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5 principios para leer a Herman Bavinck

Más de N. Gray Sutanto

Con la publicación en 2023 de una traducción inglesa de Cristianismo y ciencia de Herman Bavinck y la creciente literatura sobre su pensamiento, cada vez más lectores se interesan por su teología y la tradición neocalvinista que representa.[1] No obstante, leer tal obra, la Dógmatica reformada o Filosofía de la revelación [disponibles en inglés] de Bavinck puede resultar desalentador.

Su prosa es elegante, pero interactúa con académicos europeos de los siglos XIX y XX con los que pocos lectores están familiarizados. A veces utiliza términos teológicos que ya no son habituales en nuestro discurso. Además, el volumen de su producción literaria puede intimidar a un lector potencial. Es difícil saber por dónde empezar.

Bavinck es especialmente valioso para los lectores del siglo XXI porque se enfrentó en tiempo real a la rápida evolución y el crecimiento del modernismo. Es significativo que lo hiciera desde una base de ortodoxia reformada con el objetivo de la catolicidad, lo que le llevó a luchar caritativamente con sus oponentes teológicos. Bavinck cita positivamente a pensadores modernos cuando aciertan, pero luego les critica en otro ámbito unas páginas más adelante. Bavinck se esfuerza por presentar sus argumentos de la mejor manera posible, por lo que a los lectores de hoy les puede resultar difícil determinar cuando se está representando su propia postura como tal.

La obra de Bavinck es digna de estudio porque combina ciertas virtudes que no suelen ir juntas: (1) un compromiso con la ortodoxia reformada bíblica y rigurosa, y la capacidad de mostrar, no simplemente afirmar, que esta ortodoxia aborda las preocupaciones de la era moderna; (2) la capacidad de criticar a sus interlocutores al tiempo que practica una lectura caritativa; (3) tener la visión para ver los dos lados de un asunto importante, al tiempo que se intenta ir más allá y alcanzar una mayor unidad; y (4) prestar atención a la autoridad bíblica al tiempo que se intenta hacer justicia al desarrollo de la doctrina a lo largo de la historia de la iglesia.

Dados estos desafíos y los posibles beneficios de comprender a Bavinck, ¿cómo deberíamos leerlo? Estos son cinco principios para tener en cuenta que pueden ayudar a los lectores a evitar los errores más comunes.

1. Establece el contexto

Como con cualquier otro autor, hay que tener en cuenta el contexto y la ubicación de la obra concreta que se está leyendo dentro del corpus general de Bavinck. Sus escritos se dividen en dos categorías principales: los textos previos y durante su estancia en la Escuela Teológica de Kampen (1883-1902) y los de sus años en la Universidad Libre de Ámsterdam (1902-21). Sus obras del primer período consistían en tratados más breves sobre diversos temas teológicos, pero culminaron en la primera edición de la Dogmática Reformada.[2] Sus últimos años en Ámsterdam se centraron en la aplicación de esta teología reformada a diversos ámbitos de la vida.

Por ejemplo, Cosmovisión cristiana [enlace en inglés] (1904) considera las implicaciones de esta teología para las tres grandes áreas de la filosofía: metafísica (el estudio del ser), epistemología (la teoría del conocimiento) y ética (el estudio de la vida moral).[3] Cristianismo y ciencia se publicó el mismo año y no solo es un volumen que acompaña a su folleto sobre la cosmovisión, sino también una especie de manifiesto para una universidad cristiana. Así, analiza los beneficios de la fe cristiana para las disciplinas de la historia, las ciencias naturales, la religión y las humanidades en general. En última instancia, Bavinck sostiene que la revelación por parte de Dios es el «secreto» de toda existencia humana y lo explora en detalle en sus conferencias Stone de 1908, publicadas como  Filosofía de la revelación.

