Este poema pertenece a la serie Literatura con propósito, la cual destaca escritos que buscan servir para la gloria de Dios y para iluminación de Su verdad, por medio de distintos géneros y recursos literarios.
Este poema apunta a cómo un aspecto simple de la creación (como un río) puede inspirar las más profundas meditaciones en aquella persona que conoce la Palabra de Dios. En la acumulación de frases, eventos e imágenes bíblicas se van retratando vistazos de temas fundamentales de la narrativa de la Escritura, como el Edén, la caída, la esclavitud en Egipto, la rebelión del Israel, el evangelio, la venida del Espíritu y la nueva tierra.
Un río…
…con las aguas de la creación, que salga de Edén para regar el huerto, que se convierta en Pisón y en Gihón, que me recuerde el poder de mi Dios creador que otorgó vida y paz al jardín de Su encuentro con el hombre, la cúspide de Su propósito pericorético, el lienzo para Su imagen y semejanza que brilla con la perfección de Su eternidad, eternidad que se despliega en los límites del espacio y el tiempo.
Un río…
…con las aguas de la caída, que salga de Edén para regar el que ya no es huerto, que se convierta en Tigris, que me recuerde la manzana, la serpiente, la caída, el desastre, la matanza, una vez Edén, ahora Nínive sanguinaria y hechicera con cadáveres sin fin, la gran ramera Babilonia; Éufrates cruzado por el ejército de Asiria, Nabucodonosor llevando cautivo a Joaquín por sus aguas.
Un río…
…con las aguas de la esclavitud, que se interpongan entre el pueblo de Dios y su libertad, que acorralen por completo al objeto de Su amor eterno, que los haga esperar quietos hasta escuchar el galope cercano del Faraón, que los haga cruzar por tierra seca hasta la vigilia, cuando Él miró desde el cielo y se glorificó arrojando al jinete y al caballo al mar. Oh, las aguas de los ríos de Babilonia, llenos de nuestras lágrimas, lloro de canciones que no se elevaron en Sión, Sión reconstruida en el tiempo de Ciro.
Un río…
…con las aguas de la promesa, un Éufrates que Abraham cruce para dejar Ur y convertirse en un pueblo. Un Jordán que cruce Josué, sombra del gran Líder, para llegar a la tierra prometida. Un Cedrón cruzado después de la última cena, para volver al huerto, ya no el Edén perfecto, sino el Getsemaní de la angustia, para la captura de un beso traidor, para la coronación de espinas, para la sangre de un río inagotable de gracia que fluye por las manos clavadas en el madero, bendición para todas las familias de la tierra.
Un río…
…con las aguas de la sanidad, el Nilo restaurado y libre de sangre para beber de él, Mara, donde Moisés arroje el tronco al agua y se vuelva dulce, Jericó y Gilgal, sal y harina de la mano de Eliseo para sanar al pueblo, el Jordán donde Naamán el sirio se sumerja siete veces, aunque los ríos de Damasco sean mejores. Un río, mucho mejor que el estanque de Betesda, para que el paralítico sea sanado en el día de reposo.
Un río…
…con las aguas que sacian, que fluyen de la roca para la sed a Israel, pueblo que rechazaba la ley, ley que satisface, río que nutre al árbol y lo hace fructífero, río de día y de noche para que las hojas no marchiten. Un río que fluya del pozo de Jacob para saciar, con agua viva, a la mujer sedienta de amor verdadero, y no uno, sino muchos ríos de aguas vivas, anunciados en la fiesta de los tabernáculos, que fluyen del interior de aquel que tiene al Espíritu, apartado para aquellos que tienen fe.
Un río…
…con las aguas del testimonio, donde Juan bautice a Jesús, se cumpla allí toda justicia y el Padre se agrade perfectamente, por fin, de un Rey en Israel. Un río para que los antes judíos, ahora cristianos, se arrepientan y se bauticen en Pentecostés, que crean que las palabras de Joel se han cumplido. Un río donde el etíope se bautice, porque nada impide el testimonio de una fe verdadera, de un evangelio que va hasta el fin del mundo.
Un río…
…con las aguas del fin, del Tigris, donde se levante el Hijo del Hombre vestido de lino ante Daniel, jurando por Aquel que vive que solo serán tres años y medio, tiempo antes del fin, el fin del segundo ángel que derrama su copa en el mar, sangre de todos los muertos en las aguas, aguas que serán secadas del Éufrates, para recibir a los reyes de oriente a la voz del sexto ángel, airado con la ira de Dios, ira que culmina en las aguas de lava, lago de fuego donde es el lloro y el crujir de dientes.
Un río…
…con las aguas del otro fin, el río de Ezequiel y Juan, que brota debajo del umbral del templo hacia el oriente, aguas puras con muchísimos peces, aguas que dan frutos para sanidad de las naciones, agua gratuita para todos los que estén sedientos. Aguas que ya no existen, nuevo cielo y nueva tierra, sin separación entre el hombre y la habitación de Dios. Aguas que fluyen del trono, descendiendo sobre el pueblo, sobre la bendición, sobre Cristo glorificado para siempre con Su esposa, aguas de satisfacción por los siglos de los siglos.
Anhelo ver un río…
…un río cualquiera, oh Dios, que con simpleza me susurre las verdades de Tu Palabra, que corren con fuerza y sin fin en mi alma, en mis ojos, en mi mente y en mi corazón.
«Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones» (Ap 22:1-2).