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Nota del editor: 

Para conocer otras posturas sobre cómo interpretar los primeros capítulos de Génesis, visita nuestra creciente colección de recursos sobre creacionismo.

Entre los cristianos hay falta de consenso sobre la antigüedad de la creación; esto explica las múltiples interpretaciones de los primeros capítulos de la Biblia. Ante las diferentes perspectivas, existen argumentos para creer en el creacionismo de una tierra joven (CTJ).

Hermenéutica aplicada

La Biblia debe ser nuestro punto de partida para todo pensamiento, porque —si creemos en su autoridad— ella rige la interpretación de la realidad creada. Es decir, la revelación especial de Dios (la Biblia) interpreta a Su revelación general (la Creación). Si bien la Biblia no es un libro de ciencia, como revelación de Dios proporciona parámetros para ver, entender, e interpretar nuestro mundo.

Sobre los orígenes según la Biblia, un punto de desacuerdo común es la interpretación de la palabra hebrea yom, que se refiere a los días de la creación. Según diversos eruditos bíblicos, el alcance semántico de yom, traducido como “día”, se limita a solo cinco significados:

1. Un período de luz en un ciclo de día/noche

2. Un período de 24 horas

3. Un concepto general o vago del tiempo

4. Un punto de tiempo específico

5. Un período de un año[1]

El significado de yom, en Génesis 1-3, lo encontramos en su contexto literario. Con frecuencia, aquellos que no aceptan el CTJ descartan el significado literal de la palabra yom en su contexto porque no se alinea con sus presuposiciones. En su lugar, buscan el uso de la palabra en un contexto diferente para apoyar su posición. Por ejemplo, Hugh Ross extrajo el significado de yom, como un largo período de tiempo, de Hebreos 4:4-11, y lo impuso en el relato de la creación de seis días sin considerar el contexto de Génesis 1.[2]

Sin embargo, hay que decir que el género literario de Génesis es histórico, no poético o alegórico.[3] Si comparamos el libro de Génesis con los otros libros históricos del Antiguo Testamento (como Éxodo, Números, o Josué), sería evidente que el autor emplea el mismo estilo literario.

Jonathan Sarfati escribe que “Génesis utiliza con frecuencia la construcción gramatical llamada ‘waw consecutivo’ (wayyiqtol o pretérito), una marca singular de narrativa secuencial”,[4] que es una característica común en el género histórico de la literatura hebrea.[5] Sarfati también señala que en el texto hay “otros rasgos de la narrativa histórica, como ‘partículas acusativas’ (‘et) que marcan los objetos de los verbos, y muchos términos que están cuidadosamente definidos».[6]

Estos rasgos incluyen verbos que se usan para relatar eventos. Por ejemplo, el verbo bará (crear) de Génesis 1:1 es qatal, y los verbos siguientes son wayyiqtol, formas verbales que establecen la secuencia narrativa del género histórico. El hebraísta alemán H. F. Wilhelm Gesenius (1786-1842) afirmó al respecto:

“Una de las peculiaridades más llamativas en la consecución hebrea de los tiempos es el fenómeno de que, al representar una serie de eventos pasados, solo el primer verbo se encuentra en tiempo perfecto, y la narración continúa con verbos en tiempo imperfecto”.[7]

Afirmar que el género literario de Génesis 1-3 es poético o que debemos interpretarlo de forma alegórica son propuestas contrarias al claro estilo histórico del texto. Sobre todo si tenemos en cuenta la ausencia de paralelismos, un rasgo esencial de la poesía hebrea.

Si bien la narrativa de la creación tiene una estructura repetitiva que puede confundirse con la poesía, no hay evidencia literaria o histórica que sugiera que este texto no sea histórico.[8] De hecho, tal repetición es un recurso literario común para la memorización de las tradiciones orales.