Bavinck trató constantemente de actualizar y revisar sus reflexiones durante este periodo. Aunque la Dogmática reformada fue, sin duda, su obra magna, entre 1906 y 1911 se publicó la segunda edición, que ampliaba el contenido con secciones sobre psicología y ciencia de la religión, entre otras. Siguió revisando y ampliando sus ideas, planificando nuevas revisiones y ampliaciones del texto (que nunca salieron a la luz) antes de morir en 1921.

Los lectores que deseen una exposición concisa y madura de los puntos de vista teológicos de Bavinck harán bien en consultar sus obras posteriores, entre ellas Las obras maravillosas de Dios (1909) y Guía para la instrucción en la religión cristiana  (1913) [enlaces en inglés]. Estas obras fueron escritas para laicos y estudiantes, respectivamente, lo que transmite el deseo de Bavinck de «traducir» la profundidad de la fe para hacerla más accesible. Por estas razones, estas dos obras son los mejores puntos de partida para el nuevo lector que quiera adentrarse en el conjunto de su obra.

2. Observa la catolicidad reformada

Bavinck tiene un enfoque católico reformado consciente de sí mismo a la hora de escribir teología constructiva. Tiene la costumbre de citar a una figura, por ejemplo, y criticar implacablemente su teología en un pasaje para utilizarla después de manera constructiva en otro. Como señala Wolter Huttinga:

La manera en que [Bavinck] representa las opiniones de otros, incluso de aquellos con los que obviamente no está de acuerdo, siempre esconde una profunda simpatía que puede hacer que el lector se pregunte hasta qué punto Bavinck estaba realmente de acuerdo con el autor en discusión. Al leer a Bavinck, uno se pregunta a menudo: «¿De quién es esta voz?». En el lenguaje de Bavinck, incluso las herejías más obvias suenan tentadoras. Él mismo no lo oculta, pues a menudo confiesa que «hay una gran y profunda verdad» en tal o cual punto de vista, aunque al final no sea el suyo. El carácter sintetizador de la mente de Bavinck hace difícil determinar qué pertenece y qué no pertenece al hilo de su teología.[4]

Los lectores suelen encontrar a Bavinck argumentando que siempre hay algo bueno y verdadero incluso en los escritores más erráticos (por la gracia común de Dios). Un colega durante mis estudios de doctorado en Edimburgo expresó su frustración leyendo a Bavinck, al llamarlo «aspiradora codiciosa». Bavinck aparentemente intenta sacar lo mejor de cada uno, incluso cuando los pensadores que utiliza parecen estar en conflicto entre sí. Lejos de presentar a Bavinck como un lector inconsistente, su uso paciente de diversos pensadores proviene de la convicción de que el cristianismo reformado es verdaderamente universal.

El carácter exhaustivo de la teología reformada significa que las filosofías y los valores de cada época inevitablemente, aunque a menudo sin darse cuenta, resonarán con aspectos de la teología reformada. Esto se debe a que la teología reformada es verdaderamente católica. Esto ha llevado a Cory Brock a argumentar que Bavinck es ortodoxo pero moderno.[5] Por ejemplo, en relación con los «sistemas filosóficos» de su siglo, Bavinck argumentó que las líneas centrales del «calvinismo» residen en los «principios morales de Kant», en la «filosofía pesimista» de Schopenhauer y, de hecho, en «casi todos los sistemas» del siglo XIX que niegan el «indeterminismo de la voluntad».[6]

Esto no quiere decir que la teología reformada deba combinarse con el modernismo. Más bien argumenta que el calvinismo está especialmente preparado para encontrarse con la filosofía del siglo XIX, precisamente porque el calvinismo puede adaptarse y apropiarse de las filosofías de cualquier época. A pesar de la tendencia del cristianismo primitivo a utilizar a Platón y Aristóteles como siervos filosóficos, Bavinck argumenta que…

