debe a que «la suave respuesta aparta el furor, / Pero la palabra hiriente hace subir la ira» (Pr 15:1). Esta es una fórmula sencilla: menos ira, menos problemas.

Cuando somos fervientes en nuestro amor por los demás, ese mismo amor cubre una multitud de pecados (1 P 4:8) y entonces podemos cumplir con el mandato de procurar estar en paz con todos (Ro 12:18). Cuando no lo hacemos así, ¡contaminamos nuestra mente con amargura (He 12:15)!

3. Tener compasión

Perdonar a nuestro ofensor también significa que nuestro corazón se aflige con sus calamidades: «No te regocijes cuando caiga tu enemigo, / Y no se alegre tu corazón cuando tropiece» (Pr 24:17). Dios nos ordena revestirnos de bondad y compasión en nuestro trato (Col 3:12), abundando en el fruto del Espíritu hacia los demás (Gá 5:22-23).

4. Buscar la reconciliación

El perdón bíblico nos anima a buscar la reconciliación en la medida que sea posible (Ro 12:18) porque Cristo nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Co 5:18). Cristo es el Príncipe de paz y cuando buscamos la paz estamos actuando como Sus embajadores.

5. Orar por el ofensor y hacerle bien

Cuando oramos por nuestros enemigos, estamos imitando y obedeciendo a Cristo (Mt 5:44). Mediante la oración, el Señor cambia nuestros corazones para que aprendamos a ver a nuestros ofensores como personas que necesitan compasión. Además, esta acción demuestra nuestra confianza en un Dios justo, poderoso y soberano.

El perdón bíblico demanda renunciar a hacerle daño al ofensor, pero no solo eso, sino también trabajar por hacerle bien

Unido a la oración, debemos demostrar la disposición de aliviarlos de sus cargas (cp. Éx 23:4), porque el perdón según la Biblia es «otro-céntrico», es decir, para el beneficio del otro. Esto no es fácil de lograr, pero cuando somos obedientes a Dios, ¡somos los más beneficiados por la obra que el Señor hace en nuestro corazón (Jn 14:21)! Y nada de esto sería posible en nuestras fuerzas, sino que requiere la morada del Espíritu Santo en nosotros.

Errores comunes sobre el perdón

Ahora bien, no quisiera hablar del perdón verdadero, como lo enseña la Palabra de Dios, sin también abordar algunas malas interpretaciones comunes.

1. Otorgar el perdón no necesariamente es declarar «no culpable» al ofensor y tampoco es negar que la ofensa ocurrió. Podemos confiar en que Dios aplicará a Su tiempo las consecuencias del mal cometido, según Su justicia.

2. Que Dios nos mande perdonar no quiere decir que debamos permanecer en la situación injusta donde se repite la ofensa. Tampoco debemos ignorar los patrones de violencia que otros tienen en nuestra contra, sino confrontarlos de una forma bíblica. Es por eso que muchas veces, además de perdonar, debemos cambiar o cortar ciertos vínculos.

Antes de tomar decisiones de este tipo, debemos ir al Señor en oración y buscar consejo de cristianos maduros para ser guiados con sabiduría.

3. Unido a lo anterior, perdonar no significa que olvidamos lo que la otra persona nos ha hecho, justamente para no colocarnos en una posición donde se permite que se repitan las ofensas.

Dios borra y olvida nuestras transgresiones en el sentido de que decide no tomarlas en cuenta (Is 43:25; Sal 32:1-2), pero en Su omnisciencia no puede olvidar lo que hemos hecho. Si fuera posible ¿cómo podríamos comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Co 5:10)? Más bien, Él decide no tomar en cuenta nuestras faltas, que conoce muy bien. Ese es el tipo de perdón que nos manda a imitar (1 Co 13:5; Ef 4:32).

Mediante la oración, el Señor cambia nuestros corazones para que veamos a nuestros ofensores como personas que necesitan compasión

4. Perdón no es igual que reconciliación. Como lo dice el apóstol Pablo: «Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres» (Ro 12:18, énfasis añadido). Hay ocasiones en que el ofensor no está interesado en restaurar la relación, incluso cuando se ha arrepentido y se ha otorgado el perdón. Pero incluso si el ofensor no se arrepiente ni pide perdón, nuestra actitud debe ser igual a la de Cristo Jesús, otorgando el perdón en medio de la prueba, porque esto glorifica a nuestro Dios (Lc 23:34).

5. Por último, no siempre es necesario decirle a las personas que las hemos perdonado. Sería lo mejor; pero hay ciertas situaciones en las que no es posible. Por ejemplo, si el ofensor muere, pero, aún entonces, esa situación no impide que podamos perdonar heridas del pasado.

Por otro lado, también hay ocasiones en las que otorgamos perdón verbalmente solo para lucir bien ante los demás. En esos casos también será mejor no pronunciar el perdón hasta haber purificado las motivaciones de nuestro corazón.

Evalúa tu corazón

El perdón es un proceso que comienza con una decisión. Es posible que hayas decidido perdonar, pero todavía sientes dolor, ira y deseo de vengarte; tal vez todavía te cuesta orar por los ofensores y hacerles el bien.

Pero más allá de cuál sea la etapa del perdón en la que estés, debes hacerte esta pregunta: ¿anhelo perdonar la ofensa de manera bíblica? Si deseas perdonar como Dios te perdonó en Cristo, estás en el proceso correcto del perdón. Pero si estás justificando tus malos sentimientos y tu conducta vengativa, necesitas ir al Señor confesando los sentimientos impuros y tu falta de perdón.

Ora pidiendo ayuda en tu incapacidad, para que Dios transforme tu corazón y puedas perdonar de una manera bíblica.

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