Sarfati también considera que las palabras boqer (mañana) y ereb (tarde) denotan un día literal y no son términos “figurativos”. Fuera de Génesis 1, estas palabras se combinan con yom por un total de diecinueve veces, siempre con el significado de un día literal.[9]

Incluso sin la palabra yom, las palabras boqer y ereb juntas siempre hablan de un período de 24 horas. Esto ocurre “38 veces fuera de Génesis 1 y 25 veces en la narrativa histórica”.[9] Al comparar el uso de la palabra yom (día) con otros pasajes bíblicos (Nm. 9:15; Dt. 16:4; Dn. 8:26), cuando va acompañado de un número o por boqer y ereb, solo puede significar “un día ordinario, nunca un largo período de tiempo”.[11]

Cuando consideramos estos indicadores,[12] queda claro que negar la naturaleza histórica y literal del Génesis sería negar el significado del texto.

Implicaciones a considerar

Podemos afirmar los atributos y el carácter de Dios solo si interpretamos Génesis según el testimonio de la Escritura y los principios hermenéuticos. H. y J. Morris exponen:

“Seguramente un Dios omnisciente [diseñaría] un mejor proceso de creación que la aleatoria, derrochadora, e ineficiente farsa de prueba y error de las llamadas edades geológicas. Un Dios amoroso y misericordioso nunca sería culpable de un proceso creativo que implicara el sufrimiento y la muerte de animales inocentes en el proceso de llegar a ser hombres, millones de años después”.[13]

El estado original de la creación reflejaba la bondad de Dios en términos de su ley, y es por su bondad que Dios restaurará la creación a su estado original. Calvino escribió sobre la bondad de Dios con la creación: “[Es] perfectamente buena, para que sepamos que existe en la simetría de las obras de Dios la perfección más alta, a la que nada se puede añadir”.[14] Por su parte, Matthew Henry comentó que:

“El trabajo de la creación fue una muy buena obra. Todo lo que Dios hizo estaba bien hecho, y no había ningún defecto en él… Bueno, porque todo es agradable para la mente del Creador, tal como Él lo tendría… Bueno, porque todo es para la gloria de Dios; esto es, que toda la creación visible es una demostración del ser y las perfecciones de Dios”.[15]

Comentarios patrísticos

Tanto los creacionistas progresistas como los evolucionistas teístas sostienen que la interpretación literal de seis días y de la tierra joven es un desarrollo novedoso y reaccionario a la comprensión “científica” más reciente de los orígenes naturales. También plantean que los primeros padres de la iglesia tomaron una interpretación de la vieja creación en contraposición al creacionismo reaccionario supuestamente “moderno”.[16] Como explica Mook, “proponen que los primeros exégetas prominentes de la Iglesia persiguieron el significado teológico como el de la más alta prioridad (en lugar de significado histórico), y [por lo tanto] no se identificarían con las tesis modernas de una tierra joven”.[17]

Esta noción de la interpretación literal de seis días de Génesis 1-2 como “nueva” y “reaccionaria” no es precisa. Aunque es cierto que el naturalismo se remonta a la filosofía griega antigua y que filósofos como Hipaso de Metaponto, Anaximandro, Tales de Mileto, y Jenófanes enseñaron que todas las cosas se originaron en una sola entidad (fuego, aire, agua, o tierra), los padres de la Iglesia rechazaron dicho naturalismo en su teología de los orígenes cosmológicos.[18] Hipólito (170-235), un presbítero de Roma, citó y rechazó muchas de estas enseñanzas naturalistas griegas en su libro Refutación de todas las herejías.[19]

El obispo Basilio de Cesarea (329-379) también rechazó el naturalismo de los griegos, afirmando:

“Algunos recurren a principios materiales y atribuyeron el origen del universo a los elementos del mundo… ¡Una verdadera tela de araña tejida por estos escritores que dan al cielo, a la tierra y al mar un origen tan débil y tan poca consistencia! Engañados por su ateísmo inherente les pareció que nada gobernaba o reinaba sobre el universo, y que todo se entregaba al azar”.[20]

Tanto los creacionistas progresistas como los bíblicos pueden estar de acuerdo con la evaluación de Basilio ya que, después de todo, ambos rechazan la cosmovisión atea. Pero esto es lo más lejos que ocurre el acuerdo, ya que los padres de la Iglesia exponen sus interpretaciones de la narrativa de creación del Génesis como “creación en seis días literales y no de hace mucho tiempo”.