La teología no necesita una filosofía específica. No es hostil hacia ningún sistema filosófico en particular y no da prioridad, a priori y sin crítica, a la filosofía de Platón o a la de Kant, o viceversa. Sin embargo, aporta sus propios criterios, los pone a prueba en toda la filosofía y se apropia de lo que considera verdadero y útil.[7]

No existe ninguna filosofía perenne o natural a la que deba adherirse el cristianismo y, por esa razón, puede hacer uso de cualquier filosofía que encuentre.[8]

Entonces, no hay que sorprenderse ni alarmarse cuando Bavinck se desvía de una fuente y utiliza otra aparentemente contradictoria. Su uso de un pensador concreto no indica un acuerdo total. Podemos resistir la tentación de acusar a Bavinck de incoherencia, teniendo en cuenta que el uso particular no es un apoyo sistemático.

3. Escucha a Bavinck al final

Bavinck suele abordar los temas con un enfoque particular de tres capas: (1) exégesis bíblica, (2) trazado del desarrollo histórico-teológico de una doctrina, y (3) expresión de esa doctrina fresca y normativamente para la actualidad. Considera la descripción consciente que hace Bavinck de la organización de una ética reformada:

1. Necesitamos reunir el material de la Sagrada Escritura y ordenar lo que enseña sobre los pecados, la regeneración, la santificación, la relación entre padres e hijos, etc.

2. Necesitamos examinar cuidadosamente la forma en que la iglesia cristiana ha tratado este material, particularmente las iglesias reformadas…

3. Finalmente, hay que desarrollarlo más de una manera normativa y aplicarlo a nuestros días, señalando en particular el camino por el que podemos completar el dogma ético.[9]

Esta estructura no solo es característica de su ética y dogmática, sino que también da forma al resto de sus obras. Tenerla presente ayuda a los lectores a no perder de vista el bosque mientras examinan de cerca los árboles. Su estudio del material bíblico y su evaluación de determinados pensadores y movimientos históricos son útiles, pero normalmente tenemos que seguir leyendo hasta el final de la sección para encontrar sus afirmaciones constructivas sobre un tema en concreto.

Este patrón se deriva de la convicción de Bavinck de que un teólogo responsable no debe limitarse a reproducir lo antiguo, sino comunicar con frescura a la nueva generación.

Por ejemplo, en el prólogo de 1895 a su Dogmática reformada, sostiene que el objetivo de hacer avanzar la dogmática dialogando con el presente está implícito en la definición de catolicidad reformada: «Apreciar lo antiguo simplemente porque es antiguo», escribe, «no es ni reformado ni cristiano. Una obra de teología dogmática no debe limitarse a describir lo que fue verdadero y válido, sino lo que permanece como verdadero y válido. Está fundamentada en el pasado, pero trabaja para el futuro».[10] Así, quiere presentar sus puntos de vista a la luz tanto del desarrollo de la doctrina como del contexto contemporáneo.

4. Presta atención a la idea “orgánica”

Siguiendo el principio anterior, debemos retomar la idea de lo orgánico que aparece regularmente en sus obras. La idea de lo «orgánico» se adopta al observar que las criaturas orgánicas están animadas por un «centro» o «unidad» que anima la diversidad de las partes (por ejemplo, el sistema cardiovascular está unido por el corazón, que a su vez anima todo el cuerpo).

Bavinck aplica esta idea metafóricamente como un dispositivo de estructuración para describir las muchas unidades y diversidades dentro de la creación. Impulsado por una rigurosa perspectiva trinitaria, Bavinck argumenta que la creación refleja el ser trino de Dios al exhibir unidades en la diversidad en sus diversas esferas. Dios, por supuesto, es una unidad en la diversidad en un sentido único, pues Su ser divino es simple y, por tanto, no está compuesto de partes. Sin embargo, las criaturas son réplicas analógicas y, aunque somos seres diferentes, estamos unidos por diversos lazos de unidad.

