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Nota del editor: 

Este es un fragmento del libro Confrontando a Jesús: Nueve encuentros con el héroe de los evangelios (Andamio Editorial, 2024), por Rebecca McLaughlin.

La vida real de Jesús el judío (un ser humano que nació en la historia) es esencial para cualquier otra afirmación que los evangelios presenten o que trate de explicar en este libro. No puede ser las otras cosas que los evangelios afirman si no fue una figura histórica real, de carne y hueso, como tú y yo.

No obstante, creer que Jesús de Nazaret fue un hombre judío que de verdad existió no es suficiente para que creamos que lo que dicen los evangelios sobre Jesús es cierto. De este modo, aquí abordaremos algunas de las preguntas legítimas que los lectores del siglo XXI podrían tener sobre la fiabilidad histórica de los evangelios, ya que, si los evangelios se parecen más a un mito que a la historia, entonces el cristianismo es una farsa bastante sofisticada: como un supuesto manuscrito antiguo que resulta ser una falsificación.

1) ¿No se escribieron los evangelios mucho después de la muerte de Jesús?

La vida y el ministerio de Jesús tuvieron muchos testigos: desde las multitudes que se reunieron para escucharlo hasta el pequeño grupo de discípulos que dejaron su hogar para seguirlo.

Al igual que los actores que se aprenden los guiones, los discípulos del siglo I se aprendieron las enseñanzas de su rabino. Después de la muerte de Jesús, fueron repitiendo el mensaje y las enseñanzas de Jesús a cualquiera que quisiera escuchar. Además de Sus doce discípulos oficiales, Jesús tuvo muchos otros seguidores, incluidas muchas mujeres que viajaban con Él (Lc 8:2-3).

Algunos de los seguidores de Jesús aparecen en los evangelios y un erudito del Nuevo Testamento, Richard Bauckham, ha argumentado de manera convincente que los evangelios citan a estos testigos oculares como la fuente original del testimonio. Era como decir: «Esto me lo contó María Magdalena, lo vio con sus propios ojos».

Ninguno de nosotros recuerda todo lo que pasó hace años. Sin embargo, sí recordamos las cosas que transformaron por completo nuestras vidas. De la misma manera, los que presenciaron a Jesús sufrieron una transformación permanente. Dedicaron el resto de sus vidas a contar Su historia. Treinta, cuarenta y cinco o incluso sesenta años no habrían borrado sus recuerdos. Entonces, ¿por qué no se escribieron antes los evangelios? Bauckham sostiene que se escribieron décadas después de la muerte de Jesús justo porque los primeros testigos presenciales estaban empezando a morir.

Al igual que los biógrafos contemporáneos, los autores de los evangelios querían asegurar que se preservase con exactitud el testimonio de los testigos oculares antes de que fuera demasiado tarde.

2) ¿Cómo sabemos que tenemos los evangelios correctos?

La novela El código Da Vinci de Dan Brown es uno de los libros más vendidos de todos los tiempos. Una especie de secuela, El símbolo perdido, está ahora disponible como serie de televisión.

Ambos libros presentan teorías conspiratorias sobre la Biblia. En particular, El código Da Vinci popularizó la teoría de que los evangelios del Nuevo Testamento se eligieron por motivos políticos para silenciar una versión más feminista de Jesús que se ve en otros supuestos evangelios, como el Evangelio de Tomás, la competencia de los evangelios bíblicos al que más se hace referencia.

Sin embargo, si estudiamos las evidencias, descubriremos que la selección de evangelios que se incluyeron en la Biblia no fue arbitraria ni tuvo una motivación política. A diferencia de los evangelios en la Biblia, el Evangelio de Tomás no se escribió hasta mediados o finales del siglo II, mucho después de que hubiese vivido Tomás el discípulo de Jesús o ningún otro de los testigos que le vieron.

Los autores de los evangelios querían asegurar que se preservase con exactitud el testimonio de los testigos oculares

Al contrario que los evangelios, no es una biografía, sino una colección de supuestas declaraciones de Jesús. Si lo lees, verás que no es más feminista, sino que, por el contrario, incluye algunas afirmaciones realmente misóginas, que no se parecen en nada a lo que diría el Jesús de los evangelios.

Algunas personas defienden que los cuatro evangelios se seleccionaron en el Concilio de Nicea en el año 325 d. C. Pero este dato es falso. En ese momento todavía se seguía debatiendo acerca de algunas de las cartas del Nuevo Testamento (p. ej., Santiago, 2 Pedro y Judas).  Sin embargo, desde muy temprano los cristianos reconocieron que los evangelios eran fiables y que tenían autoridad.

De hecho, incluso a pesar de su propio escepticismo, Bart Ehrman nos asegura que los cuatro evangelios del Nuevo Testamento son «las mejores fuentes y las más antiguas que tenemos para conocer la vida de Jesús» y esta es la «opinión de todos los historiadores serios que estudian cualquier aspecto de la Antigüedad, sin importar que sean cristianos evangélicos comprometidos o ateos acérrimos». No obstante, no tenemos los manuscritos originales de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, por tanto, ¿cómo podemos saber que el texto es fiable?