Lactancio (250-325), consejero del emperador Constantino I y tutor de su hijo, escribió en respuesta a los filósofos naturalistas: aquellos “que enumeran miles de edades desde el principio del mundo, [deberían] saber que el año seis mil aún no se ha completado… Dios completó el mundo y esta admirable obra de la naturaleza en el espacio de seis días”.[21]

El obispo Víctorino de Pettau (250-304) enseñó que cada día de la creación se dividió en doce horas de luz y doce horas de noche, afirmando que “Dios produjo todo eso para el adorno de Su majestad en seis días”.[22] Efrén el Sirio (306-373), uno de los pocos padres latinos que dominó la lengua hebrea, escribió: “Así que nadie piense que hay algo alegórico en las obras de los seis días. Nadie puede decir con razón que las cosas que pertenecen a estos días eran simbólicas”.[23]

Ahora bien, se puede contrarrestar que estas citas eran de los literalistas patrísticos, pero ¿qué pasa con los alegoristas? ¿Se aferraron a una perspectiva de una “tierra vieja” sobre los orígenes cosmológicos? En realidad no. Orígenes de Alejandría (185-254) escribió que “el relato mosaico de la creación enseña que el mundo todavía no tiene diez mil años”.[24]

Su predecesor, Clemente de Alejandría (150-211), escribió: “Porque las creaciones en los diferentes días siguieron en una sucesión más importante; para que todas las cosas creadas puedan tener honor desde la prioridad, creadas juntas en el pensamiento”.[25]

Mook recoge las citas de varios autores de la era patrística para demostrar que los padres antes mencionados, y otros como Atanasio,[26] Agustín,[27] y Ambrosio,[28] sostienen una interpretación literal de la creación en Génesis.[29] En resumen, aunque hay diferencias en sus interpretaciones, los literalistas y los alegoristas rechazaron la noción de una vieja tierra y resistieron la influencia de la filosofía natural griega.

Esto es significativo porque el creacionismo progresista (creacionismo de la tierra vieja) ciertamente no es una idea moderna (aunque es novedosa en la iglesia). De hecho, ha sido la tendencia de las civilizaciones antiguas “imponer un significado teísta sobre las filosofías evolutivas paganas casi universales de la antigüedad”.[30] En la mayoría de los casos, el universo material era percibido como eterno de alguna manera. Esta era una creencia que buscaba descartar la necesidad de un Dios omnipotente, santo, eterno, personal, y creador.

Por lo tanto, sobre la base de la historia temprana de la iglesia, los creacionistas progresistas están en el lado equivocado. Son los creyentes en un creacionismo de tierra joven quienes encuentran respaldo histórico en la iglesia primitiva.

Correspondencia al mundo real

Considerando el creacionismo progresivo y la evolución teísta, sería ilógico plantear que “la muerte existió antes de la creación de la humanidad”, por la frase que Pablo usó cuando señaló a la muerte “como el último enemigo que será abolido” en la historia de la redención (1 Co. 15:26). Eso es la muerte: un enemigo de Dios, una fuerza opuesta que será vencida (Ap. 21:4).

Esto, por supuesto, plantea preguntas sobre los hechos y las evidencias de nuestro mundo natural. ¿Cómo puede el cristiano, entonces, hacer sentido de los millones de organismos muertos que se encuentran en el registro fósil? Si la Escritura no proporciona espacio para la Teoría de la Brecha y si no hubo una cronología del uniformismo geológico (los millones de años de Charles Lyell), entonces, ¿qué directrices nos da la Escritura para interpretar nuestro mundo creado?