Una y otra vez, Bavinck describe diversos aspectos del cosmos como «organismos». Por ejemplo, el universo en su conjunto es un organismo compuesto por partes diversas, la ley de Dios es un organismo único, el conocimiento es un organismo de la ciencia, y así sucesivamente. Este tema de lo orgánico queda claramente expuesto cuando Bavinck describe a los seres humanos, que son portadores únicos de la imagen de Dios. Así como Dios es uno en tres, una unidad absoluta en la diversidad, la humanidad no es una colección de individuos átomos, sino una entidad corporativa unida en una sola cabeza federal. Bavinck escribe:

Solo la humanidad en su totalidad —como un organismo completo, resumido en una sola cabeza, extendido por toda la tierra, como profeta que proclama la verdad de Dios, como sacerdote que se consagra a Dios, como soberano que controla la tierra y toda la creación— es la imagen plenamente terminada, la semejanza más reveladora y sorprendente de Dios.[11]

Esta forma orgánica en que Bavinck describe a la humanidad también hará su aparición en los diversos temas de la teología: incluyendo la revelación, la Escritura y su inspiración, el pacto, la ética, el carácter parasitario del pecado, así como la iglesia. Busca el tema orgánico: cuando aparezca, lo más probable es que encuentres la voz constructiva de Bavinck.

5. Busca el pensamiento holístico

Al igual que Abraham Kuyper, Bavinck considera que la uniformidad, la unilateralidad o los falsos binarios son errores que aparecen con regularidad a lo largo de la historia de las ideas.[12] La uniformidad es la tentación de reducir todos los diversos fenómenos de la creación a una sola idea o cosa. Por ejemplo, el naturalismo tiende a reducirlo todo a lo meramente físico y el panteísmo, a lo divino; sin embargo, el cristianismo mantiene unidos lo físico y lo divino, al tiempo que distingue adecuadamente entre ambos.

La unilateralidad es también un grave error: el historicismo privilegia una época o un grupo de personas como edad de oro, sin darse cuenta de que existen culturas y una vida intelectual desarrolladas en otros tiempos y lugares; el liberalismo prioriza lo horizontal, el amor al prójimo y la vida ética en detrimento de lo propiamente religioso, mientras que el fanatismo religioso ejercita la piedad personal rigurosa en detrimento del amor al prójimo y a la sociedad. Esta unilateralidad produce un tercer error: plantear un falso binario. Aquí, uno se ve obligado a elegir entre dos opciones que se supone van juntas. Sin embargo, el cristianismo hace justicia a la riqueza del orden creado.

En Cristianismo y ciencia, esta es exactamente la crítica que Bavinck dirige contra el cientificismo o empirismo radical. En pocas palabras, el cientificismo es totalmente unilateral e introduce clandestinamente la suposición de que los seres humanos son como máquinas que pueden analizar los datos de forma objetiva e imparcial. Nada más lejos de la realidad: los científicos son personas y su supuesta neutralidad respecto a los «hechos» suele ocultar sus suposiciones personales. «En todas partes, la vida precede a la filosofía».[13] Detrás de sus pretensiones de neutralidad se esconde una visión unilateral y poco realista del ser humano, y esta antropología desequilibrada también da lugar a una especie de uniformidad en la que los seres humanos no son más que el material perceptible por los sentidos que observan (lo cual, irónicamente, es una afirmación que no puede demostrarse únicamente con datos empíricos).

Bavinck critica a menudo una posición particular por su falta de «holismo», o por su «dualismo», o por cosas parecidas. Bavinck anima a los lectores a no rechazar de inmediato un modelo de razonamiento u observación, sino a ver si se pueden incorporar sus ideas a una cosmovisión cristiana integral. Lejos de hacernos más estrechos de mente, una cosmovisión cristiana nos ayuda a ser más completos en nuestra forma de pensar y de vivir; de hecho, una cosmovisión cristiana adecuada cultiva y alimenta la sabiduría cristiana. Una vez que vemos que el objetivo de Bavinck es a menudo un enfoque más holístico, podemos anticiparnos y entender mejor hacia dónde van sus discusiones.

