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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de El gozo verdadero de la navidad: lecturas diarias para el mes de diciembre (Poiema Publicaciones, 2015), por John Piper. Puedes descargar una muestra gratuita del libro visitando este enlace.

¿De qué trata la Navidad?

La Navidad trata de la venida de Cristo a este mundo. Trata del Hijo de Dios, quien existía desde la eternidad con el Padre, como “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es” (He. 1:3 NVI).

Trata del nacimiento virginal de un niño, concebido milagrosamente por el Espíritu Santo, ya que era el Hijo de Dios; no en la forma en que tú y yo lo somos, sino en una forma completamente diferente (Lc. 1:35).

Trata de la venida de un hombre llamado Jesús, en quien “toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal” (Col. 2:9 NVI). Trata de la llegada del “cumplimiento de los tiempos” que había sido profetizado por los profetas antiguos, que nacería un gobernante en Belén (Mi. 5:2 NVI), y cuyo nombre sería Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (Is. 9:6). Este niño sería el Mesías, el Ungido, el Vástago del tallo de Isaí, el Hijo de David, el Rey (Is. 11:1-4; Zc. 9:9).

Y, de acuerdo con Marcos 10:45, la Navidad trata de la venida del Hijo del hombre que no “vino para que le sirvan, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos” (NVI). Estas palabras son una breve explicación de la Navidad, y espero que Dios las grabe en tu mente y corazón en esta época.

Abre tu corazón para recibir el mejor regalo imaginable: Jesús se ha dado a Sí mismo por ti, muriendo y sirviéndote, para estar contigo por toda la eternidad. Recibe esto. Aléjate de tu pecado y de tu propia justicia. Hazte como un niño. Confía en Él.

¿Por qué sucedió la Navidad?

1 Juan 3:1-10 es otro texto que nos ayuda a entender por qué el eterno y divino Hijo de Dios vino al mundo en forma humana. Allí se nos dice dos veces por qué sucedió la Navidad: “Ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y Él no tiene pecado […] El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo” (v. 5, 8; NVI).

En el versículo 5 Juan dice: “Ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y Él no tiene pecado”. Entonces, la ausencia de pecado en Cristo es afirmada: “Él no tiene pecado”. Y la razón de Su venida es afirmada: “Se manifestó para quitar nuestros pecados”. Luego, en la segunda parte del versículo 8, Juan dice: “El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”. El enfoque que Juan tiene en mente al mencionar “las obras del diablo” es el pecado que el diablo promueve. Esto lo vemos en la primera parte del versículo 8: “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio” (NVI). Entonces, las obras del diablo que Jesús vino a destruir son las obras del pecado.

Así que Juan nos dice dos veces que la Navidad —la venida del Hijo de Dios— sucedió para erradicar el pecado, es decir, para destruir las obras del diablo. Jesús nació de una virgen a través del Espíritu Santo (Mt. 1:18-20), “siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente” (Lc. 2:52 NVI), y fue perfectamente obediente y sin pecado durante toda Su vida y ministerio, hasta morir en la cruz (Fil. 2:5-8; He. 4:15). Lo hizo para destruir las obras del diablo, para erradicar el pecado… nuestro pecado.

Aprópiate de lo que Jesús ha hecho y ámalo por ello. Toma las mismas palabras del apóstol Pablo y hazlas tuyas: “Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio Su vida por mí” (Gá. 2:20 NVI). Es así como Jesús destruyó las obras del diablo y nos rescató de nuestro pecado. No dejes que pase esta Navidad sin antes haber lidiado con tu pecado y con el diablo. Cristo vino para darte victoria.


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Imagen: Lightstock.
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