Podemos encontrar la respuesta en el relato del diluvio, cuando Dios derramó su juicio sobre la tierra por la iniquidad humana (Gn. 6-9). Como resultado, el registro fósil ahora sirve como un testimonio al hombre de su propia pecaminosidad, y del juicio justo de Dios que nunca falla. Este acontecimiento histórico nos comunicó que toda la creación sufre cuando la humanidad se rebela contra su Creador (Gn. 6:5).

El diluvio también confirma la línea de tiempo bíblica y la revelación escrita de Dios, porque encontramos millones de organismos muertos enterrados en capas de roca por todo el mundo. Ken Ham, fundador de Respuestas en Génesis, escribe que el diluvio de Génesis “ha hecho de la geología, geografía, biología, —y demás ciencia que estudian el planeta— lo que son hoy. Por lo tanto, la devastación global causada por la inundación, en tiempos de Noé, debe tener una parte en cualquier explicación del registro fósil”.[31]

Solo adoptando las mismas presuposiciones de la Escritura, viendo e interpretando el mundo según la revelación escrita de Dios, podemos dar sentido a lo que vemos en el mundo.

Ya sea la tasa de recesión lunar,[32] la hemoglobina preservada del dinosaurio (que es imposible que pueda sobrevivir durante millones de años),[33] el aumento de los niveles de sal en el mar,[34] la decadencia del campo magnético de la tierra,[35] o cualquier otro hecho o evidencia de la creación de Dios, es solo presuponiendo la verdad revelada de Dios que podemos comprenderlo. Permitamos que su revelación especial moldee nuestro pensamiento. Podemos encontrar el sentido de tales cosas por medio de un acercamiento epistemológico (investigativo). El hombre natural, en cambio, no puede hacer más que reflexionar en la oscuridad, perdido en su incoherencia intelectual.  

En otras palabras, esto nos recuerda que el cristianismo bíblico es la única filosofía de vida que proporciona las condiciones para comprender la realidad. Por lo tanto, oremos al Padre que mostró su amor entregando a su Hijo por nosotros. Pidamos que nos de la humildad y sabiduría necesaria para seguir profundizando en este tema a la luz de su Palabra.