Toma y lee

El estudio de las obras de Bavinck nos anima a ser lectores pacientes, amplios y voraces, y nos ayuda a evitar la polarización y a desarrollar una especie de flexibilidad de principios que nos permita abordar cualquier idea con caridad, sin sacrificar la convicción. Estos principios deberían animar a los lectores a leer por sí mismos al principal teólogo neocalvinista.

Aunque la lectura de Bavinck sigue siendo a menudo un reto, los lectores deberían encontrar que el beneficio bien vale la pena el esfuerzo. ¡Tolle lege!


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.

[1] Herman Bavinck, «Christianity and Science», trad. y ed. N. Gray Sutanto, James Eglinton, y Cory Brock (Wheaton, IL: Crossway, 2023); Cory Brock y N. Gray Sutanto, «Neo-Calvinism: A Theological Introduction» (Bellingham, WA: Lexham Press, 2023).
[2] Algunos de esos ensayos anteriores están incluidos en Bavinck, «Essays on Religion, Science and Society», trad. Harry Boonstra y Gerrit Sheeres, ed. John Bolt (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2013). Dos de las obras más importantes son Bavinck, «The Catholicity of Christianity and the Church», trad. John Bolt, en «Calvin Theological Journal» 27 (1992): 220-51; y Bavinck, «Common Grace», trad. Raymond C. Van Leeuwen, en «Calvin Theological Journal» 24, no. 1 (April 1989): 35-65.
[3] Para una introducción más detallada a la «cosmovisión cristiana» de Bavinck, véase mi exposición en «RTS Washington DC: Dr. Gray Sutanto “Bavinck’s Christian Worldview”», Reformed Theological Seminary, 25 de enero de 2020, YouTube Video, 2:33; y N. Gray Sutanto, «Bavinck’s Christian Worldview, Context, Classical Contours, and Significance», en «Reformed Faith and Practice» 5 (2020): 28-39.
[4] Wolter Huttinga, «Participation and Communicability: Herman Bavinck and John Milbank on the Relation Between God and the World» (Amsterdam: Buijten & Schipperheijn Motief, 2014), p. 78.
[5] Cory Brock, «Orthodox Yet Modern: Herman Bavinck’s Use of Schleiermacher» (Bellingham, WA: Lexham Press, 2020).
[6] Bavinck, «Future of Calvinism», en «The Presbyterian and Reformed Review» 17, trad. Geerhardus Vos (1894): 22.
[7] Bavinck, «Reformed Dogmatics, vol. 1, Prolegomena,» ed. John Bolt, trad. John Vriend (Grand Rapids, MI: Baker Academic), p. 609.
[8] Para más información sobre la catolicidad de Bavinck, ver «Neo-Calvinismo: A Theological Introduction», cap. 3; Cory Brock y N. Gray Sutanto, «Herman Bavinck’s Reformed Eclecticism: On Catholicity, Consciousness, and Theological Epistemology», en «Scottish Journal of Theology» 70 (2017): 310-32.
[9] Bavinck, «Reformed Ethics, vol. 1, Created, Fallen, and Converted Humanity,» ed. John Bolt (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2019), pp. 29-30.
[10] Bavinck, «Foreword to the First Edition (volume 1) of the Gereformeerde Dogmatiek» en «Calvin Theological Journal» 45, trad. John Bolt (2010): 10..
[11] Bavinck, «Reformed Dogmatics, vol. 2, God and Creation», p. 576.
[12] Ver especialmente Abraham Kuyper, «Uniformity: The Curse of Modern Life», en «Abraham Kuyper: A Centennial Reader», ed. James Bratt (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2008), pp. 19-44.
[13] Bavinck, «Christianity and Science», p. 108.
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