Los negocios y el comercio son de las actividades más antiguas que el ser humano ha practicado. Aún antes que surgieran los sistemas económicos de papel moneda, los mercados de valores o las criptomonedas, las personas ya realizaban el trueque de productos y servicios de maneras ingeniosas. La actividad económica es profundamente humana. Entonces, ¿cómo la deben practicar los cristianos?
Aunque este artículo se dirige primero a cristianos en la actividad empresarial o que quieren explorar el mundo de los negocios, también es útil para todos los creyentes en general, porque estamos involucrados en el sistema económico: todos compramos y vendemos.
Sin importar el tamaño de tu empresa —ya sea un emprendimiento personal o una marca multinacional—, quiero ofrecerte cinco principios bíblicos que te ayuden a desempeñar tu actividad de una manera que honre a Dios y bendiga al prójimo.
1. Dios es el dueño y soberano sobre todas las cosas
El empresario y emprendedor cristiano comprende que Dios es el Creador y soberano absoluto sobre todo: «Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella» (Sal 24:1). Todo lo que sucede está bajo Su providencia y autoridad, incluyendo el mundo de los negocios.
Hacer planes y proyecciones empresariales es importante y necesario, pero recuerda que están, en última instancia, sujetos a la soberanía de Dios (Stg 4:13-15). Cuando el empresario o emprendedor cristiano reconoce esta verdad, debe operar su negocio con una actitud de mayordomía, administrando los recursos con sabiduría y tomando decisiones que persigan la voluntad de Dios y le den la gloria.
2. El gran mandamiento también se aplica a los negocios
Una de las mejores formas de glorificar a Dios es a través de la obediencia. Por lo tanto, nuestras decisiones empresariales deben ser guiadas por el gran mandamiento que enseñó Jesús: amar al Señor y amar al prójimo (Mt 22:37-40).
La integridad en los negocios no es opcional para el cristiano, sino que es una expresión de amor y obediencia a Dios en el mundo empresarial
Un empresario cristiano no debe guiarse únicamente por la rentabilidad (aspecto importante de la lógica económica), sino sobre todo por la obediencia piadosa a Dios, quien nos llama a ser amables con todos (Gá 6:9-10). El amor cristiano debe reflejarse en todas nuestras prácticas y en todos los ámbitos de nuestra actividad, para el beneficio de la comunidad a través de la generación de empleo, la oferta de un bien o servicio excelente y la promoción de una ética sana.
Por lo tanto, no debemos dejar que el amor al prójimo se degrade en un mero acto de «responsabilidad social», con el objetivo de alcanzar visibilidad o provocar admiración de la opinión pública (un objetivo común en las estrategias de mercadotecnia actuales). Nuestros actos de bondad deben nacer de un amor sincero, como un reflejo del amor de Dios demostrado en Cristo.
3. El trabajo es un mandato, un llamado y una bendición de Dios
El trabajo no es una maldición, sino que es parte del diseño de Dios para la humanidad. Desde el principio, antes de la caída, Dios dio al ser humano la responsabilidad de trabajar y administrar la creación (Gn 2:15). Por lo tanto, la labor empresarial es una forma de cumplir con el mandato y el llamado divino para la humanidad.
Los cristianos debemos ser esforzados en nuestro lugar de trabajo, como una manera de glorificar y honrar a Dios. Además, esto trae un sentimiento de gozo y realización, pues sabemos que estamos cumpliendo con el diseño de Dios para nuestras vidas.
4. Los cristianos están llamados a vivir en integridad
Un empresario cristiano debe ser conocido por su honestidad y justicia. El solo hecho de conducir una empresa, sea pequeña o grande, nos convierte en líderes de la misma y Dios nos llama a ejercer nuestra autoridad de una manera que refleje la Suya.
El empresariado cristiano no tiene como propósito el obsesivo lucro personal, sino que se ve en el mismo como un vehículo de Dios para bendecir a otros. El amor al dinero es idolatría, por ende, no es compatible con el empresariado cristiano.
Conduce tus empresas con integridad y piedad. La Biblia condena el fraude y la deshonestidad en las transacciones comerciales (Lv 19:36; Pr 11:1). La integridad en los negocios no es opcional para el cristiano, sino que es una expresión de amor y obediencia a Dios en el mundo empresarial. Recordemos que nuestras palabras y acciones de honestidad y justicia mostrarán nuestra fe en Cristo y nos darán oportunidad para presentar explícitamente el evangelio.
5. El empresario cristiano debe servir en el contexto de la iglesia local
La Biblia nos da ejemplos de «empresarios» fieles, como Lidia, una comerciante de púrpura, quien usó sus recursos para apoyar la obra de Dios (Hch 16:14-15). El empresario cristiano entiende que su vida fuera de la iglesia no está separada de su vida dentro de la comunidad de fe.
Tu empresa o negocio no es la entidad más importante del mundo; la iglesia de Cristo lo es
Dios estableció la iglesia como una institución consagrada para Él, para cumplir con una misión en el mundo (Mt 28:18-20). Tal es la importancia de la iglesia que Jesús aseguró que ella prevalecería aún sobre la muerte (Mt 16:18-19). Entonces, si el Señor te ha concedido éxito en los negocios, dedica una parte de tus ganancias a los esfuerzos de tu iglesia local de manera generosa, ayudando a los necesitados y aportando para los esfuerzos evangelísticos y misioneros (1 Ti 6:18-19; Fil 4:18). Tu empresa o negocio no es la entidad más importante del mundo; la iglesia de Cristo lo es.
Empresarios exitosos
Llevar adelante una empresa o negocio para el cristiano no es simplemente una actividad económica, sino un llamado santo a ejercer mayordomía responsable, a practicar el amor al prójimo y vivir en integridad en los negocios.
Por lo tanto, el éxito empresarial no debe medirse únicamente en términos financieros, sino por la capacidad de glorificar a Dios a través del trabajo, bendecir a otros y contribuir al avance del evangelio. La integridad personal y el compromiso con la iglesia local forman parte integral del enfoque cristiano.
La actividad empresarial de un cristiano puede convertirse en un acto de adoración y un testimonio vivo del evangelio en el mundo de los negocios. Que Dios nos ayude a ser empresarios exitosos en estos términos bíblicos.