[1] Jonathan Sarfati, Refuting Compromise: A Biblical and Scientific Refutation of “Progressive Creationism” (Billions of Years) as Popularized by Astronomer Hugh Ross (Green Forest, AR.: Master Books, 2004), 67-68.
[2] Hugh Ross, Interpreting the Creation Days ‘Literally, Reasons to Believe. Consultado 30 de Julio, 2020.
[3] Sarfati, The Genesis Account: A Theological, Historical and Scientific Commentary on Genesis 1-11 (Powder Springs, GA.: Creation Book Publishers, 2015), 34. 
[4] Ibid., 48. 
[5] See J. Weingreen, A Practical Grammar for Classical Hebrew (Oxford, UK.: Oxford University Press, 1967), 90-92.
[6] Sarfati, The Genesis Account, 48. 
[7] Heinrich Friedrich Wilhelm Gesenius, Gesenius’ Hebrew Grammar, 2nd edition, trans. Arthur Ernest Cowley (Oxford, UK.: Oxford University Press, 1910), 132-133. 
[8] Sarfati, The Genesis Account, 50-51.
[9] Sarfati, Refuting Compromise, 81.
[10] Ibid.
[11] Ibid., 67.
[12] El uso y los significados de yom, boqer, y ereb; el género y los recursos literarios que lo acompañan; la ausencia de lenguaje alegórico o figurativo; y el hecho de que los hebreos usaron palabras comprensibles para describir la amplitud de la obra creativa de Dios. John D. Currid, “The Hebrew World-and-Life View” in Revolutions in Worldview: Understanding the Flow of Western Thought, eds. W. Andrew Hoffecker (Phillipsburg, NJ.: P&R Publishing, 2007), 51.
[13] Henry M. Morris and John D. Morris, The Modern Creation Trilogy: Scripture & Creation, Vol. 1 (Green Forest, AR.: Master Books, 2004), 76.
[14] John Calvin, Genesis, 1554 (Edinburgh, UK.: Banner of Truth, 1984), 100.
[15] Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible: Complete and Unabridged in One Volume (Peabody: Hendrickson, 1994), 7.
[16] Ross, for example, stated that “Many of the early church fathers and other Biblical scholars interpreted the creation days Genesis 1 as long periods of time. The list of such proponents includes the Jewish historian Josephus (1st century); Irenaeus, bishop of Lyons, apologist, and martyr (2nd century); Origen, who rebutted heathen attacks on Christian doctrine (3rd century); Basil (4th century); Augustine (5th century); and, later, Aquinas (13th century), to name a few” in Biblical Evidence for Long Creation Days, reasons.org, 1 December 2002.; See also Sarfati, “Hugh Ross Church Fathers: Old earther admits ‘poor quality’ research by other old-earthers,” Creation.com, accessed November 30, 2017. https://creation.com/hugh-ross-church-fathers/.
[17] Mook, “The Church Fathers on Genesis, the Flood, and the Age of the Earth,” in Coming to Grips with Genesis, 25.
[18] Hippolytus, Refutation of all Heresies 10.2, in Alexander Roberts, James Donaldson, Philip Schaff, Henry Wace, eds., The Ante-Nicene Fathers, 10 vols. (Peabody, MA.: Hendrickson, 1994), vol. 5.
[19] Ibid., 10.2-10.3
[20] Basil of Caesarea, Hexaemeron 1.2 in Alexander Roberts, James Donaldson, Philip Schaff, Henry Wace, eds., The Nicene and Post-Nicene Fathers, Series 2 (Peabody, MA.: Hendrickson, 1994) vol. 8. 
[21] Lactantius, Institutes 7.14, in The Ante-Nicene Fathers, vol. 7.
[22] Victorinus, On the Creation of the World, in The Ante-Nicene Fathers, vol. 7, 341.
[23] Ephrem the Syrian, Commentary on Genesis 1.1, in Kathleen E. McVey, ed., Ephrem the Syrian: Selected Prose Works, trans. Edward G. Mathews and Joseph P. Amar, in The Fathers of the Church (Washington, DC.: Catholic Univ. of Amer. Pr., 1961), 91:74.
[24] Origen, De Principiis 1.19, in The Ante-Nicene Fathers, vol. 4. 
[25] Clement of Alexandria, Stromata 6.16, in The Ante-Nicene Fathers, vol. 2.
[26] See Thomas G. Weinandy, Athanasius: A Theological Introduction, in Great Theologians (Burlington, UK.: Ashgate, 2007).
[27] Augustine, The City of God 12.10, in The Nicene and Post-Nicene Fathers Series 1, vol. 2.
[28] Ambrose, Hexaemeron 1.10.3-7, in Ambrose, Hexameron, Paradise, and Cain and Abel, trans. John J. Savage, in The Fathers of the Church (Washington, DC.: Catholic Univ. of Amer. Pr., 1961), 42:42-43.
[29] See Mook, “The Church Fathers on Genesis, the Flood, and the Age of the Earth,” in Coming to Grips with Genesis, 23-52.
[30] Morris and Morris, The Modern Creation Trilogy, Vol. 1, 75.
[31] Ken Ham, “Creation, Flood and Coming Fire,” Answers in Genesis, accessed December 1, 2017. https://answersingenesis.org/bible-history/creation-flood-and-coming-fire/.
[32] See D. DeYoung, “The Earth-Moon System,” in eds., R.E. Walsh and C.L. Brooks, Proceedings of the Second International Conference on Creationism 2:79-84 (1990). 
[33] See Mary Schweitzer and T. Staedter, “The Real Jurassic Park,” Earth (June 1997), 55-57.
[34] See S.A. Austin and D.R. Humphreys, “The Sea’s Missing Salt: A Dilemma for Evolutionists,” in Ibid., 17-33.
[35] See Sarfati, “The Earth’s Magnetic Field: Evidence That the Earth is Young,” Creation 20(2):15-19 (March-May 1998).
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