3) ¿Cómo sabemos que tenemos el texto correcto?

El primer versículo del Evangelio de Marcos dice: «Principio del evangelio de Jesucristo el Mesías, Hijo de Dios» (Mr 1:1). ¿O no? La expresión «Hijo de Dios» no aparece en algunos de los manuscritos más antiguos e incluso los manuscritos más antiguos que tenemos es probable que sean copias de los originales o incluso copias de las copias. Es más, hay alrededor de 400 000 diferencias textuales entre los manuscritos griegos del Nuevo Testamento que tenemos. Por tanto, ¿estamos siendo ingenuos al pensar que el texto de los evangelios que tenemos en la Biblia capta lo que escribieron los autores de los evangelios? No.

En primer lugar, las 400 000 diferencias textuales son la suma de todas las variantes en el conjunto completo de 5 600 copias de textos del Nuevo Testamento que tenemos de los primeros mil años después de la muerte de Jesús, sin importar cuándo se escribió el manuscrito, cuán significativa es la variante y cuántos manuscritos la contienen.

En el revelador libro del erudito del Nuevo Testamento William Mounce, Why I Trust the Bible [Por qué confío en la Biblia], encontramos un ejemplo de esto. En griego, un nombre propio como Jesús podía aparecer solo o acompañado de un artículo definido. Si un escriba escribió «el Jesús» una vez en su manuscrito cuando todos los demás simplemente pusieron «Jesús», eso se contaría como una variante, a pesar de no haber ninguna diferencia significativa en el texto.

El gran número de variantes que hay en los manuscritos de los evangelios no se debe a que los textos sean poco fiables, sino a que tenemos muchísimos manuscritos. Es más, ya que los manuscritos que tenemos provienen de lugares tan diferentes, podemos verificar su exactitud calculando cuáles se habrían copiado de forma independiente y viendo dónde convergen y dónde no.

Hay que dejar claro que sí que hay algunos versículos en el texto de los evangelios que suscitan duda. Sin embargo, ninguno de ellos cambia nuestra idea de Jesús. Por ejemplo, aunque la primera frase original de Marcos pudo no haber incluido «el Hijo de Dios», Marcos usa este título para referirse a Jesús en otros momentos de su Evangelio y aparece también en los otros evangelios.

Las ediciones modernas de la Biblia señalan cuáles son los pocos pasajes controvertidos. Por ejemplo, nuestras biblias incluyen los últimos doce versículos de Marcos con la siguiente nota: «Algunos de los manuscritos más antiguos no incluyen 16:9-20». No se trata de encubrir. Al igual que los restos arqueológicos que los expertos excavan, los cuatro evangelios de nuestras biblias nos brindan un acceso fiable a esos primeros escritos sobre Jesús.

4) ¿Qué pasa con las diferencias entre los evangelios?

Si lees los evangelios uno tras de otro, encontrarás que muchas cosas se superponen, pero también que hay diferencias. Juan se salta muchas historias que Mateo, Marcos y Lucas sí incluyen y nos cuenta historias que no se encuentran en ningún otro lugar. A veces los evangelios narran los sucesos en un orden diferente o expresan las enseñanzas de Jesús con diferentes palabras o en diferentes lugares.

Algunas de estas discrepancias se explican con facilidad: un rabino nómada sin duda contaría historias similares en diferentes lugares, por lo que, si dos evangelios registran a Jesús diciendo algo que es casi igual, pero que se ha redactado de manera diferente, no significa que uno de ellos esté equivocado.

No debería sorprendernos encontrar que los autores de los evangelios aporten una visión distinta sobre la vida de Jesús de Nazaret

Otras diferencias surgen de que los testigos con los que hablaron tenían perspectivas diferentes. También es probable que Jesús predicara en arameo (la lengua materna de la mayoría de los judíos de Su región), mientras que los evangelios están escritos casi en su totalidad en griego: el idioma común en la sociedad de aquella época. Quizás los evangelios traduzcan las enseñanzas desde el arameo de forma distinta. Otras diferencias entre los evangelios surgen de la simplificación y de la traducción cultural.

A veces encontramos dos personas o dos ángeles en un relato del evangelio y en otro, solo uno. Esto no significa que un autor esté equivocado; significa que uno lo ha simplificado.

Como lectores del evangelio, también estamos abordando una cultura narrativa diferente a la nuestra. Hay ocasiones en las que los autores de los evangelios dan forma a sus narrativas de maneras que funcionaban en su contexto cultural, pero que causan confusión en el nuestro: por ejemplo, ordenaron el material de forma teológica en lugar de cronológica, contando las historias en una secuencia concreta para dejar claro un asunto teológico.

Como las luces de un escenario que iluminan desde diversos ángulos, los autores del evangelio escriben a partir de diferentes relatos de testigos oculares y con distintas audiencias en mente. No debería sorprendernos encontrar que los autores de los evangelios aporten una visión distinta sobre la vida de Jesús de Nazaret: un hombre judío que vivió y murió de verdad en la historia y cuya corta vida y enseñanzas polémicas transformaron por completo al mundo.


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